miércoles, 10 de abril de 2024

El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy

 

El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy


“El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy”. Mateo 6:11

“Trabajad, no por la comida que perece, sino por la comida que a vida eterna permanece, la cual el Hijo del Hombre os dará; porque a éste señaló Dios el Padre”. Juan 6:27

Cuando pedimos a Dios el pan cotidiano, estamos mostrando nuestra dependencia de Él, es el pan de subsistencia. Recordemos que el Señor puede suplir para las necesidades materiales que requerimos día a día. Como lo expresa proverbios 30:8b “no me des pobreza ni riquezas; mantenme del pan necesario”. También esta petición hace alusión a pedir el pan celestial o alimentación espiritual, que es su Palabra, “la comida que a vida eterna permanece”, Juan 6:27.

Jesús establece el contraste entre lo perecedero y lo permanente, lo material y lo espiritual, y exhorta a establecer como prioridad número uno el procurar lo espiritual. Anhelar el “evangelio de vida”, es decir, vida espiritual y eterna, la cual sólo Él ofrece.

Someternos a Dios debe ser nuestra prioridad, pero también es cierto que como hijos de Dios podemos pedir aquellas cosas necesarias para llevar a cabo su voluntad. El pan representa todas las necesidades materiales: comida, bebida, ropa, techo, etc. El Señor Jesús dentro de la oración modelo nos enseña a encomendar nuestras necesidades a Él, pues es la manera de evitar la ansiedad o el afán por el día de mañana, como dice Mateo 6: 31-34 “No os afanéis, pues, diciendo: ¿Qué comeremos, o qué beberemos, o qué vestiremos? Porque los gentiles buscan todas estas cosas; pero vuestro Padre celestial sabe que tenéis necesidad de todas estas cosas. Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas. Así que, no os afanéis por el día de mañana, porque el día de mañana traerá su afán. Basta a cada día su propio mal”.

Podemos confiar a Dios todas nuestras necesidades, pero, si luego dudamos y entramos en ansiedad, nos falta fe. La voluntad de Dios no es que sus hijos vivan en un estado de ansiedad por el sustento de la vida, por eso nos invita a creer y orar; así lo expresa Filipenses 4:6-7 que dice: “Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús”. Dios trae paz a nuestra mente y corazón cuando confiamos en lo que Él puede hacer.

Cuando oramos: “el pan nuestro de cada día dánoslo hoy”, estamos reconociendo que el Señor es nuestro sustentador, todas las cosas le pertenecen a Él, pensar que dependemos de nosotros mismos es una necedad. Confiemos plenamente en que proveerá diariamente todo lo que necesitamos, porque es el dueño absoluto de todo y dependemos de su gracia y providencia para subsistir.

No fuimos diseñados para vivir independientemente de nuestro Creador, tenemos la necesidad de mantenernos en comunicación con Él. La Biblia constantemente nos lo recuerda. Jesús dijo en Mateo 5:3 “Bienaventurados los pobres en espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos”. En otras palabras, felices los que tienen conciencia de su necesidad espiritual, para ser felices necesitamos de Dios. ¿Pero cómo hacerlo? Jesús dio la respuesta en Mateo 4:4b “No sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios”.

¿Cuánto descansamos entonces en las promesas de Dios? Recordemos algunas de ellas: Salmos 37:25 “Joven fui, y he envejecido, y no he visto justo desamparado, ni su descendencia que mendigue pan”; Salmos 34:9 “Temed a Jehová, vosotros sus santos, pues nada falta a los que le temen” y Salmos 145:16 “Abres tu mano, y colmas de bendición a todo ser viviente”. Así como necesitamos el pan físico, también necesitamos el pan espiritual, entonces pidamos con fe que el Señor nos proveerá.   Oración.

«Gracias Jesús, porque conoces cada una de mis necesidades, sin embargo, te agrada que pida lo que necesito. Gracias, porque no solo me das el sustento diario, sino que me llevas a tener hambre y sed de tu Palabra y a esforzarme para poder alimentarme de ella y crecer para vida eterna. Tú eres generoso y dueño de todo, por eso, sé que suplirás todo lo que me falta conforme a tus riquezas en gloria. Amén.