martes, 16 de agosto de 2016

Hebreos 11:8-10

Hebreos 11:8-10
Por la fe Abraham cuando fue llamado para ir a un lugar que más tarde recibiría como herencia, obedeció y salió sin saber a dónde iba. Por la fe se radicó como extranjero en la tierra prometida, y habitó en tiendas de campaña con Isaac y Jacob, herederos también de la misma promesa porque esperaba la ciudad de cimientos sólidos, de la cual Dios es arquitecto y constructor.
Génesis 12 narra esta historia de Abraham. El versículo 1 dice: Jehová dijo a Abram: vete de tu tierra y de tu parentela, y de la casa de tu padre, a la tierra que te mostraré. No le pidió algo fácil. Mucha gente ni siquiera se cambia de trabajo por miedo al cambio, mucho menos de ciudad o país. Dice una canción que la costumbre es más fuerte que el amor y yo le agregaría que las ganas de mejorar o siquiera de tener fe para hacer las cosas de manera distinta. Es increíble lo arraigados que podemos estar a las cosas materiales e incluso interpersonales como la familia o amistades. No quiere decir que esté mal tener buena comunión con tus seres queridos. El problema llega cuando no dejamos que Dios haga de nosotros conforme a su voluntad. Ponemos trabas y pretextos. He escuchado testimonios de pastores que dejaron atrás grandes iglesias y amistades por seguir el camino que Dios les mostró en otro lado. ¡Por supuesto que fue difícil! Conforme pasó el tiempo vieron la mano de Dios haciendo cosas increíbles y confirmando que habían hecho lo correcto. Me gusta pensar que todo lo que tenemos Dios lo pone en nuestras manos. Nosotros debemos dejar esas manos abiertas para que Él decida poner o quitar conforme a su voluntad. Por el contrario, cuando las cerramos, nos cuesta más trabajo dejar que Él haga cualquier cambio. Ojo, de todas formas lo va a hacer.
Dios no quiere que todos cambiemos de ciudad o país. Lo que sí debes saber es que es necesario hacer cambios en tu vida. Dejar atrás lo que tanto estorba en tu comunión con Dios. En ocasiones, hay personas que queremos mucho pero simplemente nos alejan de Dios. Tal vez debes dejar de ir a ciertos lugares. Así como Dios llamó a Abram y le pidió que dejara todo, hoy Dios te llama y te pide exactamente lo mismo. Deja todo y sígueme. Abram salió de su tierra y no reclamó ni cuestionó al Señor. Simplemente obedeció. ¡Por eso es nuestro ejemplo de fe el día de hoy! Cuando Dios habla, nosotros debemos escuchar e inmediatamente después, obedecer. Eso es fe. Eso es ser un verdadero hijo de Dios. Alguien que escucha y no hace nada, no puede sentirse parte con Dios. Tal vez te has estado engañando pensando que es posible llevar una doble vida. No se puede. Dios quiere todo tu ser. Quiere que le entregues tu corazón. Tus pensamientos. Tus deseos. Tus miedos. Todo. No tengas miedo ni dejes que el mundo a tu alrededor frene ese llamado que Dios te hace. Sabes perfectamente cuando Dios te habla. Esas palabras tocan tu corazón. Remueven lo que pensabas nunca podría ser removido. Abren todo lo que quieres esconder. Simplemente sacuden todo tu piso. No le des la espalda a esas palabras. Ten fe y deja que Él se encargue de dirigir tu vida. Así como Abram, toma tus cosas y deja de vivir conforme a tu voluntad y comienza a vivir conforme a Cristo.
Oración
Padre: quiero vivir con mi fe puesta en Ti. Quiero escucharte y obedecerte como lo hizo Abram. Quiero dejar de dudar y cuestionar. Te entrego mi vida. Te entrego todo para que pueda vivir conforme a tu voluntad. Guíame y no permitas que me aparte de Ti. En el nombre de Cristo Jesús. Amén