lunes, 15 de febrero de 2010

Exodos 28

Exodos 28 -

CAPÍTULO 28
Versículos 1-5. Aarón y sus hijos son apartados para el oficio sacerdotal-Sus vestiduras. 6-14. El efod. 15-30. El pectoral-El Urim y Tumim. 31-39. El manto del efod-La lámina de oro. 40-43. Las vestiduras para los hijos de Aarón.

Vv. 1-5.Hasta aquí los jefes de las familias hacían de sacerdotes y ofrecían los sacrificios; pero ahora este oficio quedó restringido exclusivamente a la familia de Aarón; y así continuó hasta la dispensación del evangelio. Las vestiduras santas no solamente distinguían a los sacerdotes del pueblo, además eran emblemas de la conducta santa que siempre debe ser la gloria y la belleza, la marca de los ministros de la religión, sin la cual sus personas y sus ministerios serían despreciables. También tipificaban la gloria de la majestad Divina, y la belleza de la santidad completa que hizo de Jesucristo el gran Sumo Sacerdote. Pero nuestro ornato en el evangelio no debe ser de oro ni costosos atavíos, sino las vestiduras de la salvación, el manto de la justicia.

Vv. 6-14.El efod, de obra primorosa, era la vestidura exterior del sumo sacerdote; el efod sencillo de lino lo usaban los sacerdotes inferiores. Era una túnica corta, sin mangas, bien amarrada al cuerpo con un cinto. Las hombreras iban abotonadas con piedras preciosas engastadas en oro, una en cada hombro, sobre el cual estaban grabados los nombres de los hijos de Israel. Así Cristo, nuestro Sumo Sacerdote, presenta a su pueblo ante el Señor para memoria. Como la túnica de Cristo no tenía costuras, sino era tejida de arriba abajo, así era el efod. Las campanas de oro del efod, por su sonido agradable y su preciosidad, representan bien la buena profesión que hacen los santos y las granadas, el fruto que ellos llevan.

Vv. 15-30.El adorno principal del sumo sacerdote era el pectoral, una rica pieza de tela de obra primorosa. El nombre de cada tribu estaba grabado en una piedra preciosa, fijada al pectoral, para significar cuán preciosos y honorables son los creyentes a ojos de Dios. Por pequeña y pobre que fuera la tribu, era como una piedra preciosa en el pectoral del sumo sacerdote: así de caros son todos los santos para Cristo, sin que importe cuál sea la estimación de los hombres. El sumo sacerdote tenía los nombres de las tribus sobre sus hombros a la vez que sobre su pecho, lo cual nos recuerda del poder y amor con que nuestro Señor Jesús intercede por lo suyos. No sólo los lleva en sus brazos con poder omnipotente sino que los lleva en su regazo con tierno afecto. ¡Qué consuelo para nosotros cada vez que nos dirigimos a Dios! -El Urim y Tumim por el cual se daba a conocer la voluntad de Dios en casos dudosos, estaba en el pectoral. Urim y Tumim significan luz e integridad . Hay muchas conjeturas sobre qué eran; la opinión más probable parece ser que eran las doce piedras preciosas del pectoral del sumo sacerdote. Ahora bien, Cristo es nuestro Oráculo. Por Él Dios se nos da a conocer Él y su voluntad para nosotros en estos postreros tiempos, Hebreos i, 1, 2; Juan i, 18. Él es la Luz verdadera, el Testigo fiel, la Verdad misma, y de Él recibimos el Espíritu de Verdad que nos guía a toda verdad.

Vv. 31-39.El manto del efod iba debajo del efod y llegaba hasta las rodillas; no tenía mangas. Aarón debía ministrar vestido con las vestiduras asignadas. Nosotros debemos servir al Señor con santo temor, como quienes saben que merecen morir.
Una lámina de oro estaba fijada a la frente de Aarón, con el grabado de “Santidad al Señor”. Por ese medio se recordaba a Aarón que Dios es santo y que sus sacerdotes deben ser santos, consagrados al Señor. Esta debía estar en la frente de ellos como profesión abierta de la relación de ellos a Dios. Debía ser grabada como grabadura de sello, profunda y durable; no pintada para que se borre, sino firme y duradera; tal debe ser nuestra santidad al Señor. Cristo es nuestro Sumo Sacerdote; por medio de Él nos son perdonados los pecados y no se cargan a nuestra cuenta. Nuestras personas, nuestras obras, son agradables para Dios por cuenta de Cristo y no de otro modo.

Vv. 40-43.Las vestiduras del sacerdote tipifican la justicia de Cristo. Si nos presentamos ante Dios sin ellas, llevaremos nuestra iniquidad y moriremos. Por tanto, bienaventurado el que vela y guarda sus ropas, Apocalipsis xvi, 15. Y bendito sea Dios porque tenemos un Sumo Sacerdote, nombrado por Dios, y puesto aparte para su obra; aderezado para su elevado oficio por la gloria de la majestad Divina y la belleza de la perfecta santidad. Dichosos somos si por la ley espiritualmente entendida vemos que tal Sumo Sacerdote se hizo nosotros; que nosotros no podemos acercarnos a un Dios santo o ser aceptados, sino por Él. No hay luz, sabiduría, ni perfección sino de Él; no hay gloria, ni belleza sino en ser como Él. Tengamos valor por el poder, amor y compasión de nuestro Sumo Sacerdote, para acercarnos confiadamente al trono de la gracia, para que podamos recibir misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro en tiempo de necesidad.