jueves, 18 de febrero de 2021

La gracia genuina de Cristo

 

La gracia genuina de Cristo


“Porque la gracia de Dios se ha manifestado para salvación a todos los hombres, enseñándonos que, renunciando a la impiedad y a los deseos mundanos, vivamos en este siglo sobria, justa y piadosamente,” Tito 2:11-12

La gracia de Dios verdadera, no es un permiso para pecar, todo lo contrario, nos llama a vivir en santidad, lejos de los deseos del mundo, de los deseos de la carne, de la vanagloria de la vida. La gracia de Dios, ese regalo que se ha manifestado para salvación a todos los hombres, nos enseña que todo el que ha sido nacido de nuevo por la fe en Cristo, está llamado a negarse a sí mismo, a sus propios deseos, porque Dios le ha concedido su Santo Espíritu que le da poder, amor y dominio propio. (2 Timoteo 1:7).

Poder, para dar testimonio público de la gracia inmerecida de Cristo; amor, para cumplir la ley porque el que ama no hace daño a su prójimo; y dominio propio, para tener autocontrol de su vida y su cuerpo.

La gracia verdadera, nos da el poder para vivir sobre el dominio del pecado, que antes nos tenía esclavos y nos condenaba llevándonos a la muerte (Romanos 7:11). La genuina gracia no compromete los estándares santos de Dios ni justifica el pecado; en contraste, la respuesta definitiva, es que nos da el poder para vivir vidas gloriosas en búsqueda de buenas obras que Dios preparó de antemano en Cristo (Efesios 2:10).

Así que, al recibir esa abundancia de gracia en nosotros, podemos confiar plenamente en que el pecado no tendrá dominio sobre nosotros, porque no estamos bajo la ley sino bajo la gracia. (Romanos 6:14)

Por lo tanto, el problema nunca ha sido los gloriosos Diez Mandamientos o la perfecta ley de Dios, sino que el problema siempre ha sido nuestra capacidad imperfecta de guardar la ley perfecta de Dios y obedecerla, pero venida la gracia, nuestro corazón es cambiado por uno nuevo que puede, debe y es lleno de deseo por glorificar a Dios y cumplir su ley (Romanos 5:5).

Podemos afirmar entonces que: “El amor no hace mal al prójimo; así que el cumplimiento de la ley es el amor.” (Romanos 13:10), entonces, debemos reflexionar y hacernos la pregunta ¿hemos recibido la genuina gracia de Dios?   Oración.

«Tu gracia que he recibido por medio de la fe en Cristo, oh Padre, ha transformado mi corazón, que no tenía paz sin ti, ahora quiero vivir para agradarte siendo guiado por el amor que has colocado en mí por medio de tu Espíritu Santo. Tú Señor Jesucristo, viviendo en mi es una hermosa esperanza de gloria. Amén.   Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

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