miércoles, 12 de agosto de 2009

Ester 6


Ester 6 -

CAPÍTULO 6
Versículos 1-3. La providencia recomienda a Mardoqueo al favor del rey. 4-11. El consejo de Amán honra a Mardoqueo. 12-14. Los amigos de Amán le hablan de su peligro.

Vv. 1-3.La providencia de Dios reina aun sobre las preocupaciones más pequeñas de los hombres. Ni un gorrión cae en tierra sin Él. Siga los pasos que dio la Providencia para el ascenso de Mardoqueo. El rey no pudo dormir, cuando la Providencia tenía un designio que cumplir y lo mantuvo despierto. No leemos de una enfermedad que le hubiera quitado el sueño sino Dios, de quien el sueño es un don, se lo retuvo. El que tenía mando sobre ciento veintisiete provincias, no tuvo mando sobre una hora de sueño.

Vv. 4-11.Véase cómo el orgullo del hombre lo engaña. Lo engañoso del corazón se hace presente nada menos que en el alto concepto que tenemos de nosotros y de nuestros logros: contra lo cual debemos velar y orar constantemente. Amán pensó que el rey sólo lo amaba y valoraba a él, pero se engañó. Debemos sospechar que la estima que el prójimo profesa por nosotros no es tan grande como parece, para que no tengamos un concepto demasiado alto de nosotros mismos, ni confiemos excesivamente en el prójimo. ¡Cómo fue golpeado Amán cuando el rey lo mandó honrar al judío Mardoqueo, el mismísimo hombre que odiaba por sobre todos los hombres, y cuya destrucción había concebido!

Vv. 12-14.Mardoqueo no se infló con los honores; volvió a su lugar y a su deber. La honra está bien dada a los que piensan que son superiores a sus asuntos. Pero Amán no lo pudo tolerar. ¿Qué daño le hizo? Lo que rompe el corazón del hombre orgulloso, no interrumpe el sueño del humilde. Su condena, sin que hubiera ocurrido esto, le fue anunciada por su esposa y por sus amigos. Ellos testificaron claramente que los judíos, aunque desparramados en todas las naciones, eran objeto del especial cuidado divino.
Consoladores malos eran todos ellos: no aconsejaron a Amán que se arrepintiera, sino anunciaron su destino como inevitable. La sabiduría de Dios se ve en la programación del tiempo de la liberación de su Iglesia, para manifestar su propia gloria.