domingo, 13 de octubre de 2024

Ser dirigidos por Dios

 


Ser dirigidos por Dios

“Muéstrame, oh Jehová, tus caminos; Enséñame tus sendas. Encamíname en tu verdad, y enséñame, porque tú eres el Dios de mi salvación; en ti he esperado todo el día”. Salmos 25:4-5

Este salmo surgió de la experiencia personal de David cuando estaba pasando por problemas y dificultades y proporciona un consuelo para todos nosotros en este momento, pues hay momentos en la vida que no sabemos qué camino coger, qué decisión tomar y necesitamos depender absolutamente de Dios.

Cuando el salmista le dice a Dios encamíname en tu “verdad” esta palabra viene del hebreo “emet” y significa certeza, estabilidad, confiabilidad, lo justo; lo que implica que está buscando confianza, firmeza y seguridad en Dios. Y es lo que necesitamos en este momento en un mundo de tanta confusión, donde la verdad se ha vuelto relativa y las personas no saben en quién creer. Podemos confiar enteramente nuestra vida en la verdad de Dios, porque la verdad es Jesucristo. En Juan 14:6 “Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí”.

Hay dos caminos por los cuales el hombre puede transitar hoy: el camino de Dios, o su propio camino. Dios nos da la opción de elegir. Todos podemos andar por el camino que elijamos, pero recordemos lo que dice el libro de Proverbios 14:12 “Hay camino que al hombre le parece derecho; pero su fin es camino de muerte”.

David le suplica a Dios que le muestre el camino. Oró para que la verdad de Dios lo preservara, porque la verdad constituye el sostén del principio y el fin de toda creación. Buscar la verdad es aspirar a la plenitud de Dios; conocer la verdad significa experimentar vida, que ha de traducirse en amor; poseer la verdad nos compromete a servir en amor; “y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres”, Juan 8:32. Conocer la verdad nos libra de la mentira y el engaño del mundo.

¿Por qué este énfasis en la dirección de Dios? Todo el Salmo da la respuesta: cuando el enemigo ataca, es cuando uno más necesita una dirección específica de Dios. Indica tres aspectos indispensables de este camino: caminar en la verdad de Dios; caminar con su presencia; y una confianza constante en Él. Para ser dirigidos por Dios hace falta una mente humilde y abierta a Él.   Oración.

«Cuán grande es tu bondad Señor para conmigo, en estos momentos de incertidumbre en el mundo, donde todos parecen tener la verdad, quiero saber qué hacer. Por eso, guíame por sendas de justicia por amor de tu nombre, porque ciertamente el bien y la misericordia me guiarán todos los días de mi vida. Espíritu Santo guíame cada día a la verdad y conforta mi alma con tu Palabra y con la certeza de que eres fiel. En el dulce nombre de Jesús, amén.