miércoles, 31 de enero de 2018

FUISTE FORMADO PARA SERVIR A DIOS

PROPÓSITO Nº 4
FUISTE FORMADO PARA SERVIR A DIOS

¿Qué somos?... Nada más que servidores por medio
De los cuales ustedes llegaron a creer, según lo que
El Señor le asignó a cada uno. Yo sembré, Apolos regó,
Pero Dios ha dado el crecimiento.
1º Corintios 3:5-6 (PAR)

Acepta tu asignación

Porque somos hechura de Dios, creados en Cristo Jesús
Para buenas obras, las cuales dios dispuso de antemano
A fin de que las pongamos en práctica.
Efesios 2:10 (NVI)

Yo te he glorificado en la tierra, y he llevado
A cabo la obra que me encomendaste.
Juan 17:4 (NVI)

Fuiste puesto en la tierra para aportar algo.

No fuiste creado sólo para consumir sus recursos, para comer, respirar y ocupar espacio. Dios te diseñó para que hicieras una diferencia con tu vida. Hay muchos libros que ofrecen consejo en cuanto a cómo obtener una mejor calidad de vida, que por cierto no es la razón por la que Dios te hizo. Fuiste creado para añadir vida a la tierra, no para quitársela. Dios quiere que le des algo a cambio. Este es el cuarto propósito de Dios para tu vida, lo que llamamos tu “ministerio” o servicio. La Biblia nos da los detalles.
Creados para servir a Dios. La Biblia dice: “Dios nos creó para una vida de obras buenas, las cuales ha preparado para nosotros”. Esas “buenas obras” son tu servicio. Siempre que sirves a otros de cualquier manera, verdaderamente estás sirviendo a Dios y cumpliendo uno de tus propósitos. En los dos capítulos siguientes verás cómo Dios te ha formado para este propósito.
Lo que dios le dijo a Jeremías también es válido para ti: “Antes de formarte en el vientre, ya te había elegido; antes de que nacieras, ya te había apartado”. Fuiste puesto en este planeta para cumplir una asignación especial.
Salvado para servir a Dios. La Biblia afirma: “Él es quién nos salvó y escogió para su obra santa, no porque lo merecíamos sino porque estaba en su plan”. Dios te redimió para que hicieras su “obra santa”. Tú no eres salvo por buenas obras, sino para buenas obras. En el reino de Dios, tienes un lugar, un propósito, un rol y una función a cumplir. Esto le da a tu vida un gran significado y valor.
Costó la propia vida de Jesús comprar tu salvación. La Biblia nos recuerda que fuimos “comprados por un precio”. No servimos a Dios por miedo, por culpa o por obligación, sino con gozo y profunda gratitud por lo que ha hecho por nosotros.
A Él debemos nuestras vidas. Gracias a su salvación nuestro pasado ha sido perdonado, nuestro presente tiene significado y nuestro futuro está asegurado. A la luz de esos beneficios increíbles, Pablo concluyó: “Tomando en cuenta la misericordia de Dios... ofrezcan sus vidas como sacrificio vivo, dedicado a su servicio”.
El apóstol Juan enseñó que nuestro servicio a otros en amor muestra que verdaderamente fuimos salvados. Él dijo: “Nosotros sabemos que hemos pasado de la muerte a la vida porque amamos a nuestros hermanos”. Si no amo a los demás ni deseo servirles, y si sólo estoy concentrado en mis necesidades; debería preguntarme si Cristo está realmente en mi vida. Un corazón salvado es uno que quiere servir.
Otro término para el servicio de Dios, mal interpretado por la mayoría de las personas, es la palabra ministerio. Cuando la mayoría de las personas la escuchan, piensan en pastores, sacerdotes y clérigos profesionales, pero Dios dice que cada miembro de su familia es un ministro. En su Palabra, los vocablos servidor y ministro son sinónimos, igual que servicio y ministerio. Si eres cristiano, eres un ministro y cuando estás sirviendo, estás ministrando.
Cuando la suegra de Pedro enfermó y fue sanada por el Señor, instantáneamente “se levantó y comenzó a servirle”, aplicando la recepción del don de la salud. Esto es lo que nosotros debemos hacer. Fuimos sanados para ayudar a otros. Fuimos bendecidos para ser de bendición. Fuimos salvados para servir, no para sentarnos y esperar el cielo.
¿Alguna vez te has preguntado por qué Dios no nos llevó de inmediato al cielo en el momento que aceptamos su gracia? ¿Por qué nos deja en un mundo caído? Él nos puso aquí para cumplir con sus propósitos. Una vez que has sido salvado, Dios intenta usarte en sus planes. Él te tiene un ministerio en su iglesia y una misión en el mundo.
Llamado para servir a Dios. A medida que crecías, pudiste haber pensado que ser “llamado” por Dios era algo para misioneros, pastores, monjas y otros trabajadores de “tiempo completo”; pero la Biblia dice que cada cristiano es llamado a servir. Tu llamado a la salvación incluye el llamamiento a servir. Ambos son lo mismo. Cualquiera que sea tu trabajo o carrera, estás llamado al servicio cristiano a tiempo completo. Un “cristiano que no sirve” por definición es una contradicción.
La Biblia dice: “Él nos salvó y nos llamó a ser su pueblo, no por lo que hemos hecho sino según su propósito”. Pedro añade: “Fueron escogidos para hablar de las excelentes cualidades de Dios, quien los llamó. En el momento en que usas las habilidades que Dios te dio para ayudar a otros, estás cumpliendo con tu llamado.
La Biblia afirma: “Ahora perteneces a Él... de manera que puedas ser usado para el servicio de Dios”. ¿Cuánto de tu tiempo estás usando en servir a Dios? En algunas iglesias en China, a los nuevos creyentes les dan la bienvenida diciendo: “Jesús ahora tiene un nuevo par de ojos para ver, nuevos oídos para escuchar, nuevas manos para ayudar y un nuevo corazón para amar a otros”.
Una de las razones por las que necesitas integrarte a la familia de la iglesia es para cumplir de forma práctica con tu llamado a servir a otros creyentes, todo es importante. La Escritura indica: “Todos ustedes juntos son el cuerpo de Cristo, y cada uno de ustedes es una parte necesaria y separada de éste”. Tu servicio se necesita con desesperación en el cuerpo de Cristo; pregunta en cualquier iglesia local. Cada uno de nosotros tenemos un papel a desempeñar; cada papel es importante. En ningún sentido hay servicio pequeño para Dios.
Tampoco hay ministerios insignificantes en la iglesia. Algunos son visibles y otros se desarrollan detrás del escenario, pero todos son valiosos. Los ministerios, pequeños o escondidos, a veces hacen una inmensa diferencia. En mi hogar, la luz más importante no es la del gran candelabro que está en el comedor, sino la de la pequeña lamparita de noche que impide que me golpee el dedo del pie cuando me levanto en la noche. No hay correlación entre tamaño e importancia. En asuntos del ministerio, todos dependemos unos de otros.
¿Qué pasa cuando una parte del cuerpo falla? Te enfermas. El resto de tu cuerpo sufre. Imagínate si tu hígado decidiera comenzar a vivir por sí mismo: “¡Estoy cansado! ¡No quiero servir más a este cuerpo! Quiero un año de descanso; que sólo me alimenten. ¡Tengo que hacer lo mejor para mí! Deja que otro tome mi lugar. ¿Qué podría pasar? Tu cuerpo podría morir. Hoy miles de iglesias locales están muriendo porque los cristianos se rehúsan a servir. Se sientan como espectadores, mientras el cuerpo sufre.
Se te manda servir a Dios. Jesús fue inerrable: “Tú actitud debe ser igual a la mía, porque yo, el Mesías, no vine a ser servido sino a servir y a dar mi vida”. Para los cristianos, el servicio no es opcional, sino algo que debe estar arraigado en nuestros horarios si escatimamos el tiempo. Es el corazón de la vida cristiana. Jesús vino “a servir” y “a dar”, y esos dos verbos también pueden definir tu vida en la tierra. Servir y dar, en resumen, son el cuarto propósito de Dios para tu vida. La Madre Teresa dijo una vez: “Vivir en santidad es hacer la obra de Dios con una sonrisa”.
Jesús enseñó que la madurez espiritual nunca es un fin en sí mismo. ¡La madurez es para ministrar! Maduramos para dar. No es suficiente seguir aprendiendo más y más. Debemos poner en acción lo que conocemos y poner en práctica lo que proclamamos creer. Impresión sin expresión causa depresión. El estudio sin servicio conlleva a un estancamiento espiritual. La antigua comparación entre el mar de Galilea y el Mar Muerto aún es cierta. Galilea es un lago lleno de vida que recibe agua pero también da. En contraste, nada vive en el mar Muerto, porque no tiene salida de agua, está estancado.
Lo último que muchos creyentes necesitan es otro estudio bíblico más. Ya saben más de lo que ponen en práctica. Lo que necesitan son experiencias sirviendo en lo que puedan ejercitar sus músculos espirituales.
El servicio es lo opuesto a nuestra inclinación natural. La mayoría del tiempo nos interesamos más en que “nos sirvan” que servir. Decimos: “Estoy buscando una iglesia que supla mis necesidades y me sea de bendición”, en vez de decir: “busco un lugar para servir y ser de bendición”. Esperamos que otros nos sirvan, no al contrario. Pero en cuanto maduramos en Cristo, el foco de nuestras vidas debe cambiar cada vez más para vivir sirviendo. El seguidor maduro de Jesús se para y pregunta: “¿Quién va a suplir mis necesidades?” y vuelve a pregunta: “¿Qué necesidades puedo satisfacer?” ¿Te has hecho esa pregunta?

CÓMO PREPARARSE PARA LA ETERNIDAD
Al final de tu vida en la tierra te presentarás delante de Dios, y Él evaluará cuán bien les serviste a otros con tu vida.
La Biblia afirma: “Cada uno de nosotros tendrá que dar cuenta personalmente a Dios”. Medita en las implicaciones de esto. Un día dios comparará cuánto tiempo y energía gastamos en nosotros mismos comparado con lo que invertimos en servir a otros.
A esa altura, todas nuestras excusas egocéntricas sonarán vacías: “Estaba muy ocupado” o “Tenía mis propias metas” o “Estaba preocupado con el trabajo, con la diversión o preparándome para la jubilación”. Para todas esas excusas Dios responderá: “Lo siento, respuesta equivocada”. Yo te hice, te salvé, te llamé y te mandé a vivir una vida de servicio. ¿Qué parte no entendiste?” La Biblia advierte a los no creyentes: “Él derramará su furia y su ira en aquellos que viven para sí mismos”, pero para los cristianos esto significará una pérdida de recompensas eternas.
Sólo estamos completamente vivos cuando ayudamos a otros. Jesús dijo: “Si insistes en salvar tu vida, la perderás. Sólo aquellos que dan sus vidas por mi causa y por la causa de las buenas nuevas siempre conocerán lo que esto significa en la vida realmente”. Esta verdad es tan importante que se repite cinco veces en los Evangelios. Si no estás sirviendo, sólo estás existiendo; porque la vida se creó para ministrar. Dios quiere que aprendas a amar y servir a otros con abnegación.

SERVICIO Y SIGNIFICADO
Vas a dar tu vida por algo. ¿Será por una carrera profesional, por un deporte, un entretenimiento, fama o riquezas? Nada de eso tiene importancia duradera. El servicio es el camino a la significación real. Es a través del ministerio que descubrimos el significado de nuestras vidas. La Biblia afirma: “Cada uno de nosotros encuentra su función y significado como parte de su cuerpo”. Es en el servicio unido a la familia de Dios, que nuestras vidas cobran relevancia eterna. Pablo dice: “Quiero que pienses en cómo todo esto te hace más significativo, no menos... porque tú eres una parte”.
Dios quiere usarte para marcar una diferencia en su mundo. Él quiere trabajar a través de ti. No importa la duración de tu vida sino la donación de la misma. No cuánto tiempo viviste, sino cómo lo hiciste.
Si no estás involucrado en ningún servicio o ministerio, ¿qué excusa has estado usando? Abraham era viejo, Jacob inseguro, Lea sin atractivo, José fue abusado, Moisés tartamudeaba, Gedeón era pobre, Sansón code pendiente, Rahab una inmoral, David tuvo una amante y todo tipo de problemas familiares, Jeremías estaba deprimido, Jonás era rebelde, Noemí una viuda, Juan el Bautista un excéntrico, Pedro impulsivo, Marta preocupada por todo, la samaritana fracasada en varios matrimonios, Zacarías era impopular, Tomás tuvo dudas, Pablo tuvo una salud pobre y Timoteo era tímido. Esta es efectivamente una variedad de individuos que no se adaptan muy bien al ambiente, pero dios los usó a cada uno de ellos para su servicio. También te usará a ti, si dejas de dar excusas.

DÍA VEINTINUEVE
PENSANDO EN MI PROPÓSITO

Punto de reflexión: El servicio no es opcional.

Versículo para recordar: “Porque somos hechura de Dios, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios dispuso de antemano a fin de que las pongamos en práctica”. Efesios 2:10 (NVI).


Pregunta para considerar: ¿Qué es lo que me impide aceptar el llamado de Dios para servirle?

Servir A Cristo - Migdalia Rivera (Letra) Musica Cristiana

martes, 30 de enero de 2018

Requiere tiempo

Requiere tiempo

Todo tiene su momento oportuno; hay un tiempo
Para todo lo que se hace bajo el cielo.
Eclesiastés 3:1 (NVI)

Estoy convencido de esto: el que comenzó tan buena
Obra en ustedes la irá perfeccionando hasta
El día de Cristo Jesús.
Filipenses 1:6 (NVI)

No hay atajos en el camino hacia la madurez.

Convertirnos en adultos requiere años, y toda una estación para que el fruto crezca y madure. Eso también es cierto con respecto al fruto del Espíritu. El desarrollo de un carácter semejante al de Cristo no se puede apresurar. El crecimiento espiritual, como el físico, lleva tiempo.
Cuando se intenta acelerar la maduración de la fruta, pierda su sabor. En Estados Unidos, por lo general, se arrancan los tomates sin madurar para que no se magullen cuando son enviados a los mercados. Después, antes de ser vendidos, estando aún verdes, son rociados con CO2 para que queden rojos el instante. Los tomates rociados con gas son comestibles pero su sabor no tiene punto de comparación con el de un tomate al que se le permitió madurar a su tiempo.
Mientras nosotros nos preocupamos en qué tan rápido crecemos. Dios se interesa en qué tan fuertes crecemos. Dios ve nuestras vidas desde y para la eternidad, por eso nunca tiene prisa.
Lane Adams en cierta oportunidad comparó el proceso del crecimiento espiritual con la estrategia que los aliados usaron en la Segunda Guerra Mundial para liberar a las islas del Pacífico sur. Primero hicieron el trabajo de “ablande” de una isla, debilitando la resistencia mediante el bombardeo de las fortalezas enemigas con bombas lanzadas desde naves que estaban en la costa. Después, un pequeño grupo de soldados especializados invadía la isla y establecía una “cabecera de playa”, una pequeña zona de la isla, una parte del territorio a la vez. Finalmente toda la isla quedaba bajo su control, aunque no sin antes librar algunas batallas costosas.
Adams trazó este paralelo: Antes que Cristo invada nuestra vida en la conversión, a veces tiene que “ablandarnos”, permitiendo que tengamos algunos problemas que no podemos resolver. Aunque algunos abren sus vidas a Cristo la primera vez que llama a la puerta, la mayoría nos resistimos y estamos a la defensiva. Nuestra experiencia previa a la conversión es que Jesús nos dice: “¡He aquí yo estoy a la puerta y bombardeo!”
En cuanto aceptamos a Cristo, Dios consigue una cabeza de playa y así conquista una parte de nuestra vida. Podemos pensar que hemos rendido toda nuestra vida a Él, pero lo cierto es que hay mucho en nuestra vida de lo cual ni siquiera somos conscientes. Solamente podemos entregarle a Dios tanto de ella como entendamos en ese momento. Y eso está bien. Cuando le entregamos una parte a Cristo, Él empieza su campaña para tomar más y más territorio hasta que toda nuestra vida es completamente suya. Habrá luchas y batallas, pero el resultado final nunca se pone en duda.
Dios ha prometido que “el que comenzó tan buena obra en ustedes la irá perfeccionando hasta el día de Cristo Jesús”. El discipulado es el proceso de conformarse a Cristo. La Biblia dice: “Llegamos a la madurez verdadera, esa medida de desarrollo que se define como “la plenitud de Cristo””. La semejanza a Cristo es nuestro destino final, pero el viaje durará toda la vida.
Hasta ahora hemos visto que este viaje involucra creer (mediante la adoración), pertenecer (en la comunión), y llegar a ser (mediante el discipulado). Dios quiere que llegues a ser un poco más como Él cada día: “Ustedes han empezado a vivir la vida nueva, en la cual están siendo renovados y están llegando a ser como el que los hizo”.
Hoy estamos obsesionados por la velocidad, pero Dios está más interesado en la fortaleza y la estabilidad que en la rapidez. Queremos el arreglo rápido, el atajo, la solución inmediata. Un sermón, un seminario o una experiencia que resuelva todos los problemas al instante, quite las tentaciones y nos libere de todos los dolores del crecimiento. Pero la verdadera madurez nunca es resultado de una sola experiencia, no importa cuán poderosa o conmovedora llegue a ser. El crecimiento es gradual. La Biblia dice: “Nuestras vidas gradualmente se vuelven más luminosas y más hermosas mientras Dios entra en nuestras vidas y llegamos a ser como Él”.

¿POR QUÉ TOMA TANTO TIEMPO?
Aunque Dios podría transformarnos en un instante, decidió desarrollarnos lentamente. Jesús entrena a sus discípulos de forma pausada. Así como Dios les permitió a los israelitas tomar la tierra prometida “poco a poco” para que no quedaran agobiados, prefiere trabajar en nuestras vidas avanzando paso a paso.
¿Por qué toma tanto tiempo cambiar y crecer? Hay varias razones.
Somos de lento aprendizaje. A menudo tenemos que releer una lección cuarenta o cincuenta veces para captarla realmente. Los problemas siguen repitiéndose, y pensamos: “¡Otra vez no! ¡Eso ya lo aprendí!”; pero dios sabe más. La historia de Israel ilustra cuán rápidamente olvidamos las lecciones que Dios nos enseña y cuán pronto regresamos a nuestros viejos modelos de conducta. Necesitamos repetidas exposiciones de la lección.
Tenemos mucho que desaprender. Muchas personas van a un psicólogo por un problema personal o relacional que desarrollaron durante años y le dicen: “Necesito que me arregle esta situación. Tengo una hora”. ¡Qué ilusos! Esperan una solución rápida a una dificultad histórica y profundamente arraigada. Dado que la mayoría de nuestros problemas ¾y de todas nuestras malas costumbres¾ no se desarrollaron de la noche a la mañana, es poco realista esperar que se marchen de inmediato.
No hay ninguna píldora, oración o principio que deshaga al instante el daño provocado en el transcurso de muchos años. Requiere arduo trabajo de eliminación y sustitución. La Biblia lo llama “quitándose el viejo hombre” y “poniéndose el nuevo hombre”. Aunque se te dio una naturaleza totalmente nueva en el momento de la conversión, todavía tienes viejos hábitos, modelos y prácticas que necesitan ser eliminados y reemplazados.
Tememos enfrentar con humildad la verdad acerca de nosotros mismos. Ya he señalado que la verdad nos hará libres, pero a menudo primero nos hace sentir infelices. El temor de lo que podríamos descubrir si enfrentáramos con sinceridad nuestros defectos de carácter nos mantiene presos en la negación. Sólo en la medida que permitamos que Dios, con la luz de su verdad, ilumine nuestros defectos, fracasos y complejos, podremos empezar a trabajar en ellos. Por eso no podemos crecer sin una actitud humilde y con una buena disposición de aprender.
A menudo el crecimiento es doloroso y nos asusta. No hay crecimiento sin cambio, no hay cambio sin temor o pérdida, y no hay pérdida sin dolor. Todo cambio involucra alguna clase de pérdida: debes desprenderte de las viejas costumbres para poder experimentar las nuevas. Tenemos miedo de estas nuestra propia derrota porque, como ocurre con un par de zapatos gastados, al menos son cómodos y familiares.
A menudo las personas construyen su identidad alrededor de sus defectos. Suelen decir: “Es que así soy yo cuando...” y “Así es como soy”. La preocupación inconsciente es que si abandono mi hábito, mi herida o mi complejo, ¿quién seré? Este temor definitivamente puede frenar tu crecimiento.
Desarrollar hábitos lleva tiempo. Recuerda que tu carácter es la suma de todos tus hábitos. No puedes decir que eres amable a menos que por costumbre lo seas, muestras tu gentileza aun sin pensarlo. No puedes decir que eres íntegro a menos que tengas por hábito ser siempre sincero. Un marido que es fiel a su esposa la mayor parte del tiempo ¡no es fiel en absoluto! Sus hábitos definen su carácter.
Hay sólo una manera de desarrollar los hábitos de un carácter semejante al de Cristo: Practicarlos: ¡y eso toma tiempo! No existen hábitos instantáneos.
Pablo instó a Timoteo: “Practica estas cosas. Consagra tu vida a ellas para que todos puedan ver tu progreso”.
Si practicas algo durante un tiempo, te perfeccionas en eso. La repetición es la madre del carácter y la habilidad. Estos hábitos que edifican el carácter se llaman a menudo “disciplinas espirituales”, y hay docenas de grandes libros que pueden enseñarte cómo realizarlas. Sugiero que leas los mejores para tu crecimiento espiritual (Apéndice 2).

No te apresures
Mientras creces en la madurez espiritual, hay varias maneras de cooperar con Dios en el proceso.
Cree que Dios está trabajando en tu vida aun cuando no lo sientas. El crecimiento espiritual es a veces un trabajo tedioso, en el cual se avanza un pequeño paso a la vez. Espera un progreso gradual. La Biblia dice: “Todo sobre la tierra tiene su propio tiempo y su propia estación”. En tu vida espiritual también hay estaciones. A veces experimentarás un crecimiento intenso por un tiempo corto (primavera) seguido de un período de estabilización y prueba (otoño e invierno).
¿Qué hay de esos problemas, hábitos y heridas que te gustaría que desaparecieran? Está muy bien orar por un milagro, pero no te decepciones si la respuesta llega mediante un cambio gradual. Con el tiempo, un flujo lento y firme de agua erosiona la piedra más dura y convierte las rocas gigantes en guijarros. Con el tiempo, un pequeño brote puede convertirse en un árbol gigante que supere los cien metros de alto.
Ten un cuaderno o diario para anotar las lecciones aprendidas. Este no es un diario de acontecimientos, sino un registro de lo que estás aprendiendo. Apunta los descubrimientos y lecciones que Dios te enseña acerca de Él, de ti, de la vida, de las relaciones y de todo lo demás (Apéndice 2). Anótalas para que puedas repasarlas y recordarlas y pasárselas a la siguiente generación. La razón por la cual debemos volver a aprender las lecciones es porque las olvidamos. El repaso periódico de tu diario espiritual te puede evitar mucho sufrimiento y dolor innecesarios. La Biblia dice: “Es crucial que nos aferremos con firmeza a lo que hemos oído para que no nos extraviemos”.
Sé paciente con Dios y contigo mismo. Una de las frustraciones de la vida es que el programa de Dios raramente es igual al nuestro. A menudo tenemos prisa, pero Dios no. Es posible que te sientas frustrado con el progreso aparentemente lento que estás experimentando.
Recuerda que Dios nunca anda deprisa, pero siempre llega a tiempo. Él usará toda tu vida preparándote para tu papel en la eternidad.
La Biblia está llena de ejemplos de la manera en que Dios utiliza un largo proceso para desarrollar el carácter, sobre todo en los líderes. Tomó ochenta años para preparar a Moisés, incluyendo cuarenta en el desierto. Por 14.600 días Moisés siguió esperando y preguntándose: “¿Ya es hora?” Pero dios seguía diciendo: “Todavía no”. Contrariamente a los títulos de los libros populares, no hay Pasos fáciles para alcanzar la madurez o los Secretos de la santidad instantánea. Cuando Dios quiere hacer crecer un roble gigante, toma cien años; pero cuando quiere hacer un hongo, lo hace en una noche. Las almas grandes crecen y se forman atravesando luchas, tormentas y tiempos de sufrimiento. Ten paciencia con el proceso. Santiago aconsejó: “No intentes salir de nada prematuramente. Dejen que haga su trabajo para que ustedes lleguen a ser maduros y bien desarrollados”.
No te desanimes. Cuando Habacuc se deprimió porque pensaba que Dios no estaba actuando con suficiente rapidez, dios le dijo: “Las cosas que planeo no ocurrirán inmediatamente. Lentamente, con tranquilidad, pero con certeza, se acerca el tiempo en que la visión se cumplirá. Si parece muy lento, no desesperes, porque estas cosas tendrán que ocurrir. Ten paciencia. No se retrasarán ni un solo día”. Un retraso no significa negación de parte de Dios.
Recuerda cuánto has progresado, no únicamente cuánto te falta. No estás donde quieres, pero tampoco donde estabas. Hace años las personas usaban un botón muy popular con las siguientes letras: PFTPDNHTCT. Es decir: “Por Favor Ten Paciencia, Dios No Ha Terminado Conmigo Todavía”. Dios no ha terminado contigo tampoco, así que sigue avanzando.
¡Hasta el caracol subió a bordo del arca por su perseverancia!

DÍA VEINTIOCHO
PENSANDO EN MI PROPÓSITO

Punto de reflexión: No hay atajos en el camino hacia la madurez.

Versículo para recordar: “Estoy convencido de esto: el que comenzó tan buena obra en ustedes la irá perfeccionando hasta el día de Cristo Jesús”. Filipenses 1:6 (NVI).


Pregunta para considerar: ¿En qué aspecto de mi crecimiento espiritual necesito ser más paciente y perseverante?

RENUEVAME SEÑOR JESUS, YA NO QUIERO SER IGUAL

lunes, 29 de enero de 2018

Cómo derrotar la tentación

Cómo derrotar la tentación

Huye de las cosas que suelen provocar malos
Pensamientos... y apégate a lo que provoque
En ti el deseo de hacer el bien.
2º Timoteo 2:22 (BAD)

Pero recuerden esto: los malos deseos que les hayan
Sobrevenido no son ni nuevos ni diferentes. Muchísimos
Han pasado exactamente por las mismas situaciones.
Ninguna tentación es irresistible. Pueden estar confiados
En la fidelidad de Dios, que no dejará que la tentación
Sea más fuerte de lo que pueden resistir; Dios lo prometió
Y jamás falta a su palabra. Ya verán que les muestra la
Manera de escapar de la tentación para que puedan
Resistirla con paciencia.
1º Corintios 10:13 (BAD)

Siempre hay una salida.

A veces puedes sentir que una tentación es demasiado insoportable, pero eso es mentira de Satanás. Dios ha prometido que nunca permitirá que haya más sobre ti que lo que te pone dentro para vencerla. Él no te permitirá ninguna tentación que no puedas superar. Sin embargo, también debes hacer tu parte practicando cuatro claves bíblicas para derrotar la tentación.
Vuelve a concentrar tu atención en algo diferente. Te sorprenderá saber que en ninguna parte de la Biblia se nos dice que debemos “resistir la tentación”. Se nos dice que “resistamos al diablo”, pero eso es muy distinto, como explicaré más adelante. En cambio, se nos aconseja que volvamos a enfocar nuestra atención porque resistir un pensamiento no resulta. Sólo intensifica nuestro enfoque en lo malo y fortalece su fascinación. Permíteme explicarte:
Cada vez que intentas bloquear un pensamiento en tu mente, lo grabas más profundo en tu memoria. Cuando lo resistes, en realidad lo refuerzas. Esto resulta especialmente cierto en el caso de la tentación. No la derrotas luchando contra los sentimientos que te produce. Cuanto más luchas contra un sentimiento, tanto más te consume y controla. Realmente lo fortaleces cada vez que piensas en él.
Dado que la tentación siempre empieza con un pensamiento, la manera más rápida para neutralizar su fascinación es concentrarte en otra cosa. No luches contra ese pensamiento, simplemente cambia el cauce de tu mente y procura interesarte en otra idea. Este es el primer paso para derrotar la tentación.
La batalla contra el pecado se gana o se pierde en la mente. Cualquier cosa que atrape tu atención te atrapará a ti. Por eso Job dijo: “Hice un pacto con mis ojos para no mirar con lujuria a ninguna mujer joven”. Y el salmista oró: “Guárdame de prestar atención a lo que no tiene valor”.
¿Alguna vez viste un anuncio comercial en la televisión promocionando una comida y de repente sentiste hambre? ¿Has oído toser a una persona alguna vez e inmediatamente sientes la necesidad de aclarar tu garganta? ¿Alguna vez viste a una persona abriendo la boca en un gran bostezo y enseguida sentiste ganas de bostezar también? (¡Es posible que estés bostezando ahora mismo mientras estás leyendo esto!) Ese es el poder de la sugestión. En forma natural nos acercamos a cualquier cosa en la que nos concentremos. Cuanto más pienses en algo, tanto más fuerte te retendrá.
Por esa razón la repetición de “Debo dejar de comer demasiado... o dejar de fumar... o dejar la lujuria” es una estrategia de derrota. Te mantiene enfocado en lo que no quieres. Es como si anunciaras: “Yo nunca voy a hacer lo que hizo mi madre”. Te estás preparando para repetirlo.
La mayoría de las dietas no resultan porque lo mantienen a uno pensando en la comida todo el tiempo, garantizando que tendremos hambre. Del mismo modo, un orador que se repite a sí mismo todo el tiempo: “¡No te pongas nervioso!” ¡Se prepara para ponerse nervioso! En cambio debería concentrarse en cualquier otra cosa excepto en sus sentimientos: en Dios, en la importancia de su discurso o en las necesidades de sus oyentes.
La tentación empieza por captar tu atención. Lo que capta tu atención estimula tu deseo. Después tus deseos activan tu conducta, y actúas con base en lo que sentiste. Cuanto más te concentres en “No quiero hacer esto”, tanto más fuerte te atraerá hacia su red.
Hacer caso omiso de una tentación es más eficaz que luchar contra ella. En cuanto tu mente está en otra cosa, la tentación pierde su poder. Así que, cuando la tentación te llame por teléfono, no discutas con ella, ¡simplemente cuelga!
A veces esto significa dejar físicamente una situación tentadora. Hay ocasiones en que lo correcto es huir. Levántate y apaga la televisión. Aléjate de un grupo que está contando chismes. Abandona el cine en medio de la película. Para que las abejas no te piquen, quédate lejos del enjambre. Haz lo que sea necesario para concentrarte en otra cosa.
Desde el punto de vista espiritual, nuestra mente es el órgano más vulnerable. Para reducir la tentación, mantén tu mente ocupada con la Palabra de Dios y otros pensamientos buenos. Los pensamientos malos se derrotan pensando en algo mejor. Este es el principio del reemplazo. Vence el mal con el bien. Satanás no puede llamarnos la atención cuando nuestra mente está preocupada con otra cosa. Por eso la Biblia nos aconseja repetidas veces que mantengamos nuestras mentes enfocadas: “Consideren a Jesús”. “Siempre piensen en Jesucristo”.
“Llenen sus mentes de las cosas que son buenas y que merecen alabanza: cosas que son verdaderas, nobles, correctas, puras, encantadoras, y honorables”.
Si realmente quieres derrotar la tentación, debes organizar tu mente y monitorear tu consumo de los medios de información. El hombre más sabio que haya vivido jamás, advirtió: “Ten cuidado cómo piensas; tu vida está moldeada por tus pensamientos”. No permitas que la basura entre a tu mente indiscriminadamente. Sé selectivo. Escoge con cuidado en qué cosas vas a pensar. Sigue el modelo de Pablo: “Llevamos cautivo todo pensamiento y hacemos que se rinda y obedezca a Cristo”. Esto requiere una vida de práctica, pero con la ayuda del Espíritu Santo puedes reprogramar tu manera de pensar.
Revela tu lucha a un amigo consagrado o a un grupo de apoyo.
No tienes que hacer pública tu tentación al mundo entero, pero necesitas contar con por lo menos una persona a quien expresarle con sinceridad tus luchas. La Biblia dice: “Es mejor que tengas un amigo, a que estés completamente solo... Si caes, tu amigo puede ayudarte. Pero si caes sin tener un amigo cercano, estás realmente en problemas”.
Aclaremos esto: Si estás perdiendo la batalla contra un persistente y mal hábito, una adicción o una tentación y estás atrapado en un círculo vicioso de buenas intenciones, fracasos y culpa, ¡no te mejorarás por ti mismo! Necesitas ayuda de otras personas. Algunas tentaciones sólo se superan con la ayuda de un compañero que ora por ti, te anima y te ayuda a asumir tu responsabilidad.
El plan de Dios para tu crecimiento y libertad incluye a otros cristianos. La comunión auténtica y sincera es el antídoto en la lucha solitaria contra los pecados difíciles de abandonar. Dios dice que esta es la única manera para lograr liberarse: “Confiésense unos a otros sus pecados y oren unos por otros, para que sean sanados”.
¿Realmente quieres ser sanado de esa tentación que sigue derrotándote de continuo? La solución de Dios es muy clara: ¡No la reprimas, confiésala! ¡No la ocultes; manifiéstala! La revelación de tu sentimiento es el principio de la sanidad.
Si escondes tu dolor sólo lo intensificas. Los problemas crecen en la oscuridad y se agrandan, pero cuando son expuestos a la luz de la verdad, se encogen. Solo, estás tan enfermo como tus secretos. Así que quítate la máscara, deja de disimular que eres perfecto y camina hacia la liberación.
En la Iglesia de Saddleback hemos visto el tremendo poder que tiene este principio para debilitar las garras de las adicciones aparentemente desesperantes y de las tentaciones persistentes a través de un programa que desarrollamos llamado “Celebra la Recuperación”. Se trata de un proceso bíblico de restauración, de ocho pasos, basado en las bienaventuranzas de Jesús y organizado con base en pequeños grupos de apoyo. En los últimos diez años más de cinco mil vidas han sido liberadas de toda clase de hábitos, heridas y adicciones. Hoy el programa se usa en miles de iglesias. Recomiendo que lo uses en tu congregación (Apéndice 2).
Satanás quiere que pienses que tu pecado y tentación son únicos y que, por lo tanto, los tienes que guardar en secreto. La verdad es que todos estamos en el mismo barco. Todos luchamos contra las mismas tentaciones y “todos hemos pecado”. Millones han sentido lo mismo que tú y han enfrentado las mismas luchas que tienes en este momento.
Escondemos nuestros defectos por orgullo. Queremos que otros piensen que tenemos todo “bajo control”. La verdad es que cualquier cosa de la que no puedas hablar ya está fuera de control en tu vida: problemas con las finanzas, con tu matrimonio, con los hijos, con pensamientos, con la sexualidad, con hábitos secretos o con cualquier otra cosa. Si pudieras solucionarlos por ti mismo, ya lo habrías hecho. Pero no puedes. La fuerza de voluntad y las resoluciones personales no son suficientes.
Algunos problemas están demasiado arraigados en ti, son hábitos demasiado fuertes y demasiado grandes como para que puedas resolverlos solo. Necesitas un grupo pequeño o un compañero mentor que te anime, te apoye, ore por ti, te amé incondicionalmente y te pida cuentas. Después podrás hacer lo mismo por ellos.
Siempre que alguien me confía: “Yo nunca le he dicho esto a nadie hasta ahora”, me emociono por esa persona porque sé que está a punto de experimentar un gran alivio y liberación. La válvula de presión va a ser liberada, y por primera vez vas a ver un rayo de esperanza en tu futuro. Siempre sucede cuando hacemos lo que dios nos dice que hagamos, reconociendo nuestras luchas a un amigo consagrado.
Permíteme hacerte una pregunta difícil: ¿Hay algún problema que disimulas en tu vida? ¿De qué cosas tienes miedo de hablar? No vas a resolverlo solo. Sí, se necesita humildad para reconocer nuestras debilidades ante otros, pero la misma falta de humildad es lo que nos impide mejorar. La Biblia dice: “Dios resiste a los soberbios, pero da gracia a los humildes: Así que humíllense delante de Dios”.
Resiste al diablo. Después de humillarnos y de ponernos en manos de dios, debemos desafiar al diablo. El reto de Santiago 4:7 dice: “Resistid al diablo y huirá de vosotros”. No renunciamos pasivamente a sus ataques. Debemos enfrentarlo y luchar.
El Nuevo Testamento describe a menudo la vida cristiana como una batalla espiritual contra las fuerzas malignas, usando términos de guerra como pelear, conquistar, luchar y vencer. A menudo los cristianos somos comparados con soldados que ocupan territorio enemigo.
¿Cómo podemos resistir al diablo? Pablo nos dice: “Que la salvación sea el casco que proteja su cabeza, y que la palabra de Dios sea la espada que les da el Espíritu Santo”. El primer paso es aceptar la salvación de Dios. No serás capaz de decirle nada al diablo a menos que le hayas dicho que sí a Cristo. Sin Cristo estamos indefensos contra el diablo, pero Dios protege nuestras mentes con “el casco de la salvación”. Recuerda esto: Si eres creyente, Satanás no puede obligarte a hacer nada; sólo puede darte sugerencias.
Segundo, debes usar la Palabra de Dios como tu arma contra Satanás. Jesús nos dejó su ejemplo; el diablo lo tentó en el desierto. Cada vez que Satanás sugería una tentación, Jesús se oponía citando las Escrituras. Él no discutió con Satanás. Ni dijo: “Yo no tengo hambre”, cuando el diablo lo tentó a que usara su poder para satisfacer una necesidad personal. Simplemente citó las Escrituras de memoria. Nosotros debemos hacer lo mismo. Hay poder en la Palabra de Dios, y Satanás le tiene miedo.
Nunca trates de discutir con el diablo. Él discute mejor que tú, porque ha tenido miles de años para practicar. No puedes engañar a Satanás con la lógica o con tu opinión, pero sí puedes usar el arma que lo hace temblar: la verdad de Dios. Por eso la memorización de las Escrituras es absolutamente esencial para derrotar la tentación. Tienes acceso rápido a ella en cuanto eres tentado. Al igual que Jesús, tienes la verdad guardada en tu corazón, pronta para ser recordada.
¡Si no has memorizado ningún versículo de la Biblia, tu arma está descargada! Así que te desafío a memorizar un versículo por semana de ahora en adelante. Imagínate cuánto más fuerte llegarás a ser.
Percátate de tu vulnerabilidad. Dios nos advierte: Nunca debemos ser arrogantes ni confiados en exceso; esto es la receta para el desastre. Jeremías dijo: “Nada hay tan engañoso como el corazón. No tiene remedio”. Eso significa que somos buenos para engañarnos a nosotros mismos. Dadas las circunstancias correctas, cualquiera es capaz de cometer pecado. Nunca debemos bajar la guardia, ni pensar que la tentación no nos puede alcanzar.
No te coloques descuidadamente en situaciones tentadoras. Evítalas. Recuerda que es más fácil huir de la tentación que salir de ella. La Biblia dice: “No sean tan ingenuos ni tengan tanta confianza en sí mismos. Ustedes no están eximidos. Podrían tropezar y caer de plano tan fácilmente como cualquier otra persona. Olvídense de la confianza en sí mismos; es inútil. Cultiven la confianza en Dios”.

DÍA VEINTISIETE
PENSANDO EN MI PROPÓSITO

Punto de reflexión: Siempre hay una salida.

Versículo para recordar: “Puedes estar confiado en la fidelidad de dios, que no dejará que la tentación sea más fuerte de lo que puedes resistir; Dios lo prometió y jamás falta a su palabra. Ya verás que te muestra la manera de escapar de la tentación; para que puedas resistirla con paciencia”. 1º Corintios 10:13 (BAD).


Pregunta para considerar: ¿A quién le puedo pedir que sea mi compañero espiritual, para que orando por mí me ayude a derrotar una tentación persistente?

Marcos Pacheco

domingo, 28 de enero de 2018

Crecimiento a través de la tentación

Crecimiento a través de la tentación

Dichoso el hombre que no cede a hacer
Lo malo, cuando es tentado,
Porque un día recibirá la corona de vida que Dios ha
Prometido a los que lo aman.
Santiago 1:12 (BAD)

Mis tentaciones han sido mi maestría en teología
Martín Lutero.

Cada tentación es una oportunidad para hacer el bien.

En el camino hacia la madurez espiritual, hasta la tentación llega a ser un escalón más que una piedra de tropiezo cuando comprendes que puede ser tanto una ocasión para hacer lo correcto como para hacer lo incorrecto. La tentación solamente proporciona una elección. Aunque es el arma principal de Satanás para destruirte, Dios quiere usarla para tu desarrollo. Cada vez que escoges hacer lo bueno en lugar de pecar, estás madurando en el carácter de Cristo.
Para entender esto, primero debes identificar las cualidades del carácter de Jesús. Una de las descripciones más conocidas de su carácter es el fruto del Espíritu: “Cuando el Espíritu Santo controla nuestras vidas, Él producirá este tipo de fruto en nosotros: amor, alegría, paz, paciencia, benignidad, bondad, fidelidad, mansedumbre, y autocontrol”.
Estas nueve cualidades son una ampliación del Gran Mandamiento y describen un hermoso retrato de Jesucristo. Él es perfecto amor, gozo, paz, paciencia, y todos los otros frutos incorporados en una sola persona. Tener el fruto del Espíritu es ser como Cristo.
¿Cómo, entonces, produce el Espíritu Santo estos nueve frutos en tu vida? ¿Los crea al instante? ¿Te despertarás un día y te llenarás de repente de estas características totalmente desarrolladas? No. La fruta siempre madura y llega a su punto lentamente.
La siguiente frase es una de las verdades espirituales más importantes que podrás llegar a aprender alguna vez: ¡Dios desarrolla el fruto del Espíritu en tu vida, permitiéndote experimentar circunstancias en las que seas tentado para producir exactamente la cualidad contraria! El desarrollo del carácter siempre involucra una elección, y la tentación proporciona esa oportunidad.
Por ejemplo, Dios nos enseña a amar poniéndonos personas desagradables a nuestro alrededor. No requieres fuerza de voluntad para amar a las personas que son encantadoras y amorosas contigo. Dios nos enseña el verdadero gozo en medio de la tristeza, cuando nos volvemos a Él. La felicidad depende de las circunstancias externas, pero el gozo está basado en tu relación con Dios.
Dios desarrolla la paz verdadera dentro de nosotros, no haciendo que las cosas vayan de la manera en que lo habíamos planeado, sino permitiendo tiempos de caos y confusión. Cualquiera puede tener paz observando un hermoso ocaso o descansando cuando está de vacaciones. Aprendemos la paz verdadera cuando escogemos confiar en Dios a pesar de las circunstancias cuando estamos tentados a preocuparnos o a tener miedo. De igual modo, la paciencia se desarrolla en las circunstancias que nos obligan a esperar, cuando estamos tentados a enfadarnos o a punto de explotar.
Dios utiliza la situación opuesta de cada fruto para que tengamos la posibilidad de elegir. No puedes decir que eres bueno si nunca has sido tentado a ser malo. No puedes decir que eres fiel si nunca has tenido la oportunidad de ser infiel.
La integridad se construye derrotando la tentación a ser deshonestos; la humildad crece cuando nos negamos a ser orgullosos; y desarrollas la paciencia cada vez que rechazas la tentación de rendirte. ¡Cada vez que derrotas una tentación te pareces más a Jesús!

CÓMO OPERA LA TENTACIÓN
Nos ayuda saber que Satanás es completamente predecible. Él ha usado la misma estrategia y las viejas artimañas desde la creación. Todas las tentaciones siguen el mismo modelo. Por eso Pablo dijo: “No ignoramos sus artimañas”. De la Biblia aprendemos que la tentación sigue un proceso de cuatro pasos, los mismos que Satanás usó tanto con Adán y Eva como con Jesús.
En el primer paso, Satanás identifica un deseo dentro de ti. Puede ser un deseo pecaminoso, como el de venganza o de manipular a otros, o puede ser uno legítimo y normal, como el deseo de ser amado y valorado o de sentir placer. La tentación empieza cuando Satanás te sugiere (con un pensamiento) que cedas a un deseo malo o que se cumpla un deseo legítimo de manera equivocada o en el momento errado. Ten siempre cuidado con los atajos. ¡A menudo son tentaciones! Satanás susurra: “¡Te lo mereces! ¡Debes tenerlo ahora! Será emocionante... reconfortante... o te hará sentir mejor”.
Pensamos que la tentación está alrededor de nosotros, pero Dios dice que empieza dentro de nosotros. Si no tuvieras ningún deseo interno, no podría atraerte. La tentación siempre empieza en tu mente, no en las circunstancias. Jesús dijo: “Porque de adentro, del corazón humano, salen los malos pensamientos, la inmoralidad sexual, los robos, los homicidios, los adulterios, la avaricia, la maldad, el engaño, el libertinaje, la envidia, la calumnia, la arrogancia y la necedad. Todos estos males vienen de adentro y contaminan a la persona”. Santiago nos dice que hay “un ejército de malos deseos dentro de nosotros”.
El segundo paso es la duda. Satanás trata de conseguir que dudes de lo que Dios ha dicho sorbe el pecado: ¿Es realmente malo? ¿Es verdad que Dios dijo que no lo hagas? ¿No será que Dios dio esta prohibición para otra persona o para otra época? ¿Acaso Dios no quiere que yo sea feliz? La Biblia advierte: “¡Tengan cuidado! No permitan que los malos pensamientos o las dudas hagan que alguno de ustedes se aparte del Dios vivo”.
El tercer paso es el engaño. Satanás es incapaz de decir la verdad; la Biblia lo llama “el Padre de mentiras”. Cualquier cosa que te diga será falsa o simplemente una verdad a medias. Satanás ofrece su mentira para reemplazar lo que Dios ya ha dicho en su Palabra. Satanás dice: “No morirás. Serás tan sabio, como Dios. Puedes salirte con la tuya. Nadie lo sabrá. Resolverás tus problemas. Además, todos lo hacen. Sólo es un pecado pequeño”. Pero un pecado pequeño es como estar “un poco embarazada”: finalmente quedará en evidencia.
El cuarto paso es la desobediencia. Al final te comportarás de acuerdo con lo que estuviste maquinando en tu mente. Lo que comenzó como una idea al fin sale a luz en la conducta. Cedes ante lo que capte tu atención. Crees las mentiras de Satanás y caes en la trampa de la que te advierte Santiago: “Cada uno es tentado cuando sus propios malos deseos lo arrastran y seducen. Luego, cuando el deseo ha concebido, engendra el pecado; y el pecado, una vez que ha sido consumado, da a luz la muerte. Mis queridos hermanos, no se engañen”.

CÓMO VENCER LA TENTACIÓN
Entender cómo opera la tentación ya es en sí mismo útil, pero hay pasos específicos que necesitas dar para vencerla.
Rehúsa ser intimidado. Muchos cristianos se asustan y se desmoralizan con pensamientos tentadores, se sienten culpables porque no están “por encima” de la tentación. Se sienten avergonzados por el solo hecho de ser tentados. No han entendido correctamente en qué consiste la madurez. Nunca podremos dejar atrás la tentación.
En un sentido puedes considerar la tentación como un cumplido. Satanás no tiene que tentar a los que están haciendo su mala voluntad; ya son de él. La tentación es una señal de que Satanás te odia, no de tu debilidad o mundanalidad. También es una parte normal del ser humano y del hecho de vivir en un mundo caído. No te sorprendas ni te asustes o descorazones por ser tentado. Sé realista en cuanto a la incapacidad de evitar la tentación; nunca podrás evitarla completamente. La Biblia dice: “Cuando sean tentados...”, no dice “si son tentados”. Pablo aconseja: “Ustedes no han sufrido ninguna tentación que no sea común al género humano”.
No es un pecado ser tentado. Jesús lo fue, sin embargo nunca pecó. La tentación sólo se convierte en pecado cuando cedes ante ella. Martín Lutero dijo: “Usted no puede impedir que los pájaros vuelen encima de su cabeza, pero puede impedir que hagan un nido en su pelo”. No puedes impedir que el diablo te sugiera determinados pensamientos, pero si puedes decidir no darles cabida o actuar con base en ellos.
Por ejemplo, muchas personas no distinguen la diferencia que hay entre la atracción física o la excitación sexual y la lujuria. No son lo mismo. Dios nos creó como seres sexuales, y eso es bueno. La atracción y la excitación son respuestas naturales, espontáneas y dadas por Dios a la belleza física, mientras que la lujuria es un acto deliberado de la voluntad.
La lujuria es la opción de cometer en tu mente lo que te gustaría hacer con tu cuerpo. Puedes sentirte atraído o incluso excitado y, sin embargo, decidir no pecar por lujuria. Muchas personas, sobre todo los varones cristianos, se sienten culpables porque las hormonas que Dios les dio se les alborotan. Cuando automáticamente una mujer atractiva les llama la atención, suponen que es lujuria y se sienten avergonzados y condenados. Pero la atracción no es lujuria hasta que se le da cabida.
Realmente, cuanto más te acercas a Dios, tanto más Satanás tratará de tentarte. En cuanto llegaste a ser un hijo de Dios, Satanás, como un mafioso que contrata asesinos a sueldo, “puso precio a tu cabeza”. Eres su enemigo, y él está tramando tu caída.
A veces, mientras oras, Satanás sugerirá un pensamiento raro o malo simplemente para distraerte y avergonzarte. No te alarmes ni te avergüences por eso, pero comprende que Satanás le tiene miedo a tus oraciones e intentará hacer cualquier cosa para detenerlas. En lugar de condenarte con “¿Cómo se me ocurrió un pensamiento así?”, piensa que es una distracción de Satanás e inmediatamente vuelve a concentrarte en Dios-
Reconoce lo que te tienta y prepárate. Ciertas situaciones te hacen más vulnerable a la tentación que otras. Algunas circunstancias te harán tropezar casi de inmediato, mientras que otras no te molestarán mucho. Estas situaciones son particulares para tus debilidades y necesitas identificarlas porque ¡Satanás las conoce con toda seguridad! Él sabe exactamente qué es lo que te hace tropezar y trabaja constantemente para ponerte en esas circunstancias. Pedro advierte: “Manténganse en alerta. El diablo está en posición para saltar; y anda le gustaría más que encontrarlos tomando una siesta”.
Pregúntate: “¿Cuándo me siento más tentado? ¿Qué día de la semana? ¿A qué hora del día?” Pregunta: “¿Dónde me siento más tentado? ¿En el trabajo? ¿En casa? ¿En la casa de un vecino? ¿En un centro deportivo? ¿En el aeropuerto o en un motel fuera de la ciudad?”.
Pregúntate: “¿Quién está conmigo cuando soy más tentado? ¿Los amigos? ¿Los colaboradores? ¿Una muchedumbre de extraños? ¿Cuándo estoy solo?” También pregúntate: “¿Cómo me siento por lo general cuando soy más tentado?” Puede ser cuando estás cansado o solo o aburrido o deprimido o bajo estrés. Puede ser cuando sientes que te han lastimado o estás enfadado o angustiado, o después de un gran éxito o cuando espiritualmente te sientes en la cima.
Debes identificar tu modelo particular de tentación y luego prepararte para evitar esas situaciones tanto como sea posible. La Biblia nos dice repetidamente que nos anticipemos y estemos listos para enfrentar la tentación. Pablo dijo: “No le den ninguna oportunidad al diablo”. La planeación sabia reduce la tentación. Sigue el consejo de Proverbios, que nos aconseja: “Planeen cuidadosamente lo que hacen... Eviten el mal y caminen directamente hacia delante. No se desvíen ni un paso del camino correcto”. “El pueblo de Dios evita los caminos malos, y se protege mirando por dónde va”.
Pídele ayuda a Dios. El cielo tiene una línea abierta para las emergencias las veinticuatro horas del día. Dios quiere que le pidas ayuda para superar la tentación. Él dice: “Llámame cuando estés angustiado; yo te libraré, y tú me honrarás”.
Yo llamo a esto una oración “microondas” porque es rápida y a punto: ¡Socorro! ¡SOS! ¡Ayuda! Cuando la tentación azota, no hay tiempo para mantener una conversación larga con Dios; simplemente clamamos a Dios. David, Daniel, Pedro, Pablo, y otros millones, han orado este tipo de plegaria instantánea pidiendo ayuda en medio de los problemas.
La Biblia garantiza que nuestro clamor por ayuda será oído porque Jesús se solidariza con nuestras luchas. Él enfrentó las mismas tentaciones que nosotros. Él “entiende nuestras debilidades, porque Él enfrentó todas las mismas tentaciones que nosotros, sin embargo, Él no pecó”.
Si Dios está esperando para ayudarnos a derrotar la tentación, ¿por qué no nos volvemos a Él más a menudo? A decir verdad, ¡a veces no queremos que nos ayude! Preferimos ceder a la tentación aunque sabemos que es malo. En ese momento pensamos que sabemos lo que es mejor para nosotros más que Dios.
En otros momentos nos avergonzamos de pedirle ayuda porque seguimos cediendo a la misma tentación una y otra vez. Pero Dios nunca se irrita, no se aburre ni se impacienta cuando seguimos recurriendo a Él. La Biblia dice: “Por lo tanto, tengamos confianza y acerquémonos al trono de Dios, donde hay gracia. Allí recibiremos misericordia y hallaremos gracia para ayudarnos exactamente cuando la necesitamos”.
El amor de Dios es eterno, y su paciencia es para siempre. Si tienes que clamar pidiéndole ayuda a Dios doscientas veces al día para derrotar cierta tentación en particular, Él estará más que dispuesto a brindarte su misericordia y su gracia, así que acércate a él con confianza. Pídele que te dé poder para hacer lo correcto y luego espera que te lo proporcione. Las tentaciones nos mantienen dependiendo constantemente de Dios. Así como las raíces crecen más firmes cuando el viento arrecia contra un árbol, cada vez que resistes una tentación te asemejas más a Jesús. Cuando tropieces ¾y tropezarás¾ no pienses que es una fatalidad. En lugar de ceder o rendirte, mira a Dios, espera que Él te ayude, y recuerda la recompensa que te espera: “Dichoso el que resiste la tentación porque, al salir aprobado, recibirá la corona de la vida que Dios ha prometido a quienes lo aman”.

DÍA VEINTISEIS
PENSANDO EN MI PROPÓSITO

Punto de reflexión: Cada tentación es una oportunidad para hacer el bien.

Versículo para recordar: “Dichoso el que resiste la tentación porque, al salir aprobado, recibirá la corona de vida que Dios ha prometido a quienes lo aman”. Santiago 1:12 (NVI).


Pregunta para considerar: ¿Qué cualidad del carácter de Cristo puedo desarrollar si derroto la tentación más común que enfrento?

canción la armadura de dios

sábado, 27 de enero de 2018

Transformados por los problemas

Transformados por los problemas
Pues los sufrimientos ligeros y pasajeros que ahora
Padecemos producen una gloria eterna que vale
Muchísimo más que todo sufrimiento.
2º Corintios 4:17 (NVI)

El fuego del sufrimiento hace relucir
el oro de la consagración.
Madame Guyon.

Dios tiene un propósito detrás de cada problema.

Él se vale de las circunstancias para desarrollar nuestro carácter. En efecto, Él depende más de las circunstancias para hacernos más como Jesús que de nuestra lectura de la Biblia. La razón es obvia: Enfrentas circunstancias veinticuatro horas al día.
Jesús nos advirtió que tendríamos problemas en el mundo. Nadie es inmune al dolor, nadie puede evitar el sufrimiento y nadie consigue deslizarse a través de la vida sin problemas. La vida es una serie de conflictos. Cada vez que logramos solucionar uno, hay otro esperando para ocupar su lugar. No todos son grandes, pero todos son significativos en el proceso de crecimiento de Dios para ti. Pedro nos asegura que los problemas son normales: “Queridos hermanos en Cristo, no se sorprendan de tener que afrontar problemas que ponen a prueba su confianza en Dios. Eso no es nada extraño”.
Dios usa los problemas para acercarte a Él. La Biblia dice: “El Señor está cerca de los que tienen el corazón quebrantado; libra a los que tienen el espíritu aplastado”. Tus experiencias de adoración más profundas probablemente ocurran en tus días más oscuros, cuando tu corazón esté destrozado, cuando te sientas abandonado, cuando ya no tengas opciones, cuando el dolor sea enorme: y sólo te quede recurrir a Dios. Durante el sufrimiento aprendemos a pronunciar nuestras oraciones más auténticas, más sentidas y más sinceras con Dios. Cuando estamos sufriendo, no tenemos energía para oraciones superfluas.
Joni Eareckson Tada escribió: “Cuando la vida es color rosa, podemos deslizarnos por ella sabiendo de Jesús, imitándolo, citándolo y hablando de Él. Pero sólo durante el sufrimiento lo conocemos”. En los momentos de sufrimiento aprendemos cosas acerca de Dios que no podríamos de otra manera.
Dios pudo haber evitado que José fuera a la cárcel, que a Daniel lo pusieran en el foso de los leones, que a Jeremías lo echaran en la mazmorra, que Pablo naufragara tres veces, y que los tres jóvenes hebreos fueran echados en el horno de fuego; pero no lo hizo. Dios permitió que esos problemas sucedieran y, como resultado, esas circunstancias acercaron a cada uno de ellos a Dios.
Los problemas nos obligan a mirar a Dios y a depender de Él más que de nosotros mismos. Pablo testificó de este beneficio: “Nos pareció que estábamos ya sentenciados a muerte y vimos lo inútiles que éramos para escapar; pero eso fue lo bueno, porque entonces lo dejamos todo en las manos del único que podía salvarnos: Dios”. Nunca sabrás que Dios es todo lo que necesitas hasta que Él sea todo lo que tengas.
Sin considerar la causa, ninguno de tus problemas podrían suceder si Dios no lo permite. Todo lo que le pase a un hijo de Dios es filtrado por el Padre, y Dios piensa usarlo para bien, aun cuando la intención de Satanás y otros sea para el mal.
Porque Dios es el soberano que todo lo controla, los accidentes son sólo incidentes en el buen plan que tiene para ti. Como todos los días de tu vida se escribieron en el calendario de dios desde antes de que nacieras, todo lo que te pasa tiene significado espiritual. ¡Todo! Romanos 8:28-29 explica por qué: “Sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman, los que han sido llamados de acuerdo con su propósito. Porque a los que Dios conoció de antemano también los predestinó a ser transformados según la imagen de su Hijo”.

CÓMO ENTENDER ROMANOS 8:28-29
Este es uno de los pasajes bíblicos más mal citados y mal entendidos de la Biblia. No dice: “Dios hace que todo suceda como yo quiero”. Obviamente eso no es cierto. Tampoco dice: “Dios hace que todo suceda para tener un final feliz sobre la tierra”. Eso tampoco sería verdad. Hay muchos finales infelices sobre la tierra.
Vivimos en un mundo caído. Sólo en el cielo se hace todo perfectamente con Dios quiere. Por eso se nos dice que oremos: “Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra”. Para entender cabalmente Romanos 8:28-29 debes considerar frase por frase.
“Sabemos”: Nuestra esperanza en los tiempos difíciles no se basa en el pensamiento positivo, la expresión de buenos deseos o en un optimismo natural. Es una certeza basada en las verdades siguientes: que Dios tiene el control completo de nuestro universo y que nos ama.
“...que Dios dispone...”: Hay un Gran Diseñador detrás de todo. Tu vida no es el resultado de una opción aleatoria, el destino o la suerte. Hay un plan maestro. La historia es su historia. Dios ejerce su influencia. Nosotros cometemos errores, pero Él nunca yerra. Dios no puede equivocarse porque es Dios.
“...todas las cosas...”: El plan de Dios para tu vida involucra todo lo que te pasa, incluyendo tus errores, pecados y heridas. La enfermedad, las deudas, los desastres, el divorcio y la muerte de los seres queridos. Dios puede producir algo bueno del peor mal. Ya lo hizo en el Calvario.
“...para...”: No separada o independientemente. Los acontecimientos de tu vida obran juntos en el plan de dios. No son actos aislados, sino partes interdependientes del proceso para hacerte como Cristo. Para hacer un pastel usas harina, sal, huevos crudos, azúcar y aceite. Si se comen por separado, cada ingrediente es bastante desagradable o incluso amargo. Pero al cocinarlos juntos se vuelven deliciosos. Si pones en las manos de Dios todas tus experiencias, tristes y desagradables, Él las mezclará para el bien.
“...el bien...”: Esto no dice que todo en la vida sea bueno. Mucho de lo que pasa en nuestro mundo es vil y malo, pero Dios se especializa en producir algo bueno de todo lo que pase. En el árbol genealógico oficial de Jesucristo, figuran cuatro mujeres en la lista: Tamar; Rahab, Rut y Betsabé. Tamar sedujo a su suegro para quedar embarazada. Rahab era una prostituta. Rut ni siquiera era judía y quebrantó la ley casándose con un hombre judío. Betsabé cometió adulterio con David, que resultó ser el asesino de su marido. Estas mujeres no se destacaban precisamente por su buena reputación, pero Dios produjo lo bueno de lo que era malo, y Jesús vino de ese linaje. El propósito de dios está por encima de nuestros problemas, de nuestro dolor o incluso de nuestro pecado.
“...de quienes aman (a Dios), los que han sido llamados...”: Esta promesa es sólo para los hijos de Dios. No es para todos. Todas las cosas obran para el mal de los que viven oponiéndose a Dios e insisten en hacer lo que quieren.
“...de acuerdo con su propósito...”: ¿Cuál es ese propósito? Que seamos “a imagen de su Hijo”. Todo lo que Dios permite que pase en tu vida, ¡lo permite para cumplir con ese propósito!

CÓMO FORJAR UN CARÁCTER SEMEJANTE AL DE CRISTO
Somos como joyas talladas con el martillo y el cincel de la adversidad. Si el martillo de un joyero no tiene la fuerza suficiente para limar nuestras asperezas, Dios usará su mazo. Si realmente somos tercos, utilizará un taladro. Empleará cualquier cosa que tenga que usar.
Todos los problemas son una oportunidad para forjar el carácter, y cuanto más difícil sea, mayor será el potencial para construir el músculo espiritual y la fibra moral. Pablo dijo: “Sabemos que el sufrimiento produce paciencia. Y la paciencia, entereza de carácter”. Lo que pasa fuera de tu vida no es tan importante como lo que sucede dentro. Las circunstancias son temporales, pero tu carácter durará para siempre.
A menudo la Biblia compara las pruebas con el fuego de una refinería de metales que funde las sustancias para quitar las impurezas. Pedro dijo: “Estos problemas vienen a demostrar que su fe es pura. Esta fe vale mucho más que el oro”. A un platero le preguntaron: “¿Cómo sabe usted cuándo la plata es pura?” Él contestó “Cuando me veo reflejado en ella”. Una vez que has sido refinado por las pruebas, la gente puede ver reflejado a Jesús en ti. Santiago dijo: “Bajo la presión, su vida de fe queda al descubierto y muestra sus colores verdaderos”.
YA QUE LA INTENCIÓN DE DIOS ES HACERTE COMO JESÚS, TE LLEVARÁ A TRAVÉS DE LAS MISMAS EXPERIENCIAS QUE ATRAVESÓ SU HIJO, INCLUIDAS LA SOLEDAD, LA TENTACIÓN, EL ESTRÉS, LA CRÍTICA, EL RECHAZO Y MUCHOS OTROS PROBLEMAS. LA BIBLIA AFIRMA QUE JESÚS “APRENDIÓ LA OBEDIENCIA POR LO QUE PADECIÓ” Y “FUE PERFECCIONADO POR EL SUFRIMIENTO”. ¿POR QUÉ HABRÍA DE EXIMIRNOS DIOS DE LO QUE ÉL MISMO LE PERMITIÓ EXPERIMENTAR A SU PROPIO HIJO? PABLO DIJO:”NOSOTROS PASAMOS EXACTAMENTE POR LO MISMO QUE ATRAVIESA CRISTO. ¡SI PASAMOS POR TIEMPOS DIFÍCILES CON ÉL, ENTONCES SEGURAMENTE PASAREMOS POR LOS TIEMPOS BUENOS CON ÉL!”.CÓMO ENFRENTAR LOS PROBLEMAS COMO CRISTO
Los problemas no producen automáticamente los resultados que Dios quiere. Muchas personas se vuelven amargadas, en vez de mejorar, y nunca crecen. Tú tienes que responder de la manera en que Jesús lo hubiera hecho.
Recuerda que el plan de Dios es bueno. Dios sabe lo que es mejor para ti y en su corazón tiene presente tus mejores intereses. Dios le dijo a Jeremías: “Los planes que tengo para ti (son) planes para prosperarte y no para dañarte, planes para darte esperanza y un futuro”. José entendió esta verdad cuando le dijo a sus hermanos que lo habían vendido como esclavo: “Ustedes pensaron dañarme, pero Dios lo pensó para bien”. Ezequías se hizo eco del mismo sentimiento al referirse a su enfermedad mortal: “Fue por mi propio bien que yo pasé ese tiempo tan difícil”. Siempre que Dios te diga no a tu pedido de alivio, recuerda: “Dios está haciendo lo mejor para nosotros, entrenándonos para vivir para Él de la mejor y más santa manera”.
Es vital que te concentres en el plan de Dios, no en tu dolor o en tu problema. Así es cómo Jesús soportó el dolor de la cruz, y así se nos insta a seguir su ejemplo: “Mantengamos fijos los ojos en Jesús que, sin importarle lo oprobioso de tal muerte, estuvo dispuesto a morir en la cruz porque sabía el gozo que tendría después”. Corrie ten Boom, que estuvo recluida y sufriendo en un campo de concentración nazi, explicó el poder del pensamiento concentrado: “Si miras al mundo, te afligirás. Si miras tu interior, te deprimirás. Pero si miras a Cristo, ¡reposarás!” tu enfoque determina tus sentimientos. El secreto de la paciencia es recordar que tu dolor es temporal, pero tu recompensa eterna. Moisés soportó una vida de problemas “porque tenía la mirada puesta en la recompensa”. Pablo resistió las penalidades de la misma manera. Él dijo: “Nuestros problemas presentes son bastante pequeños y no durará mucho tiempo. ¡Sin embargo producen para nosotros una gloria inmensamente grande que durará para siempre!”.
No cedas ante el pensamiento a corto plazo. Mantén tu mirada enfocada en el resultado final: “Si hemos de compartir su gloria, también debemos compartir su sufrimiento. Lo que sufrimos ahora no es nada comparado con la gloria que Él nos dará después”.
Regocíjate y da gracias. La Biblia nos dice: “den gracias a Dios en toda situación, porque esta es la voluntad para ustedes en Cristo Jesús”. ¿Cómo es posible eso? Considera que Dios nos dice que demos gracias “en todas las circunstancias”, no “por todas las circunstancias”. Dios no espera que le agradezcas por el mal, el pecado, el sufrimiento o por sus consecuencias dolorosas en el mundo. En cambio, quiere que le agradezcas porque usará tus problemas para cumplir sus propósitos.
La Biblia dice: “Alégrense siempre en el Señor”. No dice: “Alégrense por su dolor”. Eso es masoquismo. Te regocijas “en el Señor”. No importa qué problemas estés pasando, puedes regocijarte en el amor de Dios, su cuidado, su sabiduría, su poder y fidelidad, Jesús dijo: “Alégrense, salten de alegría, porque en el cielo obtendrán una gran recompensa”.
También podemos alegrarnos al saber que Dios está con nosotros en medio del dolor. No servimos a un Dios distante y aislado que nos dispara frases alentadoras desde un flanco seguro. Todo lo contrario, Él entra en nuestro sufrimiento. Jesús lo hizo en la Encarnación, y su Espíritu lo hace ahora en nosotros. Dios nunca nos dejará solos.
Niégate a darte por vencido. Sé paciente y persistente. La Biblia dice: “Dejen que el proceso continúe hasta que su paciencia se desarrolle totalmente, y encontrarán que se han vuelto como un hombre de carácter maduro... sin debilidades”.
La formación del carácter es un proceso lento. Siempre que tratemos de evitar o eludir las dificultades de la vida, hacemos cortocircuito en el proceso, retardamos nuestro crecimiento y realmente terminamos sufriendo una clase de dolor que es peor: el tipo de dolor sin sentido que acompaña la negación y la evasión.
Cuando asumes las consecuencias eternas del desarrollo de tu carácter, no pronuncias tanto oraciones del tipo “Consuélame” (“Ayúdame a sentirme bien”), sino que tus oraciones serán más bien “Adáptame” (“Usa esto para hacerme más como tú”).
Sabrás que estás en proceso de maduración cuando empieces a ver la mano de Dios en las circunstancias más variadas, confusas y aparentemente vanas de la vida.
Si estás enfrentando un problema ahora mismo, no preguntes: “¿Por qué a mí?”. Pregunta en cambio: “¿Qué quieres que aprenda?” Después confía en Dios y sigue haciendo lo que es correcto. “ustedes necesitan mantenerse firmes, permaneciendo en el plan de Dios para poder estar allí cuando tenga lugar la plenitud prometida”.
No te des por vencido: ¡Madura!

DÍA VEINTICINCO
PENSANDO EN MI PROPÓSITO

Punto de reflexión: Hay un propósito detrás de cada problema.

Versículo para recordar: “Ahora bien, sabemos que dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman, los que han sido llamados de acuerdo con su propósito”. Romanos 8:28 (NVI).


Pregunta para considerar: ¿Qué problema en mi vida me ha permitido crecer más?