martes, 17 de octubre de 2023

Fruto de labios

 


Fruto de labios

“Y dirá: Allanad, allanad; barred el camino, quitad los tropiezos del camino de mi pueblo. Porque así dijo el Alto y Sublime, el que habita la eternidad, y cuyo nombre es el Santo: Yo habito en la altura y la santidad, y con el quebrantado y humilde de espíritu, para hacer vivir el espíritu de los humildes, y para vivificar el corazón de los quebrantados. Porque no contenderé para siempre, ni para siempre me enojaré; pues decaería ante mí el espíritu, y las almas que yo he creado” Isaías 57:14-16

“He visto sus caminos; pero le sanaré, y le pastorearé, y le daré consuelo a él y a sus enlutados; produciré fruto de labios: Paz, paz al que está lejos y al cercano, dijo Jehová; y lo sanaré” Isaías 57:18-19

¡Qué palabra más hermosa que manifiesta el amor de Dios para nosotros! Las repeticiones tales como “allanad, allanad” y más adelante “paz, paz”, muestran el amor expansivo de Dios que va más allá del pueblo de Israel hasta todas las naciones de la tierra, mostrándose como el Dios Salvador, el libertador soberano, con su gran misericordia y paciencia, cristalizando así su oferta de gracia para el que está lejos como para el que está cerca. Pablo interpreta este pasaje como un anticipo a la inclusión de los gentiles dentro del plan de salvación de Dios; recordemos Efesios 2:17 “Y vino y anunció las buenas nuevas de paz a vosotros que estabais lejos, y a los que estaban cerca”.

El Alto y Sublime Dios bajó a nuestro nivel para salvarnos, para vivificar a todos los quebrantados de espíritu, aquellos que le buscan y confían en Él. Para nosotros es imposible subir a su nivel a salvarnos a nosotros mismos, por eso, Jesús se despojó a sí mismo, se hizo semejante a los hombres y tomó la forma de siervo para ir a la cruz y extender su misericordia y su gracia sobre cada uno de nosotros, a pesar de ver nuestra vida llena de pecado (Filipenses 2:6-8).

¿Qué quiere Dios con esta oferta de gracia?, que confiemos en Él, es la única manera de ser salvados, sanados y restaurados. Lastimosamente el orgullo y la justicia propia son las piedras de tropiezo que hay en el camino que conduce al reconocimiento de Cristo. Por eso, Él dice que allanemos ese camino para que la gracia de Dios obre en nuestras vidas. Necesitamos humillarnos delante del Alto y Sublime y reconocer nuestra necesidad de su amor y salvación, reconocer nuestra condición de pecadores. Tendrá tierno cuidado de quienes reflexionan en su condición y temen su ira; hará su morada en aquellos que han humillado su corazón, para vivificarlos y consolarlos.

Dios “no contenderá para siempre con su pueblo”, porque nuestro espíritu sería aplastado por causa de nuestra rebelión contra Él. Dios ha visto nuestros caminos que son pecaminosos, sin embargo, extiende su misericordia para sanarnos, para restaurarnos; Dios nos conducirá por la senda del arrepentimiento para que seamos perdonados, porque no abandonará la obra de sus manos ni derrotará lo comprado por la sangre de su Hijo.

Hará que los hombres se vuelvan a Él con acción de gracias (Hebreos 13:15), como dice el pasaje de hoy: “He visto sus caminos; pero le sanaré, y le pastorearé, y le daré consuelo a él y a sus enlutados; produciré fruto de labios”; fruto de labios que prediquen, oren y confiesen su poderoso nombre.   Oración.

«Gracias amado Señor por sacarme de mi condición de pecador por medio de tu abundante gracia derramada en la cruz; por salvarme, sanarme y restaurarme al poner mi confianza en ti. Haz que por la influencia del Espíritu Santo y el nuevo corazón que me has dado, brote alabanza agradecida de mis labios, que me vuelva a ti de todo corazón y recuerde la promesa de Isaías 55:7 “deje el impío su camino, y el hombre inicuo sus pensamientos, y vuélvase a Jehová, el cual tendrá de él misericordia, y al Dios nuestro, el cual será amplio en perdonar”. En el nombre de Jesús, amén.   Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

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