viernes, 22 de noviembre de 2024

Los tres caminos equivocados.

 


Los tres caminos equivocados.

“¡Ay de ellos! porque han seguido el camino de Caín, y se lanzaron por lucro en el error de Balaam, y perecieron en la contradicción de Coré.”, Judas 1:11

El camino de Caín, el error de Balaam y la contradicción de Coré. ¿de que se tratan estos tres caminos equivocados? Reflexionamos en cada uno.

Al respecto el apóstol Juan nos explica: “No como Caín, que era del maligno y mató a su hermano. ¿Y por qué causa lo mató? Porque sus obras eran malas, y las de su hermano justas.” (1 Juan 3:12), pero la escritura nos enseña claramente que todos hemos pecado, que no hay justo ni aun uno (Romanos 3:10), pero sabemos también que somos hechos justos por medio de la sangre preciosa de Cristo: “Pues mucho más, estando ya justificados en su sangre, por él seremos salvos de la ira” (Romanos 5:9)

La raíz del problema de Caín era querer acercarse a Dios por su propio esfuerzo, no hacer bien como Dios le había enseñado, sino hacerlo a su manera, siendo finalmente el fundador de la primera religión: “ Y aconteció andando el tiempo, que Caín trajo del fruto de la tierra una ofrenda a Jehová. Y Abel trajo también de los primogénitos de sus ovejas, de lo más gordo de ellas. Y miró Jehová con agrado a Abel y a su ofrenda; pero no miró con agrado a Caín y a la ofrenda suya. Y se ensañó Caín en gran manera, y decayó su semblante.” (Génesis 4:3-5)

El camino de Caín, en esencia es la religiosidad que nos empuja a tratar de agradar a Dios en nuestro propio esfuerzo, a nuestra manera, pero terminamos finalmente alimentando la carne y siendo arrojados al pecado, respecto a este mal interior que nos conduce a actuar contrario a la voluntad de Dios, escribe el apóstol Pablo inspirado por el Espíritu: “ Porque no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero, eso hago. Y si hago lo que no quiero, ya no lo hago yo, sino el pecado que mora en mí.” (Romanos 7:19-20). Esto fue lo que empujó a Caín a la incredulidad, pues no le creyó a Dios y no pudo ser justificado por Él, el pecado entonces se apoderó de él y terminó cometiendo el primer asesinato de la historia.

Entonces, para no seguir el camino de Caín, tenemos que ser primero cubiertos con la sangre del Cordero, para acercarnos por medio de él a la presencia de Dios, pues él es el único sacrificio agradable a Dios: “Y andad en amor, como también Cristo nos amó, y se entregó a sí mismo por nosotros, ofrenda y sacrificio a Dios en olor fragante.” (Efesios 5:2); esta es la clave: cubiertos con su sangre y andando en su amor, ofrecemos continuamente a Dios sacrificio de alabanza, fruto de labios que confiesan su nombre (Hebreos 13:15).   Oración.

«Padre, se que ahora en Cristo soy tu hijo y por medio de su sangre estoy reconciliado contigo para ofrecerte mi alabanza y anunciar a Cristo con mi propia vida, viviendo en amor para agradarte en todo, gracias por esta salvación tan grande y porque me has dado el camino correcto. En el nombre de Jesús, amén.