domingo, 12 de septiembre de 2021

La meta de nuestra fe

 


La meta de nuestra fe

“Porque para mí el vivir es Cristo, y el morir es ganancia.” Filipenses 1:21

“Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante, prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús.” Filipenses 3:13-14

La meta de nuestra fe no es ganar el mundo sino ganar a Cristo, es decir, reflejar en nuestra propia vida su carácter, su amor y ser hallados en él, no en nuestra propia justicia (Filipenses 3:9). Pues sea que nos quedemos o nos vayamos de esta tierra, el tener la seguridad de que vivimos o morimos para Cristo, debe ser nuestra alegría y nuestra motivación para levantarnos cada día.

¿Cuál es la meta con la que te levantaste hoy?

Si te levantaste motivado por trabajar, por adquirir cosas materiales o por ganar el mundo, recordemos que nuestro Señor Jesús nos enseña que: “Porque ¿qué aprovechará al hombre, si ganare todo el mundo, y perdiere su alma? ¿O qué recompensa dará el hombre por su alma?” (Mateo 16:26).

Si bien necesitamos de la provisión de Dios, en cuanto a las cosas materiales, y podemos pedirle conforme a su voluntad por ellas, nuestra finalidad es buscar primeramente el reino de Dios y su justicia y lo demás será añadido por el Señor (Mateo 6:33), teniendo presente que cada día nos levantamos con la actitud de alcanzar no un fin material sino una meta espiritual, “No que lo haya alcanzado ya, ni que ya sea perfecto; sino que prosigo, por ver si logro asir aquello para lo cual fui también asido por Cristo Jesús.” (Filipenses 3:12).

Es decir, seguimos adelante, sin pensar que ya somos perfectos, sino que avanzamos esperando alcanzar aquello para lo cual Cristo Jesús nos alcanzó a nosotros primero. Por esta razón debemos esforzarnos, ​​olvidando o dejando atrás toda carga, como nos enseña el Espíritu por medio de la vida del Apóstol Pablo: “prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús.” (Filipenses 3:14).

Hermanos, cada meta se logra con pequeños pasos, por eso, que cada paso sea uno de fe, guiado por el Espíritu que mora en nosotros los creyentes, y que nuestra motivación diaria sea levantarnos para reflejar a Cristo, glorificando su nombre por medio de nuestro testimonio de vida.   Oración.

«Padre, amado Señor, hoy quiero levantarme revisando mis prioridades, y quiero pedirte que con la guía de tu Espíritu me lleves a alcanzar primeramente las metas espirituales, de modo que, por medio de la fe, pueda reflejar todo el amor de Cristo. Padre eterno te lo pido en el nombre de Jesucristo Tu Hijo Amen.  Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

¡Hasta lo último de la tierra! Usa tus redes sociales para ese propósito.