lunes, 25 de enero de 2016

Casi Cristianos

Casi Cristianos
E indiscutiblemente, grande es el misterio de la piedad: Dios fue manifestado en carne, 1 Timoteo 3.16.
Por más que hagan una larga e intensiva búsqueda, muchas personas no encuentran la verdad, y viven sin conocer a Dios y la verdadera fe.
Hay personas que leen la Biblia y ven aquellas personas que renacieron espiritualmente alcanzar la paz y cultivan una relación de amistad con Dios. Ellos también ven aquellas personas que vencieron el pecado y obtuvieron sus mentes y corazones renovados y que tales viven un autentico cristianismo. Pero, ellos mismos, aunque leen la Biblia, les falta todo esto. Ellos siempre están angustiados, y se preguntan: “¿Cuando es que seré realmente justo?” “¿Cuando me entregaré totalmente a Dios dando la espalda al mundo?” “¿Cuando dejare de vivir entre la carne y el Espíritu?” “Tantos se libran de las ataduras del pecado y están totalmente consagrados a Dios, viviendo felices, de victoria en victoria, pero yo no!” “¿Será que es porque Dios escogió algunos y abandono a otros para que se pierdan por la eternidad?”  ¡Esto no es verdad! “Dios quiere que todos los hombres sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad.” (1 Tim 2.3). “El Señor no quiere que nadie perezca, si no que todos vengan al arrepentimiento”, y sean salvos.(2 Pedro 3:9). Y entonces, ¿Donde esta el error?
El problema radica unicamente en la incredulidad humana; en la tendencia natural de confiar en nosotros mismos, en nuestros méritos y nuestra justicia, despreciando así a Dios que se manifestó en carne. No podemos esperar que Dios nos de poder para vencer el pecado, sin antes honrar al hijo, sin entender y creer en el misterio de la piedad. No debemos colocar nuestra justicia encima de la encarnación y el sacrificio del Hijo de Dios.
Es un grande error pensar que primero tenemos que ser justos y puros, para luego entonces acercarnos y confiar en Cristo. Este mal entendido es justamente lo que hace con que algunas personas que leen la Biblia y escuchan la predicación, no alcancen nada.
Es necesario que primero recibamos los méritos de Cristo, sus vestiduras, por medio de la fe. Solamente así llegaremos a ser verdaderamente justos.
Oración: Amado Dios, tu que nos enseñas a guardar santo y puro tu nombre. Permite me que me glorié y me alegre por el hecho de que tu eres mi Padre y yo tu hijo amado. Enséñame a reconocer y a vivir a Cristo en toda verdad. Amen.