martes, 7 de abril de 2020

Levantando manos santas


Levantando manos santas

“Lavaré en inocencia mis manos, y así andaré alrededor de tu altar, oh Jehová, para exclamar con voz de acción de gracias, y para contar todas tus maravillas” Salmo 26:6-7
Lavarse las manos era una ley de tiempos antiguos, por eso los sacerdotes se lavaban las manos y los pies en la fuente de bronce antes de ministrar en el altar, como símbolo de limpieza total. (Éxodo 30:18). Dios les dio leyes y normas, entre ellas las de higiene, porque quería tener un pueblo sano, que fuera cabeza y no cola; además simbolizaba la necesidad de una limpieza interna.
A la luz de la Biblia, tiene gran significado el lavarse las manos, David habló en el sentido de tenerlas espiritualmente limpias para poder adorar delante del altar de Jehová. Él dice: “¿Quién subirá al monte de Jehová? ¿Y quién estará en su lugar santo? El limpio de manos y puro de corazón; el que no ha elevado su alma a cosas vanas, ni jurado con engaño. Él recibirá bendición de Jehová, y justicia del Dios de salvación”. (Salmos 24: 3-5).
En este tiempo, muchos nos hemos lavado las manos, como jamás lo hemos hecho antes, por motivo de la pandemia, pero aun con este sencillo hecho, Dios tiene sus propósitos, sus anhelos y pide de nosotros una profunda limpieza de nuestro corazón, un verdadero cambio, una transformación de nuestra vida y una búsqueda de su presencia. En 1 Timoteo 2:8 dice: “Quiero, pues, que los hombres oren en todo lugar, levantando manos santas, sin ira ni contienda”.
Lavemos nuestras manos, pero no como lo hizo Pilatos frente al caso de Jesús antes de la crucifixión, quien pudiendo hacer algo, no lo hizo y zafó su responsabilidad. Limpiemos nuestras manos de toda violencia, de señalamientos, de malversaciones, de toda maldad y así, obtendremos la recompensa. La biblia dice: “Jehová me ha premiado conforme a mi justicia; Conforme a la limpieza de mis manos me ha recompensado”. Salmo 18:20. Oración.
«Amado Dios, lavaré mis manos en integridad para levantarlas en oración hacia tu santo templo, lávame más y más de mi maldad y límpiame de mi pecado, pues quiero glorificar tu nombre en santidad y aclamar tu grandeza con voz de júbilo. Te amo Señor. Amén. Difundiendo el mensaje de Jesucristo.
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