lunes, 25 de marzo de 2024

El amor a los hijos

 

El amor a los hijos

“He aquí, herencia de Jehová


son los hijos; Cosa de estima el fruto del vientre.” Salmos 127:3

“Bienaventurado el hombre que teme a Jehová, Y en sus mandamientos se deleita en gran manera. Su descendencia será poderosa en la tierra; La generación de los rectos será bendita.” Salmos 112:1-2

Para aquellos que no solo creemos en Dios, sino que le creemos a Dios, es esencial que consideremos a nuestros hijos como esa herencia inmerecida que Dios en su infinito amor nos concede, pero así mismo es necesario que perseveremos en el propósito que Dios tiene con esta descendencia, pues su promesa es que será bendita y poderosa en la tierra. Por lo que, nuestra función como padres, es seguir fielmente cada instrucción que nos es enseñada a través de la Palabra de Dios acerca de la manera en que los debemos educar.

En primer lugar, encontramos el Proverbio que dice que aun desde pequeños debemos instruir a nuestros hijos en el camino del Señor (Proverbios 22:6), siendo aquí de suprema importancia el ejemplo que como padres les brindemos, pues estos pequeños quieren ser y hacer todo cuanto ven en sus progenitores. Es el aprendizaje basado en la imitación, y aun el Señor Jesús dijo que Él nada hacía o decía por su propia cuenta, sino todo lo que veía y escuchaba de su Padre (Juan 5:19, Juan 8:28).

En segunda instancia, la Palabra de Dios en Efesios 6:4 nos dice “Y vosotros, padres, no provoquéis a ira a vuestros hijos, sino criadlos en disciplina y amonestación del Señor.” y la base para llevar a cabo correctamente esta instrucción es el amor, el amor de Dios que nos enseña a no ser injustos, pero también a ser bondadosos. Entonces, si nos encontramos con una escena de desobediencia o capricho, el llamado es para que, en amor, procedamos a actuar controlada y justamente ante dicha situación; realmente cuando el castigo o la disciplina es impartida con amor y en la sabiduría de Dios, no los provocará a ira o a guardar rencor en su corazón, sino que, aunque por un momento se disgusten, no tardarán en entender que todo hijo que es verdaderamente amado, es corregido (Proverbios 13:24).  Oración.

«Padre Celestial y Santo, muchas gracias por el trato y la enseñanza que me impartes al ser tu hijo, sé que me amas y que todo lo que en mí haces es para mí bendición. Oro pidiéndote que me guíes a criar a mis hijos con el mismo trato que de ti he recibido y aprendido, por Jesucristo mi Señor, amén.