jueves, 20 de febrero de 2020


Dios siempre nos escucha. Parte dos.
“Escucha, oh Jehová, mis palabras; considera mi gemir. Está atento a la voz de mi clamor, Rey mío y Dios mío, porque a ti oraré. Oh Jehová, de mañana oirás mi voz; de mañana me presentaré delante de ti, y esperaré”. Salmo 5:1-3
 Si queremos tener una vida espiritual y vivir el gozo de la oración contestada, necesitamos eliminar todo aquello que se interpone en nuestra comunión con Dios. Como decíamos ayer, Dios siempre está presto para oír nuestro clamor, el problema no es de Él, el problema es de nosotros, que con nuestras actitudes colocamos obstáculos a nuestra oración.
En primer lugar, rehusarse a escuchar la Palabra de Dios. El Señor estableció una relación con nosotros para que le hablemos a través de la oración y Él nos responde a través de su Palabra. Nuestra vida de oración no debe ser un monólogo, sino un diálogo, porque Dios nos escuchará si nosotros también escuchamos su voz. Dice Proverbios 28:9 “El que aparta su oído para no oír la ley, su oración también es abominable”.
Dios no puede escuchar la oración si hay pecado inconfeso en nuestra vida. Dice Isaías 59:2 “pero vuestras iniquidades han hecho división entre vosotros y vuestro Dios, y vuestros pecados han hecho ocultar de vosotros su rostro para no oír”. El pecado obstaculiza los favores de Dios, esa barrera está puesta por nosotros, por eso debemos arrepentirnos y confesar nuestro pecado para restaurar nuestra comunión.
Cuando somos orgullosos también estorbamos la oración. En el Salmo 138:6 dice: “Porque Jehová es excelso, y atiende al humilde, más al altivo mira de lejos”. Cuando pedimos con egoísmo, pensando sólo en nosotros, Santiago 4:3 nos recuerda: “Pedís, y no recibís, porque pedís mal, para gastar en vuestros deleites”. pero Dios quiere contestarnos, pero necesitamos hacer cambios en nuestras vidas para que nuestras oraciones lleguen a sus oídos. Oración.
«Señor Jesús, como dice el salmista: “examina mi corazón y conoce mis pensamientos y mira si hay en mí camino de iniquidad y guíame por el camino eterno”, perdóname si he estorbado mi oración siendo rebelde a tu Palabra, permitiendo que el pecado se enseñoree de mí, siendo orgulloso y egoísta pensando solo en satisfacer mis propios deseos. Rindo mi corazón para que me limpies y me restaures. Amén. Difundiendo el mensaje de Jesucristo.
¡Hasta lo último de la tierra! Usa tus redes sociales para ese propósito.