sábado, 28 de febrero de 2015

Santiago 3:7-8

Santiago 3:7-8
El ser humano sabe domar y, en efecto, ha domado toda clase de fieras, de aves, de reptiles y de bestias marinas; pero nadie puede domar la lengua. Es un mal irrefrenable, lleno de veneno mortal.



En mi punto de vista, el ser humano es increíble. De hecho, pienso que la el periodo de la ilustración, tiene gran sentido pues en algún momento teníamos que notar la increíble “maquina” que es el cuerpo humano y la gran perfección con la que está hecha. Sin embargo, en lugar de apuntar hacia Dios después de admirarse tanto, se quedaron maravillados con el ser humano y no dieron el siguiente paso para reconocer al Creador. Una situación similar pasa con los pecados que cometemos. A veces se vuelven tan grandes, tan difíciles de cambiar, tan duros y complicados, que nuestra mirada se queda enfocada en la grandeza del pecado en sí y olvidamos que hay una grandeza aún mayor llamada Jesucristo.
La lengua puede caer dentro de esta categoría. La Biblia nos dice que es imposible domarla. Que incluso podemos domar bestias y otros animales pero nuestras palabras no.
¡Cómo puede ser posible! ¿Estamos destinados a no poder hacer nada? No. Existe una solución. En la carta a Tito, capítulo 3, podemos darnos cuenta que si bien, éramos esclavos de nuestros pecados, gracias al amor de Dios y el sacrificio de su unigénito Jesucristo, somos lavados y regenerados por la renovación del Espíritu Santo. Explico un poco más. Cuando aceptas que eres pecador y que tu relación con Dios debe ser restaurada, Jesucristo se vuelve el camino para llegar al Padre. Posteriormente, Dios envía a su Espíritu Santo a morar en aquellos que lo han reconocido. Éste a su vez, tiene el poder de renovar nuestras vidas desde el interior. Lo que antes era imposible, ahora es posible. Por lo tanto, si has aceptado a Cristo, no puedes seguir teniendo problemas con ningún pecado. Podrá tomar tiempo la perfección, pero debes estar seguro que la victoria sobre el pecado ya te fue dada. Entonces, cuando Santiago habla sobre la imposibilidad de domar la lengua ¿a qué se refiere? A que, mientras trates de realizarlo por tus propios medios, nunca lo lograrás. La única solución para poder domar la lengua es a través del trabajo de renovación del Espíritu Santo en tu vida.
Por último quiero tocar la descripción que da Santiago sobre la lengua: mal irrefrenable, veneno mortal. No tomes estos versículos a la ligera. La Biblia no insiste en un tema si no tiene gran trascendencia. Te invito a que vuelvas a analizar tus palabras, lo que dices o lo que te gustaría decir. ¿Puedes controlar tu lengua? ¡No! No te engañes. Mejor entrégala a Dios y permite que el Espíritu Santo comience la renovación para que a través de Él puedas domarla.

Oración
Padre: tu palabra está llena de sabiduría. Hoy quiero reconocer que no puedo domar mi lengua y pedirte que tu Espíritu Santo me lleve a lograrlo. No quiero que ese mal irrefrenable y veneno mortal estén en mi vida por mi lengua. Transfórmame Señor. Perdona mis pecados y escucha mi oración en el nombre de Jesús
Amén