viernes, 26 de abril de 2024

Un fuego en mi corazón

 


Un fuego en mi corazón

“Y también todos los que quieren vivir piadosamente en Cristo Jesús padecerán persecución”. 2 Timoteo 3:12

“Me sedujiste, oh Jehová, y fui seducido; más fuerte fuiste que yo, y me venciste; cada día he sido escarnecido, cada cual se burla de mí. Porque cuantas veces hablo, doy voces, grito: Violencia y destrucción; porque la palabra de Jehová me ha sido para afrenta y escarnio cada día. Y dije: No me acordaré más de él, ni hablaré más en su nombre; no obstante, había en mi corazón como un fuego ardiente metido en mis huesos; traté de sufrirlo, y no pude”. Jeremías 20:7-9

Si queremos seguir y servir a Cristo, entonces nuestra vida debe ser como la que Él llevaba. Debemos prepararnos para ser perseguidos, pues ser cristianos es nadar contra la corriente de este mundo, de sus filosofías y huecas sutilezas. Nunca ha sido fácil servir a Dios. En el pasaje de hoy vemos el testimonio del profeta Jeremías. Los que le rodeaban nunca quisieron escuchar las advertencias de Dios contra la apostasía; lo golpearon, lo colocaron en un cepo, fue ridiculizado y se burlaron de él. Quiso desistir, pero no pudo hacerlo ya que las palabras de Dios eran como fuego en su corazón, llegó a decir: “no me acordaré más de él, ni hablaré más en su nombre; no obstante, había en mi corazón como un fuego ardiente metido en mis huesos; traté de sufrirlo, y no pude”. A veces como Jeremías puede ser tentador renunciar a proclamar la Palabra de Dios, porque resulta muy doloroso, cuando sufrimos por causa de ella.

Pero el amor de Dios nos atrae con lazos de amor y no podemos escapar de Él, su Espíritu Santo mora en nosotros y jamás nos dejará; ya somos suyos y no podremos huir, recordemos Salmos 139:7 “¿A dónde me iré de tu Espíritu? ¿Y a dónde huiré de tu presencia?”; nuestra vida está anclada en Cristo y así como Jeremías podemos exclamar: “Me sedujiste, oh Jehová, y fui seducido; más fuerte fuiste que yo, y me venciste”.

El apóstol Pablo nos recuerda todo lo que tuvo que padecer por causa del evangelio en 2 Corintios 11:24-28 dice: “De los judíos cinco veces he recibido cuarenta azotes menos uno. Tres veces he sido azotado con varas; una vez apedreado; tres veces he padecido naufragio; una noche y un día he estado como náufrago en alta mar; en caminos muchas veces; en peligros de ríos, peligros de ladrones, peligros de los de mi nación, peligros de los gentiles, peligros en la ciudad, peligros en el desierto, peligros en el mar, peligros entre falsos hermanos; en trabajo y fatiga, en muchos desvelos, en hambre y sed, en muchos ayunos, en frío y en desnudez; y además de otras cosas, lo que sobre mí se agolpa cada día, la preocupación por todas las iglesias”. Su compromiso e inquietud por la obra de Dios fue más fuerte que su padecimiento. Por eso, al estar preparando a Timoteo para asumir el apostolado le dice: “Y también todos los que quieren vivir piadosamente en Cristo Jesús padecerán persecución”.

Pablo claramente expresa: “Y también todos los que quieren vivir piadosamente en Cristo”, si es nuestro deseo voluntario colaborar con Jesús en la extensión de su reino en esta tierra, debemos estar dispuestos a padecer persecución. Es tomar una decisión frente al llamado que el Señor nos hace, calcular el costo de seguirlo y renunciar a todo lo que nos impida hacerlo.

Cuando empuñamos el arado como discípulos de Cristo tenemos que entender que no será una tarea fácil, la razón por la cual es necesario esperar persecuciones es porque se acerca el fin y la brecha entre la luz y las tinieblas será cada vez más ancha, pero tenemos la certeza de que Jesús está a nuestro lado y el Espíritu Santo nos alienta para que el fuego de Dios arda tan poderosamente dentro de nosotros que tengamos que seguir hablando de Él.  1. Oración.

«Señor enséñame a escucharte cuidadosamente y a no desalentarme por la oposición que hay en contra de ti en este mundo, gracias porque tu Palabra es como un fuego en mi corazón que no puedo contener, ayúdame a anunciar tu mensaje con amor y con poder. En el nombre de Jesús, amén.

jueves, 25 de abril de 2024

Dios de refugio, fortaleza y liberación

 


Dios de refugio, fortaleza y liberación

“Dijo: Jehová es mi roca y mi fortaleza, y mi libertador; Dios mío, fortaleza mía, en él confiaré; mi escudo, y el fuerte de mi salvación, mi alto refugio; Salvador mío; de violencia me libraste”. 2 Samuel 22:2-3
“Porque ¿quién es Dios, sino sólo Jehová? ¿Y qué roca hay fuera de nuestro Dios? Dios es el que me ciñe de fuerza, y quien despeja mi camino; Quien hace mis pies como de ciervas, y me hace estar firme sobre mis alturas; Quien adiestra mis manos para la batalla, de manera que se doble el arco de bronce con mis brazos. Me diste asimismo el escudo de tu salvación, y tu benignidad me ha engrandecido. Tú ensanchaste mis pasos debajo de mí, y mis pies no han resbalado”. 2 Samuel 22:32-37
Dios de refugio, fortaleza y liberación, es una triple declaración que el rey David hace en este cántico y es su expresión personal de cómo siente la presencia del Señor en su vida: “mi roca, mi fortaleza y mi libertador”. La roca o fortaleza era un lugar de protección en las batallas, es la palabra hebrea “mesuda”, muy parecida a la palabra mesad que significa “cumbre”; una cumbre era una fortaleza natural en el tiempo de David; las ciudades localizadas a una gran altura eran difíciles de penetrar. La palabra libertador se deriva del verbo “palát”, que significa libertar, escapar o salvar; verbo usado de preferencia en los salmos y como referencia a la liberación que Dios da. Para David, Dios no es una abstracción, ni un concepto, sino un Ser que actúa en su vida, estaba seguro de su relación personal con Dios, usaba el pronombre “mí” para referirse a Él: “mi peña, mi escudo, mi liberación, mi baluarte, mi refugio y mi salvador”.
Recordemos que todos estos nombres dados a Dios indican la protección y refugio que le daba a David en momentos de batalla o cuando era perseguido injustamente por Saúl. Baluarte es en hebreo “misgab”, que significa altura o torre alta, y se deriva del verbo “sagab”: “estar en un lugar alto”; la torre alta era parte del muro que protegía a las ciudades. El lugar alto que podemos buscar en momentos de angustia es la presencia de Dios, ahí estaremos seguros. La palabra refugio es traducción de “menusah”, que significa “huida” o “escape”; es una referencia a Dios como lugar de protección o escape de las amenazas del enemigo.
Por último, la palabra liberación es derivada del verbo “yasha”; usado muchísimas veces en el Antiguo Testamento, significa estar libre. El poder de la liberación de nuestro Salvador está a nuestro alcance, nos salva de la violencia, nos libra de nuestros enemigos (la carne, el mundo y Satanás), es el escudo y la roca de nuestra salvación.
Tenemos no solo un Dios Omnipotente, que todo lo puede, sino un Dios Omnisciente, persona que lo sabe todo, que siente y consuela a sus hijos. La vida está llena de temores, angustias y desesperación, por eso no podemos vivir sin el amparo de Él. También es Omnipresente, porque está en todo tiempo y lugar cuidándonos y mirándonos. La vida sin Dios nunca será completa y feliz. Todos estamos expuestos a persecución, engaño, envidia de otros, humillación, crisis, muerte, etc.; y en todo esto, podemos encontrar consuelo en el Señor que nos oye cuando lo invocamos, así como lo decía David.
Animémonos entonces, recordando esta promesa: “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece”, Filipenses 4:13. Recordemos que la fuente de nuestra fortaleza está dentro de nosotros mismos, por eso cada situación que estamos atravesando la podemos sobrellevar en Cristo. Él nos da por medio del Espíritu Santo las fuerzas para ser más resistentes, es una seguridad que brota de la fe en Cristo, de Él viene la fortaleza. Pensemos: ¿En qué áreas necesitamos hoy la fuerza, el refugio o la liberación de Dios? Oración.
«Amado Dios, gracias por darme la fuerza para enfrentar cada situación. A pesar de mis esfuerzos nada puedo hacer por mi cuenta, a veces mis emociones, el estrés por las circunstancias y los afanes diarios se apoderan de mi y olvido que tú tienes el control; que tú eres mi refugio y mi libertador. Lléname de tu fuerza y de tu paz, guíame un día a la vez. En el nombre de Jesús, amén.

miércoles, 24 de abril de 2024

Solo Dios puede llenar el vacío espiritual


 Solo Dios puede llenar el vacío espiritual

“Porque satisfaré al alma cansada, y saciaré a toda alma entristecida”. Jeremías 31:25
“En el último y gran día de la fiesta, Jesús se puso en pie y alzó la voz, diciendo: Si alguno tiene sed, venga a mí y beba. El que cree en mí, como dice la Escritura, de su interior correrán ríos de agua viva. Esto dijo del Espíritu que habían de recibir los que creyesen en él; pues aún no había venido el Espíritu Santo, porque Jesús no había sido aún glorificado”. Juan 7:37-39
El síntoma más obvio de un alma que no tiene a Dios es un gran vacío interior. Por lo general la mayoría de las personas se sienten insatisfechos con su vida y tratan de buscar llenar sus necesidades y deseos con cosas mundanas y pasajeras que a la postre nunca los van a satisfacer. El Señor hoy en su Palabra nos dice: “Porque satisfaré al alma cansada, y saciaré a toda alma entristecida”, Jeremías 31:25; la palabra hebrea para satisfacer es “ravá” que significa saciar la sed, llenar algo que está vacío; y la palabra saciar en hebreo es “malé” que significa llenar, abastecer, completar, desbordar. Él nos asegura que puede satisfacer y saciar nuestra alma, llenar ese vacío de nuestro ser y asegurarnos una vida abundante en la tierra.
Jesús lo dijo de la siguiente manera en Juan 10:10b “yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia”. El único que tiene la capacidad de llenar nuestro vacío, de saciar nuestra sed y aún desbordar en llenura y plenitud en nuestro interior, es el Señor Jesucristo y lo hace por medio de su Santo Espíritu.
Dios nos promete un amor eterno: “Jehová se manifestó a mí hace ya mucho tiempo, diciendo: Con amor eterno te he amado; por tanto, te prolongué mi misericordia”, (Jeremías 31:3). Nuestra mayor satisfacción y lo que más produce felicidad es sentirnos amados y aceptados; por la gracia de Dios, todos los que hemos creído en Jesús, hemos recibido su amor en nuestros corazones y es un amor eterno desde la eternidad hasta la eternidad, es un amor inagotable, invariable, que nos da seguridad porque “Jesucristo es el mismo ayer, y hoy, y por los siglos”, (Hebreos 13:8)
A esto, sigue una promesa preciosa que no se cumplirá plenamente sino en la Sión celestial y dice así: “Y vendrán con gritos de gozo en lo alto de Sion, y correrán al bien de Jehová, al pan, al vino, al aceite, y al ganado de las ovejas y de las vacas; y su alma será como huerto de riego, y nunca más tendrán dolor. Entonces la virgen se alegrará en la danza, los jóvenes y los viejos juntamente; y cambiaré su lloro en gozo, y los consolaré, y los alegraré de su dolor. Y el alma del sacerdote satisfaré con abundancia, y mi pueblo será saciado de mi bien, dice Jehová”. Jeremías 31:12-14. Esta promesa no es sólo para el pueblo de Israel sino para la iglesia de Cristo, donde todos vamos a ser saciados de la bondad amorosa de Dios, nuestra alma será como “huerto de riego” y no desearemos más para ser felices. Debemos poner nuestra esperanza en la herencia eterna; cuando miremos nuestro futuro no debemos temer, ni desmayar ante las aflicciones temporales en esta tierra.
El deseo de satisfacer nuestra alma entonces, no solo es para el presente, sino para ese futuro glorioso que Dios nos dará; esto debe estimularnos a mantenernos cerca de Dios, a arrepentirnos si le hemos fallado, a pedirle al Señor que doblegue nuestra voluntad a la de Él, para vivir esa vida en abundancia que nos promete. Recordemos que Dios tiene reservada su misericordia a todos los que le buscan con sinceridad.
Pidamos al Señor que su Palabra abunde en nuestros corazones y que el Espíritu Santo se derrame con poder, como ríos de agua viva en nuestro interior. Oración.
«Amado Dios, solo tú puedes satisfacer mi alma anhelante, llenar mi vacío espiritual con la presencia de tu Santo Espíritu para que, como ríos de agua viva pueda calmar mi sed espiritual, que nada, ni nadie en este mundo puede saciar. Que tu amor derramado en mi corazón se desborde para llevarlo a otros. Señor recuérdame que tú estás conmigo, refresca mi alma y dame descanso. En el nombre de Jesús, amén.

martes, 23 de abril de 2024

Llamados a ser santos

 

Llamados a ser santos


“Así dijo Jehová: No se alabe el sabio en su sabiduría, ni en su valentía se alabe el valiente, ni el rico se alabe en sus riquezas. Mas alábese en esto el que se hubiere de alabar: en entenderme y conocerme, que yo soy Jehová, que hago misericordia, juicio y justicia en la tierra; porque estas cosas quiero, dice Jehová”. Jeremías 9:23-24

“Y el uno al otro daba voces, diciendo: Santo, santo, santo, Jehová de los ejércitos; toda la tierra está llena de su gloria”. Isaías 6:3

Blaise Pascal decía: “Pero hay quienes no pueden admirar más que las grandezas carnales como si no las hubiera espirituales. Y otros que no admiran más que las espirituales como si no las hubiera infinitamente más elevadas en sabiduría”.

Para él, había tres niveles de grandeza: la grandeza física superficial que se encuentra en las riquezas, la fuerza y la belleza. La grandeza más alta es la de los genios, la ciencia y el arte. Y un tercer tipo de grandeza que está en el orden de la santidad; llegando a la conclusión que la grandeza de una persona no radica en que sea fuerte o débil, rica o pobre, inteligente o analfabeta, porque la grandeza está en un plano diferente e infinitamente superior, en lo espiritual, y lo llama “orden de santidad”.

El Señor a través del profeta Jeremías nos lleva a pensar en lo mismo, cuando vemos este mundo con tanto pecado y dolor, encontramos mucho vacío en el interior del ser humano y son necios todos aquellos que se glorían en cosas temporales y superficiales como el conocimiento, salud, fuerza, riqueza o en cualquier cosa que los deja bajo el dominio del pecado y lejos de nuestro Creador. Fuimos diseñados para depender de Él, por eso anhela que nos gloriemos más en conocerlo y entenderlo para que conozcamos su voluntad; El Señor quiere que le demos más importancia a cultivar lo espiritual y crezcamos en santidad; porque Dios es un Dios santo, y si creemos en su Hijo Jesucristo nos da su poder santificador por medio de su Espíritu.

Estamos llamados a ser santos, 1 Corintios 1:2 “a la iglesia de Dios que está en Corinto, a los santificados en Cristo Jesús, llamados a ser santos con todos los que en cualquier lugar invocan el nombre de nuestro Señor Jesucristo, Señor de ellos y nuestro”. Cuando ponemos nuestra confianza en Jesús y lo recibimos en nuestro corazón, recibimos el don del Espíritu Santo, quien nos capacita para vivir una vida santa, que agrade a Dios.

Sólo Dios es perfectamente santo, nosotros nunca alcanzaremos la perfección en esta vida, pero podemos caminar en santidad como respuesta a la santidad de Dios y esto es solo posible por la gracia de Dios, por medio del don de su Espíritu. La Santidad nos conduce a una entrega completa de todo nuestro ser al Señor, como dice Romanos 12:1 “así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional”.

Cuando Dios nos llama a ser santos, nos está diciendo que seamos completamente suyos, quiere que nos demos voluntariamente a Él, 1 Corintios 6:19-20 “¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros? Porque habéis sido comprados por precio; glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios”  Oración.

«Gracias Padre celestial porque al creer en tu Hijo Jesucristo, enviaste a tu Espíritu Santo a morar en mí, ahora soy templo tuyo y anhelo por tu gracia, me ayudes a caminar en santidad, a no llenarme de vanagloria por las cosas temporales y superficiales de este mundo. Quiero conocerte y entenderte para hacer tu voluntad para glorificarte con todo mi ser: espíritu, alma y cuerpo, en el nombre de Jesús, amén.

lunes, 22 de abril de 2024

El día del Señor está cercano

 

El día del Señor está cercano


“Porque cercano está el día de Jehová sobre todas las naciones; como tú hiciste se hará contigo; tu recompensa volverá sobre tu cabeza. De la manera que vosotros bebisteis en mi santo monte, beberán continuamente todas las naciones; beberán, y engullirán, y serán como si no hubieran sido. Más en el monte de Sion habrá un remanente que se salve; y será santo, y la casa de Jacob recuperará sus posesiones”. Abdías 1:15-17

Estamos viviendo en un mundo lleno de injusticias, aproximadamente 49.6 millones de personas viven en condiciones de esclavitud moderna, esto incluye: trabajos forzados, matrimonios forzados, trata de personas, tráfico de niños, tráfico de órganos y actividades delictivas. Hoy hay más gente en esclavitud que en los 350 años de tráfico de esclavos. Este libro de Abdías promete que un día este mundo será liberado de toda injusticia, cuando el reino de los cielos venga en su plenitud.

¿Qué sabemos de Abdías? realmente muy poco, su nombre significa “uno que sirve y adora a Jehová”, su libro es el más corto del Antiguo Testamento, este profeta fue usado por Dios para advertir la caída de uno de los enemigos de Israel, la nación de Edom, descendientes de Esaú, que siempre han vivido en rivalidad con Israel, por el conflicto que se originó entre los dos hermanos (Esaú y Jacob); han tenido una larga historia de guerras y problemas hasta el día de hoy.

El orgullo fue lo que hizo caer a Edom como lo dice Abdías 1:3 “La soberbia de tu corazón te ha engañado, tú que moras en las hendiduras de las peñas, en tu altísima morada; que dices en tu corazón: ¿Quién me derribará a tierra?”.

También el profeta nos cuenta que cuando Jerusalén cayó en el 586 a.C. ante Babilonia, los edomitas no hicieron nada para ayudar a sus hermanos, por el contrario, vieron esto como una oportunidad de saciar su sed de venganza contra Judá, así lo dice Abdías 1:12: “Pues no debiste tú haber estado mirando en el día de tu hermano, en el día de su infortunio; no debiste haberte alegrado de los hijos de Judá en el día en que se perdieron, ni debiste haberte jactado en el día de la angustia”. La retribución es una realidad, Dios es justo y castigará las injusticias hacia los demás. Abdías advierte del inminente castigo de Edom y confirma a Judá la constante protección de Dios, su futura victoria y su restauración.

Nunca ha cesado esa hostilidad contra Israel, son muchas las naciones llenas de soberbia que quieren ver destruido al pueblo de Dios y a su ciudad sagrada, Jerusalén. Abdías nos habla a nosotros de la gran liberación que tendrá lugar en el día del Señor, Abdías 1:21 “Y subirán salvadores al monte de Sion para juzgar al monte de Esaú; y el reino será de Jehová”. El remanente de los salvados gobernará justa y rectamente honrando el reino de Dios.

Con la Segunda Venida de Jesús, el reino de Dios irrumpirá en la historia y administrará su justicia en esta tierra; en aquel día todas las profecías de Abdías y otros profetas tendrán pleno cumplimiento y todos seremos liberados de toda injusticia. Un tiempo de juicio y divina justicia llegará para todas las naciones, es una predicción que alcanza nuestros días.

Como enseñanza podemos decir que las relaciones difíciles entre las personas, son el resultado inevitable de la soberbia que nos impide descubrir nuestros errores y crea barreras que se interponen en la reconciliación. Este es el costo del orgullo. El Señor nos exhorta a arrepentirnos y a buscar reconciliación con aquellos con los que hemos roto relaciones y vivir una vida de perdón y misericordia.

Recordemos que en su soberanía Dios utiliza las circunstancias para llevar a cabo sus propósitos, el Señor toma el futuro para realizar su plan y obrará en favor de su pueblo. Por medio de Jesucristo, Dios pone de manifiesto su poderío y dominio sobre toda la humanidad.  Oración.

«Señor Jesús, gracias porque un día tu justicia vendrá para todos cuando regreses en tu Segunda Venida y veremos tu reino establecido en toda su plenitud. Mientras llega este día ayúdame a ser un instrumento de tu justicia, llevando tu Palabra a todo lugar y tendiendo mi mano a los que viven en injusticia. En el nombre de Jesús, amén.

domingo, 21 de abril de 2024

La gracia triunfa sobre el juicio

 

La gracia triunfa sobre el juicio


“Entonces los escribas y los fariseos le trajeron una mujer sorprendida en adulterio; y poniéndola en medio, le dijeron: Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en el acto mismo de adulterio. Y en la ley nos mandó Moisés apedrear a tales mujeres. Tú, pues, ¿qué dices? Mas esto decían tentándole, para poder acusarle. Pero Jesús, inclinado hacia el suelo, escribía en tierra con el dedo. Y como insistieran en preguntarle, se enderezó y les dijo: El que de vosotros esté sin pecado sea el primero en arrojar la piedra contra ella. E inclinándose de nuevo hacia el suelo, siguió escribiendo en tierra. Pero ellos, al oír esto, acusados por su conciencia, salían uno a uno, comenzando desde los más viejos hasta los postreros; y quedó solo Jesús, y la mujer que estaba en medio. Enderezándose Jesús, y no viendo a nadie sino a la mujer, le dijo: Mujer, ¿dónde están los que te acusaban? ¿Ninguno te condenó? Ella dijo: Ninguno, Señor. Entonces Jesús le dijo: Ni yo te condeno; vete, y no peques más”. Juan 8: 3-11

Los fariseos y escribas frustrados porque no tenían nada en contra de Jesús para acusarlo y así poder juzgarlo, le llevan a una mujer sorprendida en adulterio. Según la ley, ellos decían que Moisés los mandó a apedrear a los adúlteros, miremos Deuteronomio 22:22: “Si fuere sorprendido alguno acostado con una mujer casada con marido, ambos morirán, el hombre que se acostó con la mujer, y la mujer también; así quitarás el mal de Israel”. La pregunta es ¿por qué sólo llevaron a la mujer para enjuiciarla?

El caso es que era una trampa; esperaban confundir a Jesús con respecto a la respuesta que diera a su pregunta: “tú pues, ¿qué dices?”; si Él decía apedréenla, lo acusarían de matarla, porque no era juez y si la defendía lo tacharían de condescendiente con la inmoralidad sexual. La verdad es que eran unos hipócritas astutos tentando al Señor, y aunque los escuchó y le insistían preguntándole, se agacho a escribir con su dedo en la arena, aparentemente ignorándolos.

Finalmente se enderezó y les dijo: “El que de vosotros esté sin pecado sea el primero en arrojar la piedra contra ella”, en otras palabras: “aquel cuya conciencia le absuelva de cualquier pecado, arroje la primera piedra…” Fueron sorprendidos por su inteligencia, ahora el objeto de acusación se volvió hacia ellos y Jesús se inclinó nuevamente a escribir en tierra, era evidente que estaba dándole a los acusadores una oportunidad para irse sin que Él los viera y evitar así su vergüenza. Jesús hizo que fueran redargüidos en su conciencia, y fueron saliendo uno tras otro. La trampa para Jesús se volvió en su contra, quedaron expuestos ellos mismos a la vergüenza pública, lo que querían hacer con la mujer.

Es muy fácil caer en la tentación de juzgar a otros, antes de mirarnos a nosotros mismos, como nos recuerda Lucas 6:41 ¿Por qué miras la paja que está en el ojo de tu hermano, y no echas de ver la viga que está en tu propio ojo?”

Jesús tiene todo el derecho de juzgar porque es Dios, sin embargo, Jesús restaura la vida de esa mujer cuando le dice: “¿dónde están los que te acusaban? ¿Ninguno te condenó? Ella dijo: Ninguno, Señor. Entonces Jesús le dijo: Ni yo te condeno; vete, y no peques más”. ¡Qué ternura y gracia inimitables!, con ese acto de amor inagotable esa mujer fue traída a la convicción de pecado, a la admiración por el que la liberó de él y a ese llamamiento a empezar una vida nueva.

Este es un momento para pensar un poco antes de lanzar una piedra contra alguien, deberíamos reconocer nuestras propias faltas y mirar a aquellos que están perdidos en el mundo con más compasión y misericordia. Santiago 2:13 dice: “Porque juicio sin misericordia se hará con aquel que no hiciere misericordia; y la misericordia triunfa sobre el juicio”.

El Señor no nos dejó un mensaje en la arena, lo hizo en la cruz, no lo escribió con su dedo sino con su sangre preciosa que derramó por cada uno de nosotros para declararnos “justos”. Esa es la gracia triunfando sobre el juicio. Alguna vez nos hemos preguntado ¿cómo reacciona Jesús frente a nuestro pecado?, sé qué cómo con esa mujer, nos diría: “tampoco yo te condeno, vete y no vuelvas a pecar” Oración.

«Amado Jesús, tu gracia me envuelve de manera incontenible ante tu inagotable amor. Al leer tu Palabra y ver tu misericordia sobre mi vida, te doy gracias, porque derramaste tu preciosa sangre en una cruz para darme perdón de pecados, libertad y una nueva vida. Lléname de tu Santo Espíritu para abundar en gracia, en misericordia y compasión por los demás, porque no soy quién para juzgar a otros. En el nombre de Jesús, amén.

sábado, 20 de abril de 2024

Preparando a otros para la obra

 


Preparando a otros para la obra

“Llamó entonces David a Salomón su hijo, y le mandó que edificase casa a Jehová Dios de Israel. Y dijo David a Salomón: Hijo mío, en mi corazón tuve el edificar templo al nombre de Jehová mi Dios. Mas vino a mí palabra de Jehová, diciendo: Tú has derramado mucha sangre, y has hecho grandes guerras; no edificarás casa a mi nombre, porque has derramado mucha sangre en la tierra delante de mí. He aquí te nacerá un hijo, el cual será varón de paz, porque yo le daré paz de todos sus enemigos en derredor; por tanto, su nombre será Salomón, y yo daré paz y reposo sobre Israel en sus días. Él edificará casa a mi nombre, y él me será a mí por hijo, y yo le seré por padre; y afirmaré el trono de su reino sobre Israel para siempre. Ahora pues, hijo mío, Jehová esté contigo, y seas prosperado, y edifiques casa a Jehová tu Dios, como él ha dicho de ti”. 1 Crónicas 22:6-11

Qué bueno es edificar la vida de otras personas y volverlas discípulos de Cristo. Estamos llamados a hacerlo, como dice Mateo 28:19 “Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo”. Es necesario, porque otros tendrán que continuar la obra que nosotros hemos empezado, por eso, nunca debemos sentirnos desanimados cuando otras personas tienen el privilegio de hacer algo dentro del ministerio que nosotros hemos hecho ya; por el contrario, siempre doy gracias a Dios por mis mentores espirituales, por el que plantó la semilla del evangelio en mí, pero también el que la regó con perseverancia, los que me enseñaron la Palabra de Dios, me exhortaron y corrigieron, porque gracias a ellos, Dios me ha dado el crecimiento para colaborar con Él en la expansión del evangelio, donde quiera que he ido.

Debemos sentirnos privilegiados de poder dejar un legado, lo digo porque, como pastor y siervo de Dios, es una honra ver como no solamente dentro del ministerio donde el Señor me ha colocado, están siguiendo los pasos de Jesús, con sus habilidades y dones sirviendo donde Dios los ha puesto. No debemos ser egoístas, entre más envejecemos debemos recordar que Jesús nos ha dado la orden de hacer discípulos, y es una gran bendición ver replicadas sus enseñanzas en otros.

David fue un ejemplo de esto, cuando oró por su hijo y por todos aquellos que iban a ayudarle a edificar el Templo para Dios, los animó diciéndoles en 1 Crónicas 22:19 “Poned, pues, ahora vuestros corazones y vuestros ánimos en buscar a Jehová vuestro Dios; y levantaos, y edificad el santuario de Jehová Dios, para traer el arca del pacto de Jehová, y los utensilios consagrados a Dios, a la casa edificada al nombre de Jehová”.

Hay que animar y bendecir los esfuerzos de aquellos que nos sucederán en el ministerio para que Dios les de sabiduría, mantengan la visión dada por la revelación de su Palabra, sigan entusiasmados en amar y servir al Señor, para que todo lo que hagan sea prosperado y El Señor será fiel en honrarlos.

Jesús sabía que su ministerio era corto, pues venía a cumplir la misión de entregar su vida por nosotros; por eso su mayor esfuerzo fue ganando, edificando y enviando a aquellos para que continuaran la extensión de su reino hasta lo último de la tierra; un día les dijo: “De cierto, de cierto os digo, que, si el grano de trigo no cae en la tierra y muere, queda solo; pero si muere, lleva mucho fruto. El que ama su vida, la perderá; y el que aborrece su vida en este mundo, para vida eterna la guardará. Si alguno me sirve, sígame; y donde yo estuviere, allí también estará mi servidor. Si alguno me sirviere, mi Padre le honrará”, Juan 12:24-26

Ese legado de Jesús nos alcanzó a nosotros, recibimos perdón, salvación y vida eterna, por lo que ellos hicieron para el Señor. Hoy te animo a servir a Dios, sabiendo que ningún trabajo para Él es en vano. Toma tu arado y no desistas; y recuerda que uno es el que siembra, otro el que riega, pero Dios es el que da el crecimiento. El Señor del universo nos tiene para grandes cosas. ¡Anímate a hacer discípulos, son tu legado!    Oración.

«Amado Padre, en el nombre de Jesús oro por todos aquellos que han sido escogidos, edificados y formados dentro de la congregación donde nos has puesto; anímalos a coger el arado y seguir sembrando la semilla del evangelio, a seguir regándola con la edificación y discipulado, para que puedan ser enviados a extender el reino de los cielos donde tú quieres; dales amor, sabiduría, prudencia, fuerza y valentía para cumplir con tu llamado. Amén.