domingo, 24 de agosto de 2014

Hechos 19:21-22

Hechos 19:21-22


Después de todos estos sucesos, Pablo tomó la determinación de ir a Jerusalén, pasando por Macedonia y Acaya.  Decía: después de estar allí, tengo que visitar Roma.  Entonces envió a Macedonia a dos de sus ayudantes, Timoteo y Erasto, mientras él se quedaba por algún tiempo en la provincia de Asia.


En ocasiones anteriores he contado la historia de cómo, junto con otros hermanos, comenzamos a ir al reclusorio sur en la ciudad de México.  Puedo decir que sentí un llamado para hacerlo después de haber escuchado la Palabra de Dios (leyendo la biblia) y decidimos poner en oración esa idea para que el Señor mostrara por dónde caminar.  Cuando alguien quiere saber qué dirección tomar y conocer la voluntad de Dios, no debe irse a un retiro espiritual.  Tampoco necesita entrar en un transe o tratar de hacer algo físico para convencerse de su decisión.  Lo que debemos hacer es acudir a la palabra de Dios.  Es como pedir consejo directamente al Señor.  Nosotros preguntamos orando, Él contesta a través de la Biblia.  Si no tienes mucho conocimiento o te sientes atorado, acude con tu pastor o con la persona que te discipula para que te exponga lo que Dios tiene que decir al respecto.
Todo esto lo digo por una razón: Pablo entendió que tenía que ir a Roma y decidió hacerlo.  No le dio vueltas a la idea.  No lo pospuso.  No le dio flojera.  No le dio pena.  No le importó tener que cambiar de ciudad.  Simplemente entendió que era algo que estaba llamada a hacer.  Primero pasaría por Macedonia y Acaya y finalmente visitaría Roma.  No nos dice el pasaje qué motivó a Pablo o cómo decidió hacerlo, pero sí sabemos que estaba determinado a hacerlo.  ¿Cuántas cosas podríamos hacer para el Señor?  ¡Muchas!  Lo triste es que muchas se quedan en ideas porque decidimos echarlas al baúl y no hacer nada al respecto.  Si tienes una idea sobre cómo servir al Señor, no la hagas a un lado sino que ponla en oración y permite que Dios haga maravillas que no esperabas para que se lleve a cabo.  Recuerda que, como siervos, somos la mano de obra y el Señor se encargará de traer todos los materiales que necesitamos.  Solamente nos toca trabajar y nuestro Dios se encarga de los planes y de cada detalle para seguir construyendo para su gloria.
Vemos también que Timoteo y Erasto ayudaban a Pablo para su siguiente viaje y de cierta manera preparaban el camino.  Hay muchos de nosotros que al querer emprender una labor, pensamos que no necesitamos de nadie más.  Somos “lobos” solitarios que hacer todo.  Esto no está bien.  Necesitamos aprender a trabajar como un solo cuerpo que necesita de cada extremidad para poder realizar cualquier tarea.
Hoy quiero animarte a trabajar para el Señor.  Quiero animarte a que pongas en práctica lo que Dios te llama a hacer.  Tal vez tienes tiempo queriendo cambiar esto o aquello.  Solamente tú sabes qué es lo que has estado arrastrando y por cuánto tiempo.  ¿No es tiempo de cambiar?  Hoy es el momento para dejar que Dios te muestre cuánto quiere hacer a través de ti.  Solamente necesita un corazón dispuesto.  Un corazón confiado venció al gigante Goliat y todos los filisteos.  Un corazón confiado sonó trompetas para que se derrumbaran los muros de Jericó.  Un corazón confiado tocó con su vara el mar para que se dividiera en dos.  Y así la lista de ejemplos sigue y sigue.  ¿No quieres ser parte de esas historias increíbles?  Solamente necesitas creer en lo que dice Dios en su palabra y ponerlo en práctica.  ¿Qué estás esperando?
Oración
Padre: definitivamente necesito cambiar y poner en práctica lo que tanto me pides.  Sé que te he hecho a un lado para no tener que hacer cambios o ajustes en mi vida pero hoy aprendí que esto no puede seguir así.  Hoy quiero ponerme en acción para servirte.  Toma mi vida.  Aquí está mi corazón, confiado y agradecido, listo para obedecer.  Guíame Señor, en el nombre de Jesús.  Amén.