sábado, 25 de julio de 2009

La seguridad de los que tienen a Dios como refugio


Salmos 91 -

SALMO 91
Versículos 1-8. La seguridad de los que tienen a Dios como refugio. 9-16. El favor de ellos ante Él.

Vv. 1-8.El que por fe escoge a Dios como su protector, encontrará en Él todo lo que necesite o desee. Quienes han hallado el consuelo de hacer del Señor su refugio, no pueden sino desear que los demás puedan hacer lo mismo. La vida espiritual está protegida por la gracia divina contra las tentaciones de Satanás, que son como los lazos del cazador, y del contagio del pecado que es una peste detructora. Se promete gran seguridad a los creyentes en medio del peligro. La sabiduría les impedirá asustarse sin causa y la fe les impedirá asustarse indebidamente. Lo que se haga es la voluntad de nuestro Padre celestial; y no tenemos razón para temer. El pueblo de Dios verá cumplidas no sólo las promesas de Dios sino sus amenazas. Entonces, que los pecadores acudan al Señor ante el trono de la gracia en el nombre del Redentor, y exhorte a otros a confiar en Él también.

Vv. 9-16.Pase lo que pase, nada dañará al creyente, aunque se desaten problemas y aflicciones, no será para dañarlo, sino para su bien, aunque momentáneamente no sean causa de gozo sino de tristeza. Quienes conocen rectamente a Dios depositarán su amor en Él. Orando le invocan constantemente. Su promesa es que, a su debido tiempo, librará al creyente de la dificultad y, mientras tanto, está con él en la tribulación. El Señor administrará todas sus preocupaciones mundanas y preservará su vida en la tierra, en tanto cuanto sea bueno para él. Para animarse en esto, mira a Jesús. Vivirá lo suficiente hasta que haya acabado la obra para la cual fue enviado a este mundo, y esté listo para el cielo. ¿Quién desearía vivir un día más de lo que Dios tenga establecido para hacer alguna obra sea por Él o en Él? Un hombre puede morir joven, pero estar satisfecho con su vida. Pero el impío no está satisfecho ni siquiera con una vida larga. El conflicto del creyente termina en el largo plazo; ha terminado para siempre con los problemas, el pecado y la tentación.