lunes, 11 de agosto de 2014

Hebreos 10:25

Hebreos 10:25

No dejemos de congregarnos, como acostumbran hacerlo algunos, sino animémonos unos a otros, y con mayor razón ahora que aquel día se acerca.



Definitivamente ninguno de nosotros es perfecto y por consecuencia las congregaciones tampoco lo son.  Es fácil caer en la crítica y juzgar lo que se hace en una u otra iglesia.  Sin embargo, ¿quiénes somos para llevar juicio?  Si bien, es importante que pongas atención a lo que se predica y buscar siempre que la palabra de Dios sea lo más importante, el resto está de más.  He oído críticas a iglesias que son muy grandes mientras que otros critican que en una iglesia pequeña están encima de uno como si fuéramos niños.  Unos piensan que las alabanzas deberían ser himnos mientras que otros quieren música más contemporánea.  También se comenta sobre el pastor o co pastores que y su estilo de predicación.  En fin, siempre hay algo sobre lo cual podríamos discutir.  Sin embargo, pocas veces reconocemos el increíble efecto que tiene una congregación sobre aquellos que quieren alabar a su Señor y tomar ánimos para seguir en la lucha de su crecimiento espiritual.  Testimonios de personas que quebrantan corazones.  Familias destrozadas que hoy cuentan cómo el Señor puso paz en donde solo había gritos, rencores y odios.  Personas adictas que hoy dan gloria a Dios por otro día más de libertad y esperanza.  Cada persona tiene una historia.  A veces unas nos impactan más que otras pero eso es simplemente por el momento que estamos atravesando.  Yo te aseguro que tu vida sirve de inspiración a alguien más.  Ni siquiera tienes que saberlo pero hay gente que te observa y ven con ánimos tu forma de servir y vivir a Cristo.  Por esto nos dice el versículo que no debemos dejar de reunirnos.  ¡Nos perderíamos de muchas bendiciones!  No podríamos escuchar historias asombrosas sobre vidas transformadas y corazones renovados.  Tampoco podríamos ir y pedir para que oren por la situación que atravesamos.  Nos perderíamos de la oportunidad de convivir con gente que quiere crecer espiritualmente y pasa por situaciones similares a las nuestras.  Dejaríamos de escuchar palabras de aliento cuando todo parece estar de cabeza.  Y, a mi parecer, lo peor sería que dejaríamos de escuchar las correcciones de aquellos que nos muestran lo que dice la palabra y cómo debemos ajustar nuestra vida basada en ella.  Es fácil minimizar a la congregación y criticarla.  Sin embargo, esto no trae ningún beneficio y no edifica.  Por el contrario, si cambiar tu perspectiva y dejas que la visión de Dios te guíe, podrás darte cuenta de que reunirte y gozarte con los hermanos en la fe es una de las más grandes dichas.  Sé que algunos pudieron haber tenido malas experiencias y por ello prefieran “mantener su distancia”.  Hoy te digo que eso se llama soberbia.  Si Jesús te perdona y te recibe con los brazos abiertos, quién eres tú para no hacerlo con tu prójimo.  No dejemos de reunirnos como familia y busquemos la bendición que resulta de este ejercicio.

Oración

Padre: perdóname.  Entiendo que estoy siendo orgulloso al juzgar y criticar a la congregación.  Hoy me humillo ante Ti y te pido que pongas amor en mi corazón para con mi prójimo.  Te pido pongas en mí el deseo de reunirme con mis hermanos y que pueda gozarme de la bendición que esto conlleva.  En Cristo Jesús.  Amén