sábado, 9 de abril de 2022

Nuestros hijos

 

Nuestros hijos


“Bienaventurado el hombre que teme a Jehová, Y en sus mandamientos se deleita en gran manera. Su descendencia será poderosa en la tierra; La generación de los rectos será bendita.” Salmos 112:1-2

A pesar de tanta maldad que hoy en día se ve multiplicada en los que son el futuro de la sociedad, es decir, los niños y los jóvenes, nosotros los creyentes siempre debemos creer y tener presente las promesas que Dios tiene para nosotros y para nuestros hijos.

Vemos cómo cada día se están tomando decisiones apresuradas, faltas de fe e impulsadas por las circunstancias en cuanto a nuestra descendencia; tenemos temor de tener hijos y no nos estamos multiplicando (Génesis 1:28). Nos desanimamos porque vemos diariamente cómo el corazón de los hijos se levanta contra los padres y tememos que esas malas conductas sean aprendidas y tomadas por nuestros hijos, pero no nos tomamos el tiempo de examinar que esas son consecuencias que se ven reflejadas en personas que no tienen a Dios en su corazón y que nunca instruyeron a sus hijos en los caminos del Señor.

Es por eso que, desde que nuestros hijos nacen, debemos inculcarles el temor de Dios; si ellos temen a Dios, honrarán a sus padres, y no solo esto, sino que sus vidas serán guiadas y determinadas por la palabra de Dios. Proverbios 22:6 dice “Instruye al niño en su camino, Y aun cuando fuere viejo no se apartará de él”; es la ley de la siembra y la cosecha, y si nosotros hacemos la tarea con nuestros hijos desde su temprana edad, Dios nos promete que el fruto se verá y perdurará aun cuando ellos sean viejos.

El Señor es poderoso para guardar el corazón y la integridad de nuestros hijos, su palabra nos dice que la generación de los que le tememos será bendita y con un propósito especial. Nosotros y nuestros hijos tenemos el respaldo y la bendición del que tiene todo poder y autoridad, así que, nuestra actitud debe ser de total confianza y obediencia en las promesas y los mandamientos de Dios.   Oración.

«Padre, gracias por cuidar de mí y de mis hijos, de esa manera tan sobrenatural y especial; donde yo no puedo tener el control, tú sí puedes, y donde yo no puedo estar, tú estás allí. Oro por el mundo entero, pidiéndote que cada día se vuelva más a ti y puedan ver los planes grandes y maravillosos que tienes para con cada uno de ellos, que tu gracia y tu poder los rescates de la potestad de Satanás y los traslade al reino de tu luz y tu verdad, en el nombre de Jesús, amén.   Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

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