martes, 16 de noviembre de 2021

Fieles testigos de su gran amor

 

Fieles testigos de su gran amor


“Vosotros sois mis testigos, dice Jehová, y mi siervo que yo escogí, para que me conozcáis y creáis, y entendáis que yo mismo soy; antes de mí no fue formado dios, ni lo será después de mí. Yo, yo Jehová, y fuera de mí no hay quien salve” Isaías 43:10-11.

Es interesante que, de todas las religiones del mundo, solo el cristianismo garantiza la salvación. Nuestro Dios no tiene competidor o quién sea semejante a Él; es el único y suficiente Dios para el ser humano, por eso dice con toda certeza “fuera de mí no hay quien salve”.

Además, no les da cabida a otros dioses, porque dice en Isaías 43:12 “Yo anuncié y salvé, hice oír y no hubo entre vosotros dios ajeno. Vosotros, pues, sois mis testigos, dice el Señor, que yo soy Dios».

Hemos visto a través de Isaías 43, en los últimos devocionales de estos días, que frente a la esclavitud hubo una nueva liberación, un nuevo éxodo e intervención de Dios para salvar y restaurar a Israel. Vemos a un pueblo que no pagó fidelidad por fidelidad, que no devolvió amor por el amor de Dios, sino que se dejó seducir por la idolatría, adorando a otros dioses. Dios les manifestó que Él es el Dios verdadero y por eso le reclamó a su Pueblo en Isaías 43:22 “Y no me invocaste a mí, oh Jacob, sino que de mí te cansaste, oh Israel”.

Hoy más que nunca tenemos cinco razones para ser fieles y ser testigos de su amor en este mundo, porque este pasaje también es aplicable a nosotros. Recordemos Isaías 43:1 “Ahora, así dice Jehová, Creador tuyo, oh Jacob, y Formador tuyo, oh Israel: No temas, porque yo te redimí; te puse nombre, mío eres tú”. De lo anterior podemos decir que: 1) Nos creó, le dio origen a nuestra vida, no existimos sino por el poder y el amor de Dios. 2) Nos formó, es el sustentador de nuestra vida, nos mantuvo y nos ha cuidado hasta hoy. 3) Nos redimió, pagó con la vida de su Hijo y quitó el pecado que nos separaba de Él. 4) Nos compró, nos adquirió con su sangre por derecho de redención. 5) Nos adoptó en su familia, nos puso nombre, somos su propiedad, nos amó y nos hizo dignos para Él.

Nos hizo sus siervos para ser testigos del gran amor con que nos amó; amor que hemos experimentado primero en nuestras vidas, para que tengamos la certeza de en quién hemos creído y poder darlo a conocer a muchas personas, para que entiendan que Él es Dios y fuera de Él no hay quien salve.   Oración.

«Gracias Dios por todo lo que hiciste por mí, por amor, soy digno porque me redimiste, cuando a nadie le interesaba, tú me miraste y fui importante para ti. Soy ahora acepto por el sacrificio de tu amado Hijo Jesús. Quiero corresponder a tu amor y fidelidad, amándote, honrándote, reconociéndote como mi único Dios y siendo fiel testigo de tu gran amor. En Cristo Jesús, Amén.     Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

¡Hasta lo último de la tierra! Usa tus redes sociales para ese propósito.