miércoles, 29 de noviembre de 2017

El llamado de Abraham


El llamado de Abraham

Por la fe Abraham, siendo llamado, obedeció para salir al lugar que había de recibir como herencia; y salió sin saber a dónde iba. Por la fe habitó como extranjero en la tierra prometida como en tierra ajena… porque esperaba la ciudad que tiene fundamentos, cuyo arquitecto y constructor es Dios.

Hebreos 11:8-10

En la Biblia Abraham es llamado “padre de todos los creyentes” (Romanos 4:11). Dios lo llamó a dejar su país; Abraham creyó en Dios y le obedeció. Nuestras vidas son muy diferentes a la de Abraham (quien vivió hace unos 4.000 años), pero la esencia de la fe sigue siendo la misma, es decir, escuchar el llamado de Dios y responderle.

Para Abraham el llamado era muy exigente: “Vete de tu tierra y de tu parentela, y de la casa de tu padre, a la tierra que te mostraré” (Génesis 12:1). Dios lo llamaba a dejar las comodidades de sus posesiones y de su país, para entrar en lo desconocido. Pero le dio una promesa de bendición. Abraham escuchó el llamado y se puso en marcha. ¡Obedeció a Dios y confió en él!

Dios también tiene un llamado para nosotros. Incluso “ahora manda a todos los hombres en todo lugar, que se arrepientan” (Hechos 17:30). ¿Qué es arrepentirse? Es volverse a Dios reconociendo sus pecados, y creer en Jesucristo, el Salvador. Creer supone confiar en Dios, estar dispuesto a obedecerle.

Es erróneo pensar que la obediencia a Dios nos limita el espacio vital. Al contrario, cuando creemos en Dios somos confortados y liberados, pues Dios nos ama. Él nos da la libertad… ¡para hacer el bien! También nos libera de lo que nos bloquea, de nuestros miedos, culpabilidad y egoísmo.

“Cuando estaba en angustia, tú me hiciste ensanchar” (Salmo 4:1).    Mis ojos pondré en los fieles de la tierra, para que estén conmigo;

El que ande en el camino de la perfección, éste me servirá.

Salmos 101. 6