sábado, 10 de marzo de 2012

La virtud de la sanidad


La virtud de la sanidad
El don universal que viene a la humanidad desde la cruz es el don de salvación en el sentido de perdón de pecados Sin embargo, la cruz del Calvario
también es la base de cada otra provisión que el Padre nos puede dar y nos dará según su voluntad. Esto incluye sanidad. Hay factores que controlan
si estas provisiones serán dadas en cada caso, por ejemplo, cuando necesitamos ejercitar más fe, o cuando nuestra vida impide que el Padre sea
tan generoso como quiere ser. Hay también otros factores escondidos. Sin embargo, esto no nos debería frenar la oración en fe o pedir al Padre
ayuda en todo momento de necesidad. Podemos confiar en el Señor, pero no le podemos manipular (Deuteronomio 29:29). Tres hechos principales
muestran que la sanidad del cuerpo es una parte íntegra del propósito del Padre en la obra del Calvario.
(I) Dios ha establecido el principio de sanidad en la muerte y resurrección de Jesús. Jesús murió contusionado y roto. Pero fue resucitado sano e
ileso.
(II) Las Escrituras testifican claramente de la inclusión de la sanidad física como parte de la obra del Calvario (Romanos 8:11). Jesús murió, no
solamente para llevar nuestros pecados, sino para llevar nuestras penas y nuestras enfermedades (Isaías 53:4-5; 1 Pedro 2:24). Jesús murió no
solamente para salvar nuestra alma; sino todo nuestro ser: espíritu, alma y cuerpo.
(III) El testimonio directo de sanidad está hoy en el poder del Espíritu Santo: el propósito de Dioses que vivamos
ahora en lo bueno y con el poder de la vida eterna. ¡No existe tal cosa como un creyente sin sanar!
La realidad es que la cruz fue el encuentro decisivo en la batalla entre el bien y el mal. Allí Satanás fue por fin desnudado de su poder y su
destino fue sellado definitivamente. ¡Pero todavía existe una guerra! Asimismo la obra decisiva ha sido conseguida para nuestra sanidad, pero todavía
no estamos plenamente sanados. Cada milagro de la gracia de Dios es un milagro de promesa. Es un tipo o indicador de lo que nos pertenecerá
cuando Jesús venga en su Reino de gloria. El hecho de que la batalla está ganada, pero no acabada, no nos impide ocuparnos en la guerra
espiritual a todos los niveles en el día de hoy. Al contrario, nos debería estimular. Así es con la cuestión de sanidad, ¡porque ciertamente esta es
parte de la batalla! No deberíamos inhibirnos de orar sólo porque nos damos cuenta de que todavía, no todo es perfecto.