miércoles, 9 de noviembre de 2022

Corro a los brazos de mi Padre

 

Corro a los brazos de mi Padre


“Y deseaba llenar su vientre de las algarrobas que comían los cerdos, pero nadie le daba. Y volviendo en sí, dijo: ¡Cuántos jornaleros en casa de mi padre tienen abundancia de pan, y yo aquí perezco de hambre!” Lucas 15:16-17.

Cuando leemos el relato bíblico del hijo pródigo nos puede llegar a parecer una locura, pues ¿quién en su sano juicio malgastaría sus bienes a tal punto de quedarse sin nada, y a esas alturas en condición de necesidad llegar a querer comer de lo que los cerdos se alimentan? Y es que si miramos el estado en el que estos animales viven podemos notar que no es encantador, pues si alguna vez has entrado en una porqueriza podrás percibir que su olor, que es una mezcla entre lodo, desechos de estos animales y aserrín, no es agradable, ahora pongámonos en el lugar de este hijo pródigo, ¿cuánta hambre debió tener para querer meterse a ese lugar y coger de la comida de los cerdos? Sin duda alguna, mucha, pero justo en ese momento en el que tal vez se disponía a alimentarse de algarrobas, recordó algo importante, él era un hijo, no un cerdo, por ende, podría regresar a la casa de su padre para pedir misericordia.

En nuestro caso actual, nosotros no hemos llegado a la condición de querer alimentarnos físicamente de lo que los cerdos lo hacen, sin embargo, espiritualmente hemos hecho lo que este hombre, pues incluso siendo hijos de Dios, gracias a la fe que hemos depositado en Jesucristo, en momentos de nuestra vida hemos querido salir al mundo para experimentar y alimentarnos de lo que ellos hacen, y de esa forma hemos estado dispuestos a comer no solo algarrobas, sino las sobras que el mundo nos entrega, cuando lo que Dios siempre ha querido darnos es su palabra, como un alimento capaz de satisfacer por completo nuestra necesidad (Juan 6:32-33,35).

Si al igual que este hombre has malgastado lo que Dios te ha dado y te encuentras comiendo con los cerdos recuerda que no has sido creado para eso, sino, para vivir como hijo de Dios, así que levántate y ¡vuelve corriendo a los brazos de tu Padre!   Oración.

«Padre, no quiero experimentar lo que es vivir lejos de tu presencia, por eso pido tu ayuda y dirección pues no quiero verme atraído por lo que el mundo me ofrece sino por lo que tu palabra me enseña. Amén.   Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

¡Hasta lo último de la tierra! Usa tus redes sociales para ese propósito.