jueves, 12 de abril de 2018

Superación de las leyes naturales


Superación de las leyes naturales
La oración puede pasar por encima de las "leyes de la naturaleza", y producir respuestas milagrosas de Dios a las necesidades desesperadas de los hombres. Si esto no fuera así, de nada valdría que orásemos por muchas situaciones problemáticas. La intercesión se reduce a un mero jugar con Dios, a tratar con ligereza la necesidad humana y a engañarnos a nosotros mismos a menos que no existan límites para lo que el Señor puede realizar. ¡No! ¡Eso jamás! La oración es tan real como Dios mismo; no hay absolutamente nada que el Señor no pueda hacer si sirve para avanzar su reino y está de acuerdo con su voluntad. La oración libera el poder de Dios. Cristo es el Creador y Preservador del universo (Juan 1:3; Colosenses 1:16, 17), y un Dios de planes, regularidad y poder. A sus formas normales de actuar las llamarnos "leyes, de la naturaleza". Él ha planeado y creado el universo de tal manera que las leyes menores pueden ser sobrepasadas por las mayores. La ley de la gravedad, por ejemplo, es susceptible de ser anulada temporalmente por la de la fuerza: cuando lanzamos una pelota, la ley de la fuerza prescribe que dicha pelota vuele suspendida en el aire hasta que la fuerza aplicada se termine, momento en el cual la ley de la gravedad vuelve a tomar el control y la pelota cae al suelo. Normalmente las leyes menores sirven a los propósitos de  las mayores, armonizan con éstas y pueden ser superadas por ellas. Aquellas leyes, por ejemplo, que controlan la materia son susceptibles de verse sobrepasadas por esas otras de la biología y de la vida, las cuales, a su vez, quizá sirvan a las de la psicología. Las leyes morales superan a las físicas, y las espirituales a todas las demás. Dios es Espíritu y está por encima de toda creación: tiene absoluta libertad, ya que es el Creador, el Sustentador y el Gobernador de todo. El Señor es libre de pasar por alto cualquiera de sus leyes, puesto que éstas no son sino una expresión de su mente creadora, la forma en que El escoge operar normalmente en el mundo que El mismo ha hecho. El "pasar por alto" una ley no "viola, o destruye" dicha ley, sino que sólo la suspende temporalmente con vistas a cumplir un objetivo mayor. Cuando Dios pasa por alto su manera habitual de obrar (la "ley natural") mediante alguna expresión especial de su voluntad, lo denominamos "milagro". Para el Señor, sin embargo, no se trata sino de otra de sus obras; por eso Jesús hizo referencia a los milagros como a "obras" (en griego erga; véase Juan 9:4; 10:25, 32, 38). La oración resulta posible porque Dios es omnipotente, el Soberano de todas sus obras, y tiene propósitos y planes eternos. El siempre pasará por encima de cualquiera de sus formas normales de actuar a fin de cumplir sus propósitos morales y espirituales y sus planes eternos. Así que la oración tiene en todo momento la posibilidad de cooperar con el propósito eterno de Dios y de asegurar su milagroso poder. El Señor no nos garantiza un milagro, pero siempre está abierto a nuestra oración para que su voluntad prevalezca y Él sea glorificado. La oración es la forma ordenada por Dios para que su poder milagroso actúe en la necesidad humana.