domingo, 31 de mayo de 2009

CUATRO CLAVES PARA OÍR LA VOZ DE DIOS.2


Clave nº 2 – Debo aprender a aquietar mis propios pensamientos y emociones, para así poder sentir el flujo de pensamientos y emociones de Dios dentro de mí.
Habacuc dijo: " Sobre mi guarda estaré, y sobre la fortaleza afirmaré el pie... (Habacuc 2:1). Habacuc sabía que para poder oír los pensamientos interiores espontáneos y suaves de Dios, primero él tenía que ir a un lugar tranquilo y aquietar sus propios pensamientos y emociones. El Salmo 46:10 nos anima a que estemos tranquilos y conozcamos que Él es Dios. Existe un profundo conocimiento interior (flujo espontáneo) en nuestro espíritu que cada uno de nosotros puede experimentar cuando aquietamos nuestra carne y nuestra mente.
He descubierto varias maneras sencillas de aquietarme a mí mismo y estar dispuesto a recibir el flujo espontáneo de Dios. Amar a Dios mediante una canción tranquila de adoración es para mí uno de los medios más efectivos (ver II Reyes 3:15). A medida que me tranquilizo (mis pensamientos, voluntad y sentimientos) y descanso delante de Dios, soy consciente del fluir divino; si me vienen pensamientos acerca de cosas que haya olvidado que tengo que hacer, las escribo en un papel y no pienso más en ellas; si vienen a mi mente pensamientos de culpabilidad o de indignidad, me arrepiento profundamente, recibo el lavamiento de la sangre del Cordero, y me visto de su manto de justicia, viéndome a mí mismo sin mancha delante de la presencia de Dios (Isaías 61:10; Colosenses 1:22).
Cuando fijo mi mirada en Jesús (Hebreos 12:2), y estoy tranquilo en su presencia compartiendo con Él lo que hay en mi corazón, el diálogo en ambas direcciones comienza a fluir; los pensamientos espontáneos comienzan a fluir desde el trono de Dios hasta mi corazón, y me encuentro realmente conversando con el Rey de reyes.
Es muy importante que usted se aquiete y se concentre de manera adecuada para poder recibir la palabra pura de Dios. Si usted no está tranquilo, simplemente recibirá sus propios pensamientos y si usted no está concentrado en Jesús adecuadamente, recibirá un flujo impuro porque el flujo intuitivo llega de aquello sobre lo que usted tenga puesta su mirada. Por lo tanto, si usted fija sus ojos en Jesús, el flujo intuitivo vendrá de Jesús; si usted fija sus ojos sobre algún deseo de su corazón, el flujo intuitivo vendrá de ese deseo. Para poder tener un fluir puro, antes que nada usted debe aquietarse y después, debe fijar sus ojos en Jesús. De nuevo reitero que la adoración tranquila al Rey y después el recibir desde la tranquilidad que sigue, hará que esto se produzca fácilmente.