miércoles, 30 de noviembre de 2022

Qué sería de mí - Parte 1

 

Qué sería de mí - Parte 1


“Y era traído un hombre cojo de nacimiento, a quien ponían cada día a la puerta del templo que se llama la Hermosa, para que pidiese limosna de los que entraban en el templo.” Hechos 3:2

La biblia no nos relata cuántas personas eran las que llevaban cada día a este cojo de nacimiento a la puerta del templo a pedir limosna, pues lo impactante de esto no es la cantidad, sino ver cómo el hombre a lo largo del tiempo se ha acostumbrado tanto a observar la necesidad espiritual de otros, que parece hasta normal auspiciar la mendicidad, no material, sino espiritual, de aquellos que están en necesidad. Esto debe hacernos reflexionar, pues al igual que estas personas que llevaron a este hombre para que pudiera pedir limosna, ¿cuántas veces nosotros también hemos auspiciado la mendicidad espiritual de nuestros familiares, amigos, vecinos y aun la del mundo en general? y ¿por qué decimos que la hemos auspiciado?, porque en algunos momentos hemos callado ante la posibilidad de compartirle a otros de Jesucristo (Lucas 10:30-32).

Vayamos un poco más a fondo en esta reflexión, pensemos en lo que hubiese pasado si alguien no hubiera tenido misericordia de nosotros y, al igual que aquellos hombres de esta historia, no nos hubieran compartido de Jesús; sin duda alguna, estaríamos hoy viviendo en nuestra vieja condición espiritual: muertos en nuestros delitos y pecados, alejados de Dios (Efesios 2:1,12); pero, gracias al Señor que alguien decidió pararse y no callar más y al ver nuestra necesidad espiritual no siguió derecho (Lucas 10:33-34), sino que nos compartió una oración extraordinaria en la que aceptamos a Cristo en nuestro corazón, su obra redentora; y cuando creímos en Él, el Señor hizo su entrada triunfal a nuestras vidas, cambió por completo nuestro existir y nos dio esa vida nueva que tanto estábamos necesitando, entonces, pasamos de ser mendigos espirituales a ser hijos de Dios (Juan 1:12-13).

Hermanos, basta ya de seguir auspiciando la mendicidad espiritual de los que nos rodean, levantémonos y démosles a otros, de lo que hemos recibido, a Jesucristo.  Oración.

«Señor, infinitas gracias te doy porque me buscaste para que yo no siguiera muerto en mis delitos y pecados; nunca te cansaste, sino que golpeaste la puerta de mi corazón una y otra vez, hasta que llegó el día en el que no te dejé afuera esperando, sino que con gusto te dije: ¡Bienvenido eres Jesús!, toma asiento en el trono de mi corazón y haz de mí la persona nueva que tú quieres que yo sea, amén.  Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

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martes, 29 de noviembre de 2022

Es mejor obedecer y prestar atención- Parte 2

 

Es mejor obedecer y prestar atención- Parte 2


“Y se volvió, y tomó un par de bueyes y los mató, y con el arado de los bueyes coció la carne, y la dio al pueblo para que comiesen. Después se levantó y fue tras Elías, y le servía.” 1 Reyes 19:21

El día de ayer reflexionamos sobre lo que Dios nos está diciendo que debemos dejar atrás, y para entender por qué esto es importante, utilizaremos la vida de Eliseo, pues su ejemplo nos demuestra que para seguir, disfrutar y vivir correctamente el camino de Dios, es necesario que hagamos morir todo aquello que puede hacer que en algún momento miremos hacia atrás (Lucas 9:62).

Es impresionante ver cómo Eliseo entendiendo que sería el sucesor de Elías (pues había sido echado sobre él su manto), y comprendiendo la gran responsabilidad que implicaba el ser elegido como profeta de Dios, decidió correr y hacer morir todo aquello que lo pudiera estancar, pues ¿quién quisiera perderse este gran llamado? Entonces lo podemos ver aquí, destruyendo el arado, matando el ganado que le correspondía, y sirviéndolo a los demás, pues no quería tener nada por lo cual regresar, porque cuando el camino se pusiera difícil no querría volver “a lo seguro”; quizás no sabría en ese momento del todo cuán difícil llegaría a ser el vivir este llamado, pero de lo que estaba seguro es que el Dios de Elías, ese Dios Todopoderoso estaría con él y eso era más que suficiente para dejar todo atrás, por amor, y seguirle. ¿Cuántos, al igual que Eliseo, hemos entendido esto? El llamado que Dios nos ha hecho, para pertenecer a este precioso camino que hoy llamamos vida cristiana o vida con propósito, es un camino que necesita que vayamos ligeros de equipaje, pues a veces cargamos en él: dudas, orgullo, temores, pensamientos erróneos, entre otras cosas, cuando nuestro único equipaje debería ser la cruz de Cristo, una cruz que es ligera y fácil de llevar (Mateo 16:24, 11:29-30).

Hermanos, hoy hagamos morir todo aquello que no nos edifica y nos estanca, sigamos el ejemplo de Eliseo, quien olvidó todo lo que tenía atrás para proseguir a la meta (Filipenses 3:13b-14)   Oración.

«Padre, yo no quiero mirar ni volver atrás, pues entiendo que contigo todo es mejor. Llévame a poner en todo momento mi mirada en ti y en esa meta, que es llegar a vivir como lo hizo tu Hijo Jesucristo aquí en la tierra. Espíritu Santo, tú que eres mi ayudador, ayúdame a seguir y persistir en este camino. Amén.  Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

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lunes, 28 de noviembre de 2022

Es mejor obedecer y prestar atención- Parte 1

 

Es mejor obedecer y prestar atención- Parte 1

“Ciertamente el obedecer es mejor que los sacrificios, y el prestar atención que la grosura de los carneros” 1 Samuel 15:22b

Estas son palabras que el profeta Samuel dice ante la desobediencia que tuvo el rey Saúl a una orden dada por Dios; el Señor ya había manifestado que Saúl debía destruir Amalec y todo lo que tuviere, pues ellos habían sido quienes se habían opuesto cuando Israel subía de Egipto; pero lastimosamente, Saúl decide que lo mejor, no es hacer lo que Dios ha dicho, sino destruir lo que él considere sea despreciable, y reservar aquello que para él tenga valor, como por ejemplo, parte del ganado de aquel pueblo (1 Samuel 15:9)

Esto nos lleva a reflexionar, ¿Cuántas veces el Señor nos ha dicho, como a Saúl, que para poder continuar debemos hacer sacrificios? Es decir, hacer morir algo en nosotros como: algunos de nuestros viejos comportamientos, pensamientos, actitudes, acciones, entre otras. Sin duda alguna diríamos que muchas son las veces en las que Dios nos ha pedido esto, pues el Señor sabe que no son cosas para conservar; pero al igual que Saúl, en algunos momentos hemos considerado que tenemos la capacidad de decidir, por encima del consejo del Señor, qué es lo correcto o no, para conservar o desechar. Pero ¿qué pasa cuando tomamos la decisión incorrecta y conservamos aquello que para nada nos edifica? Experimentamos las consecuencias de la elección que se tomó, y nos damos cuenta que lo mejor hubiera sido, desde el inicio, obedecer a Dios.

Pensemos en este día, ¿Qué cosas me está diciendo Dios que debo dejar?, ¿por qué no lo estoy haciendo?, ¿Por qué


no quiero, porque me dejo influenciar por lo que dicen los demás, o porque no veo el valor de lo que Dios me está pidiendo?

Hermanos, hoy tomemos la decisión de prestar atención a lo que Dios nos está diciendo y obedezcamos por completo a la orden que nos está dando. Oración.

«Padre, me has llevado a entender que siempre lo mejor será obedecer y prestar atención a tu palabra, por eso, decido confiar solo en tu consejo y no en el mío. Señor, cada vez que me llames estaré dispuesto a obedecerte por completo. Amén.  Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

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domingo, 27 de noviembre de 2022

¿He menospreciado tu llamado? - Parte 2

 


¿He menospreciado tu llamado? - Parte 2

“Y Jacob respondió: Véndeme en este día tu primogenitura.” Génesis 25:31

Si bien es cierto que lo que hizo Jacob para conseguir la bendición que le correspondía al primogénito, no fue la correcta, podemos analizar con su ejemplo lo que es apreciar, tener en alta estima, la bendición de Dios. Jacob conocía cuán importante era recibir esto de Dios, por eso decidió buscar incansablemente la bendición de su padre Isaac; pero esto que sucedió era algo que el Señor ya conocía, pues aún desde antes de que Jacob y Esaú nacieran, se le había revelado a Rebeca cómo su hijo mayor sería el que serviría al menor (Génesis 25:23).

De Jacob podemos aprender a valorar aquello que los demás no hacen y, siguiendo nuestro ejemplo de la misión que Dios nos encomendó, diremos: mientras que alguien menosprecia su llamado y no le ve importancia o valor a compartir de la obra de Cristo, personas como tú o como yo sí lo hacemos, vemos su valor; por eso, no desmayamos ni nos cansamos en predicar las buenas nuevas de Jesús, antes bien, decimos como Isaías, con gran anhelo y fuerza: «Señor heme aquí, envíame a mí»; este es un grito que sale de nuestro corazón diciendo: «yo quiero ser tu instrumento», ¿nadie más quiere ir? ¡yo sí quiero Señor! y como hizo Jacob, no te soltaré hasta que me bendigas (Génesis 32:26), es decir, no dejaré de persistir en pedirte que me envíes a mí.

Hermanos, sigamos el ejemplo de Jacob en cuanto a su persistencia y tenacidad, valoremos nuestro llamado y digámosle al Señor: «yo acepto con gusto la misión que me has encomendado».  Oración.

«Padre, aquí estoy disponible en todo momento para ti; acepto tu llamado con gusto y me dispongo para ir y predicar tu palabra, amén.  Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

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sábado, 26 de noviembre de 2022

¿He menospreciado tu llamado? - Parte 1

 


¿He menospreciado tu llamado? - Parte 1

“Entonces dijo Esaú: He aquí yo me voy a morir; ¿para qué, pues, me servirá la primogenitura?… Entonces Jacob dio a Esaú pan y del guisado de las lentejas; y él comió y bebió, y se levantó y se fue. Así menospreció Esaú la primogenitura.” Génesis 25:32,34

Qué tremendo ver cómo Esaú menosprecia su primogenitura, por un plato de lentejas, que para nada se compara en valor con lo que heredaría; esto nos lleva a reflexionar, ¿Cuántas veces hemos menospreciado, como Esaú, lo que Dios nos ha obsequiado?, quizás en algún momento lo hemos hecho, pero ¿por qué razón?, ¿por ignorancia, pues no conocemos qué es lo que se nos ha dado?, o quizás ¿porque no vemos el valor de lo que se nos entregó?

Enfoquemos este pasaje, en especial a la misión trascendental que Dios nos ha encomendado, predicar las buenas nuevas; es una misión que trae consigo una gran responsabilidad, pero también una recompensa; responsabilidad, porque depende de nosotros que el evangelio del reino sea predicado en todo el mundo, para testimonio a todas las naciones (Mateo 24:14), ya que como dice la palabra: “¿Cómo, pues, invocarán a aquel en el cual no han creído? ¿Y cómo creerán en aquel de quien no han oído? ¿Y cómo oirán sin haber quien les predique?” Romanos 10:14; pero también hablamos de recompensa, pues claramente la más importante, es la salvación de las personas a quienes les hemos compartido. Aunque conocemos lo vital de esta misión, su gran valor y relevancia, hemos preferido en muchas ocasiones hacerlo a un lado, por ir como Esaú, detrás de algo sin importancia; nos hemos dejado llevar por los afanes del mundo y la obtención de algunas cosas materiales que se ven apetitosas delante de nuestros ojos (como a Esaú le pareció el guisado de su hermano), y al dejarnos deslumbrar hemos perdido el norte, olvidando uno de los propósitos de nuestro existir: ser luz para las naciones, a fin de llevar la salvación de Cristo hasta los confines de la tierra (Hechos 13:47)

En este día preguntémonos: ¿seguiremos el ejemplo de Esaú y menospreciaremos la gran responsabilidad que Dios nos ha dado?   Oración.

«Padre, yo no he menospreciado la misión que me has encomendado, entiendo su importancia, pero no sólo quiero entenderlo sino también practicarlo. Espíritu Santo usa mi vida como instrumento para llevar el mensaje del evangelio hasta el fin del mundo. Amén.  Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

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jueves, 24 de noviembre de 2022

Tu rostro buscaré

 

Tu rostro buscaré


«Mi corazón ha dicho de ti: Buscad mi rostro. Tu rostro buscaré, oh Jehová» Salmos 27:8.

Qué precioso es ver todo lo que el Señor ha inspirado, los mejores poemas, cánticos, entre otros; y en este pasaje en especial, podemos ver a David siendo inspirado por Dios, para recitar uno de los Salmos más bellos que hablan de la necesidad, en el corazón del creyente, de buscar al Señor; necesidad que surge en nosotros debido a la restauración que hizo Jesucristo en nuestra relación con el Padre.

Recordemos que en Génesis se nos revela cómo el hombre al desobedecer a Dios y darle acceso al pecado tuvo grandes consecuencias, entre ellas, que el espíritu de todo ser humano muriera; espíritu que es tan necesario en nuestras vidas, ya que es el que nos permite relacionarnos con Dios; al suceder esto vemos cómo la relación entre Dios y el ser humano se rompe, y cómo afecta aun hasta nuestro anhelo de buscarle (Romanos 3:11b, Salmos 14:2-3). Pero hoy, podemos decir a Dios ¡Gracias!, porque Él mismo fue quien tomó la iniciativa y nos dijo: “Heme aquí” (Isaías 65:1), y envió a su Hijo Jesucristo para que por su obra redentora, en la cual hemos creído, Dios nos diera un espíritu nuevo para volver a relacionarnos con Él, ser sensibles a Su voz y entender el anhelo que tanto, nuestra alma y nuestra carne, tienen de buscarle (Ezequiel 36:26, Salmos 63:1b).

Hermanos, busquemos a Dios de todo corazón, siendo conscientes de que cuando lo hacemos lo hallamos, pues Él lo prometió. En oración, digámosle hoy: ¡Señor, todo mi ser te anhela! por eso en todo momento tu rostro buscaré.  Oración.

«Padre, que nunca se aparte de mi corazón el anhelo de buscarte. Te lo pido en el nombre de Jesús, amén.  Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

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miércoles, 23 de noviembre de 2022

Dulce refugio- Parte 2

 


Dulce refugio- Parte 2

«Y dijo aún Jehová: He aquí un lugar junto a mí, y tú estarás sobre la peña; y cuando pase mi gloria, yo te pondré en una hendidura de la peña, y te cubriré con mi mano hasta que haya pasado.» Éxodo 33:21-22

Moisés también pudo experimentar, al igual que Elías, lo que significa refugiarse o esconderse en la Roca; en su caso, no está escondido en la hendidura de la peña por desánimo, sino porque le ha hecho una petición a Dios, que le permita ver Su gloria; Dios le ha dicho que para que esto suceda Moisés debe estar refugiado en la Roca, por eso le vemos en ese lugar confiando en que recibirá lo que el Señor le prometió, y a la expectativa de lo que a continuación verá. ¡Wow!, ¡Qué privilegio!, ¿ver la gloria de Dios? Sí, Moisés pudo ver a Dios de espaldas.

 

Con este relato quizá pensaremos: «Daría todo por estar ahí y experimentar lo mismo»; pero, un momento, hemos olvidado algo importante, ¡Nosotros también lo hemos hecho! pues hemos visto a Dios porque Jesús lo declaró: «El que me ha visto a mí, ha visto al Padre;» (Juan 14:9) ¡Qué maravilloso!, ¿lo hemos visto? ¡Claro que sí! Pero ¿cómo?, las Escrituras nos revelan que cuando conocimos a Jesús, conocimos también al Padre, y desde ese momento en el que le conocemos, le hemos visto (Juan 14:7)

 

Lo anterior debe llevarnos a meditar en que las veces que hemos estado en nuestro refugio, que ya sabemos no es un lugar, sino una persona, Jesucristo, hemos podido ver la gloria de Dios, su poder, su bondad, así como lo hizo Moisés, pero también hemos experimentado lo que es hablar con Dios (cuando oramos), y escucharlo cuando leemos su palabra y nos es revelada por el Espíritu Santo.

 

Qué privilegio saber que ese refugio en el cual se escondieron personajes como Elías, Moisés y muchos otros, está disponible también para nosotros, así que disfrutemos de ese privilegio y descansemos en Jesús, pues sólo en Él encontramos: amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre y templanza.   Oración.

«Padre, gracias porque por medio de tu palabra conozco que tú Hijo Jesús es el dulce refugio en el cual mi vida descansa. amén.   Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

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martes, 22 de noviembre de 2022

Dulce refugio Parte 1

 

Dulce refugio Parte 1


“Y allí se metió en una cueva, donde pasó la noche. Y vino a él palabra de Jehová, el cual le dijo: ¿Qué haces aquí, Elías?” 1 Reyes 19:9.

¿Alguna vez has estado tan cansado, desanimado o abrumado ante alguna situación, a tal punto, de no tener ánimo de continuar? Quizás lo hemos experimentado, y si es así, entenderemos un poco lo que vivió Elías; pues ante una situación difícil quizás hemos buscado, como él, refugio en el cual escondernos; uno que esté lejos del ruido, de la gente, y hasta de la situación, que, por el momento, no queremos enfrentar.

Lo maravilloso de este pasaje es ver cómo Dios, de manera tan hermosa, decide entrar a aquella cueva en la cual está Elías para hablarle y preguntar: “¿qué haces en este lugar?”; y esto trae a nuestra memoria lo que dice el profeta Jeremías “¿Se ocultará alguno, dice Jehová, en escondrijos que yo no lo vea? (Jeremías 23: 24a), claro que no, de su presencia no nos podemos ocultar pues Dios lo llena todo, incluso esa cueva en la que se ocultó Elías; lo que nos indica que así como Dios estuvo en aquel lugar con Elías, de igual forma, ha estado y estará con nosotros en todo momento, pues como lo prometió no nos ha dejado solos ya que ha puesto en nosotros a su Espíritu Santo. A través de este ejemplo no solo nos revela su amor y compañía, sino cómo es Él, quien en todo momento nos anima, alienta, esfuerza, ayuda y sustenta (Isaías 41:10).

Tal vez hoy estamos refugiándonos en una habitación oscura, pero lo que el Señor quiere enseñarnos a través de este devocional es que lo hagamos en la Roca, ya que si analizamos, Elías lo hizo, pues toda cueva está hecha de roca, Roca que representa a nuestro Señor Jesús que es la roca inconmovible en la cual podemos encontrar paz y tranquilidad. Hermanos, refugiémonos en Jesús.  Oración.

«Padre, quiero en todo momento refugiarme en tus brazos, pues solo en ellos encuentro paz. Amén.  Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

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lunes, 21 de noviembre de 2022

Cuarto de guerra - Parte 3

 

Cuarto de guerra - Parte 3

“Él respondió y dijo: Escrito está:” Mateo 4:4a

Cuán identificados podemos sentirnos con esta batalla de Jesús, pues ¿Cuántas


veces el enemigo también nos ha lanzado dardos de fuego en medio de ella? Muchas, la gran diferencia es que en ocasiones no hemos reaccionado como lo hizo el Señor, ya sea por desconocimiento de la palabra o por desobediencia, lo que nos ha llevado en esos momentos a actuar bajo nuestros propios razonamientos, y no con sabiduría.

Citemos un ejemplo, cuando nos vemos enfrentados a una batalla, pero de discusión, ¿cómo reaccionamos? Hemos visto cómo en algunos momentos hemos actuado bajo los impulsos de la ira y la soberbia, lo que claramente nos ha conducido a dar de regreso una respuesta soez, entre otras cosas; pero ¿qué pasaría si en todo momento siguiéramos el ejemplo de Jesús? Si lo hiciéramos, saldríamos invictos de esas batallas, pues echaríamos mano a lo que hemos aprendido de la palabra de Dios y entonces lo aplicaríamos en nuestras vidas, ¿cómo? Dejando la ira y desechando el enojo (Salmos 37:8ª), quitando toda palabra áspera de nuestra boca y poniendo a cambio blandas respuestas, pues éstas quitan la ira (Proverbios 15:1), pero sobre todo no daríamos lugar al diablo, pues al igual que Jesús, le diríamos: “escrito está” y de acuerdo a eso voy a obrar.

Jesús nos ha dado ejemplo de cuán necesario es apoyarnos en esos momentos, en la oración y en su palabra, pues estas son armaduras necesarias para proteger a todo soldado que va a enfrentar una batalla (Efesios 6:14-18)

Reflexionemos, ¿cuánto tiempo le estamos dedicando a la oración y a la lectura de la palabra?, ¿una vez al día, a la semana, al mes?, ¿será que este tiempo es suficiente para estar enteramente preparados y así poder enfrentar toda batalla? Hoy decidamos seguir el ejemplo de Jesús, quien nos enseña cuán necesario es buscar a Dios, sin cesar; aferrémonos a su palabra y actuemos con la ayuda del Espíritu Santo de acuerdo a lo que hemos aprendido, entonces veremos la victoria, como lo hizo Jesús.  Oración.

«Padre, gracias por enseñarme, a través de tu palabra, la forma en la que puedo hacer práctica tu verdad, amén.  Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

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domingo, 20 de noviembre de 2022

Cuarto de guerra- Parte 2

 


Cuarto de guerra- Parte 2

“Levantándose muy de mañana, siendo aún muy oscuro, salió y se fue a un lugar desierto, y allí oraba.” Marcos 1:35

En el devocional anterior pusimos como referencia a Moisés para demostrar cómo las batallas que tenemos se deben enfrentar de la mano de Dios, y si Moisés fue un ejemplo para nosotros, Jesucristo es uno mayor, pues si hay alguien que puede decirnos cómo vencer en las batallas, ese es el Señor.

Jesús nos revela el primer paso para ganar toda batalla, la oración. El Señor dedicó su vida a la oración, por eso no era raro verle muy de mañana buscando lugares desiertos y apartados para entrar en intimidad con su Padre, para Él la oración era vital, por eso no le importaba dedicar días y noches enteras a esto, pues sabía que para enfrentar cada día de su vida necesitaba la dirección de su Padre, por ello puedes verle antes de dar inicio a cosas importantes, como su Ministerio, apartarse para tener tiempos de ayuno y oración.

El Señor también enfrentó batallas, y puedes ver una de ellas en el desierto, pues ha sido llevado por el Espíritu Santo a ese lugar para enfrentarse a Satanás ¿quién ganará? El enemigo muestra sus armas, la mentira, entonces lo puedes ver durante tres ocasiones tergiversar la palabra de Dios para que Jesús caiga ante la tentación; pero en ese momento, Jesús también presenta las suyas, la palabra de Dios, pues el Señor, utilizando correctamente lo que de su Padre ha conocido, se dispone a responderle a Satanás con la verdad, apagando así todos esos dardos de fuego (Mateo 4:4, 7, 10).

Como podemos ver, la oración debe estar acompañada de la lectura de la palabra, pues ¿cómo saldremos invictos de una batalla, si oramos, pero no conocemos lo que Dios dice? Pero, además ¿cómo aplicaremos lo que conocemos de Dios, si no oramos y pedimos dirección?   Oración.

«Padre, gracias te doy porque por medio de la oración puedo comunicarme contigo, pero también gracias por tu palabra, porque por medio de ella puedo escucharte. Amén. Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

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viernes, 18 de noviembre de 2022

Cuarto de guerra- Parte 1

 


Cuarto de guerra- Parte 1

“Mas tú, cuando ores, entra en tu aposento, y cerrada la puerta, ora a tu Padre que está en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público.” Mateo 6:6

¿Tienes en tu casa un cuarto de guerra? Pero no ese cuarto en el que vas y discutes con alguien más para que el resto de personas no escuche lo que hablas, o en el que te encierras tú mismo con la excusa de “alejarte de los problemas” para no tener que enfrentar o empeorar la situación que te molesta; sino, ese cuarto de guerra en el que pasas tiempos de intimidad con Dios, para postrarte en oración y vencer, con la ayuda del Espíritu Santo y en el nombre de Jesús, toda batalla de: orgullo, enemistad, conflictos, desánimo, pereza, soledad, incertidumbre, dolor, entre otras. Seguramente tendremos uno, pero preguntémonos ¿qué uso le estamos dando?; ¿cómo estamos peleando nuestras batallas?, ¿bajo nuestras fuerzas, pensamientos, emociones, voluntad, capacidades?, o ¿bajo la presencia de Dios?

Si le preguntáramos a alguien como Moisés, sin duda alguna nos diría que las batallas las ganamos, no solos, sino bajo la presencia del Señor; pues él mismo pudo experimentar en una de ellas, cómo, cuando levantaba sus manos el pueblo de Israel prevalecía, pero las bajaba, y prevalecía el pueblo contrario (Éxodo 17:11), esto mismo es lo que pasa en nuestras vidas, cuando enfrentamos esas batallas solos, perdemos, y ¿qué perdemos? Paz, amor, gozo, paciencia, bondad, mansedumbre, templanza, y llamamos pérdida al hecho de que dejamos de experimentar este fruto tan precioso que produce el Espíritu Santo en nuestras vidas cuando no le damos Su lugar; pero sucede que cuando enfrentamos, con la ayuda de Dios, estas batallas, vencemos, vencemos todo orgullo, enemistad, pleitos, celos, iras, envidias y cosas semejantes a estas.

Así que la pregunta es ¿de qué forma seguiremos enfrentando de ahora en adelante nuestras batallas? Hoy Dios nos dice que toda batalla la ganamos, pero de la mano de quien ya ha vencido, Jesucristo (1 Corintios 15:57)  Padre, quiero utilizar ese cuarto de guerra para pelear mis batallas, pero no solo, sino de tu mano; pues entiendo que venzo, cuando estoy contigo. Amén.  Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

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jueves, 17 de noviembre de 2022

Este es mi deseo

 


Este es mi deseo

“Y se le apareció Jehová a Salomón en Gabaón una noche en sueños, y le dijo Dios: Pide lo que quieras que yo te dé.” 1 Reyes 3:5

¿Qué le pedirías a Dios si te hiciera esta pregunta?, ¿escogerías tener más años de vida, riquezas, gloria o alguna otra cosa? Seguramente dirías sí a todo, o a una parte de las respuestas que se acaban de mencionar, sin embargo, podemos notar que todas ellas apuntan hacia la satisfacción de nuestros deleites, lo que nos recuerda que si pedimos y no recibimos es porque estamos pidiendo mal, pues nuestra mirada sigue estando en las cosas materiales, cuando las que permanecen son las eternas (Santiago 4:3, 2 Corintios 4:18)

Salomón escogió la mejor parte, sabiduría; pues él al ser nombrado como rey reconoció que por su juventud y falta de sabiduría no podría dirigir correctamente al pueblo de Dios, es por esto que decide elegir, entre tantas posesiones, tener un corazón entendido; esto agradó a Dios y a cambio lo premió, dándole un corazón sabio y entendido (tanto que no ha habido antes, ni después, alguien como él), pero además decide añadirle riquezas y gloria, de tal manera que entre los reyes tampoco ha habido alguien como Salomón. Este relato bíblico debe llevarnos a reflexionar en cuál está siendo el enfoque de nuestras peticiones, pues seguramente invertimos demasiado tiempo pidiendo una larga cantidad de cosas materiales, mientras hemos dejado a un lado las más importantes, las espirituales.

¿Cuántos de nosotros creemos tener la sabiduría necesaria para vivir correctamente? Nuestros frutos nos lo dirán, pues solo se cosecha de lo que se siembra (Santiago 3:13-18)

Si hoy a través de este mensaje hemos entendido que no hemos pedido sabiduría a Dios: para dirigir nuestras vidas, para guiar a nuestra familia, para ser mujeres temerosas del Señor, hijos obedientes, entre otras; es tiempo de que la pidamos, pues si lo hacemos con fe, Dios quien es fiel, el cual da a todos abundantemente y sin reproche, nos la dará (Santiago 1:5-7)   Oración.

«Padre mi deseo es vivir en tu sabiduría, sabiduría pura, pacífica, amable, benigna, llena de misericordia, que da buenos frutos y que no tiene incertidumbre, ni hipocresía. Amén.   Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

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miércoles, 16 de noviembre de 2022

He visto la bondad de Dios

 

He visto la bondad de Dios


“Hubiera yo desmayado, si no creyese que veré la bondad de Jehová en la tierra de los vivientes. Aguarda a Jehová; esfuérzate, y aliéntese tu corazón; sí, espera a Jehová” Salmos 27:13-14.

Qué gran fe la que podemos ver reflejada en David a lo largo de este precioso Salmo, qué seguridad con la que se pronuncia pues aunque su vida en ese momento está pasando por diversas pruebas, lo que sucede alrededor no quita su paz, es más, vemos cómo de cierta forma esas situaciones hacen que en él se reafirme su confianza en el Señor, pues aunque el panorama parece difícil sabe que todo control lo tiene Dios, pues declara: “Jehová es mi luz y mi salvación; ¿de quién temeré? Jehová es la fortaleza de mi vida; ¿de quién he de atemorizarme?” (Salmos 27:1).

Al ver este relato es fácil recordar nuestras experiencias, pues nosotros también hemos enfrentado momentos difíciles, quizás no al nivel de los de David, pero al fin y al cabo batalla es batalla; algunas han sido económicas, de soledad, de pruebas, entre otras, pero cuando volvemos a esos momentos podemos ver cómo hemos experimentado lo que David, nuestro único refugio se encuentra en Dios, por eso cuando oramos y estamos en intimidad con Él sentimos que estamos en un lugar seguro, y aunque la situación externa no cambie y siga igual, nuestro corazón se esfuerza y alienta en el Señor, pues sabemos y confiamos en que veremos la bondad de Jehová en nuestras vidas.

¡Cuán bueno ha sido Dios con nosotros! Ha sido nuestro estandarte, refugio, roca, sustento, esperanza, consuelo, lo ha sido todo.

En este día démosle gracias a Dios y alabémoslo, porque como dice el salmista, hubiéramos desmayado en esos momentos difíciles, si no creyéramos que veríamos Su bondad.   Oración.

«Padre, has sido tan bueno y fiel conmigo que solo de mi boca salen palabras de gratitud y alabanza, gracias por ser mi sustento en momentos de dificultad y por siempre mostrarme tu bondad, amén.  Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

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martes, 15 de noviembre de 2022

Tu palabra me infunde aliento

 


Tu palabra me infunde aliento

“Tu vara y tu cayado me infundirán aliento.” Salmos 23:4b

Qué bello es pensar que Dios, como nuestro Pastor, nos infunde aliento; eso nos lleva a la ilustración de cuando un rebaño es guiado por su pastor, pues si lo has notado, cuando las ovejas no quieren avanzar su pastor debe infundirles aliento con su vara y cayado, pues estas no pueden quedarse en ese lugar, ya que no es el indicado para comer ni mucho menos para descansar. Qué hermoso es saber que de la misma forma el Señor nos alienta, pero utilizando su palabra, pues ¿cuántas veces hemos estado fatigados, cansados y sin ánimo de avanzar?, muchas, pero en esos momentos el Espíritu Santo, quien vive y mora en nosotros, nos recuerda todo lo que Jesús nos ha enseñado a través de su palabra: “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar.” (Mateo 11:28); esta palabra es la que nos da el impulso, el ánimo para tomar la decisión de pararnos y buscar a Dios en intimidad, intimidad que nos lleva no solo a descansar, sino también a renovar nuestras fuerzas (Isaías 40:31).

El Señor, a través de esta palabra, nos recuerda que si hoy estamos como aquellas ovejas, que por el cansancio no quieren ni pueden avanzar, le busquemos, pues el reposo que estamos necesitando no se encuentra afuera, sino en Él, pues Él es el dueño del reposo (Lucas 6:5).  Oración.

«Señor, en ti se encuentra mi descanso, ayúdame a no solo recordarlo, sino también a experimentarlo. Te lo pido en el nombre de Jesús, amén.  Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

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lunes, 14 de noviembre de 2022

Respondiendo al llamado - Parte 3

 

Respondiendo al llamado - Parte 3


“Padre, si quieres, pasa de mí esta copa; pero no se haga mi voluntad, sino la tuya.” Lucas 22:42

Si el ejemplo de María nos sirvió para entender que esa es la manera en la que debemos estar dispuestos a recibir y aceptar nuestro llamado, sin duda alguna con la vida de nuestro Señor Jesús lo comprenderemos mucho más. En el evangelio de Lucas podemos ver a Jesús en su condición humana, reconociendo su angustia y tristeza ante el llamado que Dios le ha hecho (ir a la cruz para que nuestros pecados fueran imputados sobre Él); y al hacer esto se produciría una separación en la relación suya con el Padre. Por lo que, al verlo en esa condición nos resulta más fácil identificarnos con Él, pues ¿cuántas veces nuestras emociones quieren dominarnos e impulsarnos a no cumplir con el propósito que Dios nos ha encomendado? Diríamos que muchas veces, pero cuando ponemos nuestra mirada en Jesús vemos cómo nos enseña a través de su vida, que aun nuestras emociones, pensamientos y voluntad pueden ser sujetas a la voluntad de Dios; y esto gracias al poder del Espíritu Santo, quien vive y mora en nosotros. Esa sujeción es la que nos conducirá, a cada uno de nosotros, a cumplir con el propósito que Dios nos ha dado, así como lo hizo Jesús.

En Cristo vemos la disposición de querer y hacer la voluntad de su Padre; el querer, cuando pide se haga la voluntad de Dios en su vida; y el hacer, cuando se levanta y camina a enfrentar su llamado, la cruz. De igual manera debemos hacer nosotros.

Basta ya de excusarnos y de continuar poniendo nuestra mirada en aquello que no sea Jesús; sigamos su ejemplo, oremos, levantémonos, digamos sí al llamado que Dios nos hace, pero, sobre todo, actuemos.  Oración

«Padre, tu Hijo Jesús es mi mayor ejemplo de obediencia y mi meta es vivir cada día como Él lo hizo en la tierra, amén.  Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

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domingo, 13 de noviembre de 2022

Apresúrate a restaurar tu relación con Dios

 

Apresúrate a restaurar tu relación con Dios (Primera parte)


 “Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad.” 1 Juan 1:9

Qué maravilloso es recibir la libertad después de estar en una prisión, y ser liberados de la ley del pecado y de la muerte, para quienes hemos creído en la obra extraordinaria de Jesús en el Calvario, siendo perdonados por medio de la sangre derramada en la cruz. Pero, si aún a pesar de esta gran verdad, estás en pecado, apresúrate, corre hacia Jesucristo, arrepiéntete y encontrarás el perdón.

Colosenses 3:5-9 dice: “Haced morir, pues, lo terrenal en vosotros: fornicación, impureza, pasiones desordenadas, malos deseos y avaricia, que es idolatría; cosas por las cuales la ira de Dios viene sobre los hijos de desobediencia, […] Pero ahora dejad también vosotros todas estas cosas: ira, enojo, malicia, blasfemia, palabras deshonestas de vuestra boca. No mintáis los unos a los otros, habiéndoos despojado del viejo hombre con sus hechos”. Esto de despojarse o de hacer morir en nosotros, parece algo fácil pero siempre se termina haciendo lo opuesto, y por consiguiente alejándose de Dios para continuar en el pecado. Cuando esto suceda, no huyas de Dios, confiesa tu pecado y vuelve al Camino que es Jesucristo.

Dice la biblia que “Él volverá a tener misericordia de nosotros; sepultará nuestras iniquidades, y echará en lo profundo del mar todos nuestros pecados” (Miqueas 7:9) y aún más, nos limpia de toda maldad y nos hace nuevas criaturas. Pero ¿qué nos corresponde hacer a nosotros? Tenemos que arrepentirnos, lo cual es un cambio de mente, sentimientos y de voluntad en cuanto al pecado. Esto implica dejar nuestro estilo de vida pasado, abandonar intencionadamente el pecado y volvernos a Dios. Es un cambio de actitudes. Es tomar decisiones radicales una a una, pues no se puede cambiar de un solo golpe toda la vida, pero hay que comenzar ya.

Hermano, si andas en malos caminos, confiésalo ante Dios y Él te ayudará a cambiar tu manera de pensar y de actuar. Confesar los pecados es un paso importante en nuestra restauración y santificación para tener una relación íntima con Dios. Oración.

«Padre Amado, me presento delante de ti con un corazón contrito y humillado, reconociendo mi pecado y mi maldad; me confieso delante de tu presencia con firme arrepentimiento, pues hoy dejo morir lo terrenal en mí y me apropio de tu inmenso perdón para restaurar mi relación contigo. Gracias Señor. Amén. Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

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sábado, 12 de noviembre de 2022

Respondiendo al llamado- Parte 1

 

Respondiendo al llamado- Parte 1


“Entonces Moisés respondió a Dios: ¿Quién soy yo para que vaya a Faraón, y saque de Egipto a los hijos de Israel?” Éxodo 3:11

“Y yo dije: ¡Ah! ¡ah, Señor Jehová! He aquí, no sé hablar, porque soy niño.” Jeremías 1:6

¿Cuántos de nosotros nos sentimos identificados con estas respuestas? Pues cada vez que nuestro pastor o líder nos ha pedido que realicemos: una alabanza, reflexión y hasta una oración ¿hemos sentido que no tenemos la capacidad de hacerlo, o que no estamos lo suficientemente preparados? Lastimosamente cuando respondemos de esta manera ante el llamado que Dios nos hace, a través de las autoridades que ha puesto en nuestra iglesia, podemos darnos cuenta que en quien tenemos puesta nuestra mirada, no es en el Señor, sino en nuestras capacidades, talentos, experiencia y edades.

Si observamos nuestras citas del día de hoy nos daremos cuenta de que el Señor fue muy claro en que, si alguna misión se les estaba encomendando a estos dos hombres, era porque Dios mismo los capacitaría y guiaría hacia el cumplimiento de su propósito; por eso el gran YO SOY le recuerda a Moisés que puede ir ante el Faraón rey de Egipto y decirle que libere al pueblo de Israel, porque Dios mismo estaría con él, y no solo le manifestó esto, sino que además le declaró que estaría en su boca y le enseñaría lo que en ese momento tendría que hablar (Éxodo 3:12a; 4:12). De igual manera sucedió en el caso de Jeremías, el Señor le manifestó que no viera su juventud, porque a todo lo que Dios lo estaba mandando, iría él, y no solo esto, sino que también diría todo lo que el Señor le mandara (Jeremías 1:7)

Como podemos observar, cada llamado que Dios ha hecho no ha venido sin instrucción, ni mucho menos nos ha dejado solos, pues su palabra nos dice: “Fiel es el que os llama, el cual también lo hará.” (1 Tesalonicenses 5:24)

En el devocional de mañana veremos cómo Dios nos quiere motivar a que nuestra respuesta a Su llamado sea “heme aquí, hágase conmigo conforme tu voluntad”   Oración.

«Padre ¿cómo respondo a tu llamado? No quiero que de mi recibas un no puedo, sino más bien un: “heme aquí, hágase en mí tu voluntad”. Amén.   Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

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viernes, 11 de noviembre de 2022

¡Corro a tu encuentro!

 

¡Corro a tu encuentro!


“Después le apareció Jehová en el encinar de Mamre, estando él sentado a la puerta de su tienda en el calor del día. Y alzó sus ojos y miró, y he aquí tres varones que estaban junto a él; y cuando los vio, salió corriendo de la puerta de su tienda a recibirlos, y se postró en tierra,” Génesis 18:1-2

¿Hemos corrido al encuentro con Jesús? Abraham sí lo hizo y puedes ver en su respuesta, al ver al Señor, su gran amor, pues no le importó el calor del día, solo quería ir al encuentro de Jesús y recibirlo, atenderlo, como lo que Él es, el Rey. Esto nos hace reflexionar en cuántas excusas hemos puesto al salir a nuestros encuentros con el Señor, pues hemos dicho: “hay frío, hay calor, hay sueño, hay mucho trabajo” o simplemente “no hay tiempo”, quizá hasta le hemos manifestado: “vuelve en otro momento, cuando yo pueda atenderte como te lo mereces, pero hoy no”. Qué gran diferencia hay entre el recibimiento de Abraham y el nuestro; mientras que para Abraham el estar con Dios era una prioridad, para nosotros es una alternativa.

Este no es el único ejemplo que la biblia nos muestra, en el que hombres de fe salen corriendo al encuentro con Jesús; Pedro lo hizo, cuando Juan manifestó que Jesús era quien se les estaba apareciendo a ellos en el mar de Tiberias; este no dudó en saltar de la barca para llegar nadando a la orilla en donde estaba el Señor (Juan 21:5-7). Samuel también lo hizo y se levantó, aun cuando estaba durmiendo, y le dijo a Dios: “Habla, porque tu siervo oye” (1 Samuel 3:10b). En cada uno de estos encuentros Dios reveló cosas extraordinarias; en el encuentro con Abraham, Jehová le dio la promesa de que tendría un hijo; en el encuentro con Pedro, Jesús lo restauró y le dio una misión: cuidar y apacentar sus ovejas; en el de Samuel se le reveló lo que le acontecería a Israel; y en el nuestro ¿qué querrá enseñarnos el Señor?, ¿estaremos dispuestos a correr a su encuentro la próxima vez?    Oración.

«Padre, espérame que voy corriendo a tu encuentro; cuando tú me llames estaré listo y dispuesto para escucharte hablar, amén.  Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

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jueves, 10 de noviembre de 2022

¡Me haces falta como el aire!

 

¡Me haces falta como el aire!


“El Espíritu de Dios me hizo, Y el soplo del Omnipotente me dio vida.” Job 33:4

¿Has tenido alguna vez un ataque de tos? Si lo has experimentado sabes que en esos momentos tu cuerpo, de manera incontrolada e impulsiva, te conduce a toser repetidas veces para tratar de sacar de tu organismo aquello que está obstaculizando tu respirar, y aunque en esos momentos intentas calmarte y tratar de inhalar y exhalar con normalidad no puedes hacerlo pues sientes cómo tu tráquea se está cerrando y te causa dolor hasta el tragar.

Qué fácil es darnos cuenta cómo se altera nuestro cuerpo cuando falta algo tan vital como el aire, pero qué difícil es notar la afectación en nuestro espíritu cuando lo que falta es pasar tiempo con Dios. Físicamente tu organismo te está alertando de que hay un gran problema, pero ¿qué pasa en lo espiritual? Pareciera que no hay alertas, porque puedes seguir tu vida como si nada, pues estás vivo, caminas, respiras, comes, etc. Pareciera ser que nada pasara, pero ¿será esto cierto? Claramente el no buscar a Dios nos afecta, afecta nuestra vida de oración, nuestro tiempo de lectura de la palabra, nuestro compañerismo con otros cristianos y aun nuestro servicio a Dios; afecta todas y cada una de las áreas de nuestra vida.

La reflexión de hoy nos impulsa a que así como buscamos en esos momentos de enfermedad a un experto, para que nos diagnostique y nos de la fórmula para salir de esa dolencia, deberíamos hacer lo mismo en nuestra parte espiritual, buscar al experto, a Dios, quien es el único que llega a áreas desconocidas y profundas de nuestro corazón, nos diagnostica, pero también nos formula: Vitaminas, de oración; una buena alimentación, de la palabra de Dios; nos envía a ejercitarnos, con el servicio al Señor; caminatas, a la iglesia para conocer más de Dios; reposo, pero en el Señor y tomar mucha agua, pero del agua viva que da Jesús.  Oración.

«Padre, quiero que en todo momento me hagas falta como el aire, pues, así como mis pulmones no pueden estar sin él, yo tampoco puedo estar sin ti. Ayúdame Espíritu Santo de Dios a que el buscar al Padre sea tan importante como lo es para mi cuerpo el respirar, amén.  Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

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miércoles, 9 de noviembre de 2022

Corro a los brazos de mi Padre

 

Corro a los brazos de mi Padre


“Y deseaba llenar su vientre de las algarrobas que comían los cerdos, pero nadie le daba. Y volviendo en sí, dijo: ¡Cuántos jornaleros en casa de mi padre tienen abundancia de pan, y yo aquí perezco de hambre!” Lucas 15:16-17.

Cuando leemos el relato bíblico del hijo pródigo nos puede llegar a parecer una locura, pues ¿quién en su sano juicio malgastaría sus bienes a tal punto de quedarse sin nada, y a esas alturas en condición de necesidad llegar a querer comer de lo que los cerdos se alimentan? Y es que si miramos el estado en el que estos animales viven podemos notar que no es encantador, pues si alguna vez has entrado en una porqueriza podrás percibir que su olor, que es una mezcla entre lodo, desechos de estos animales y aserrín, no es agradable, ahora pongámonos en el lugar de este hijo pródigo, ¿cuánta hambre debió tener para querer meterse a ese lugar y coger de la comida de los cerdos? Sin duda alguna, mucha, pero justo en ese momento en el que tal vez se disponía a alimentarse de algarrobas, recordó algo importante, él era un hijo, no un cerdo, por ende, podría regresar a la casa de su padre para pedir misericordia.

En nuestro caso actual, nosotros no hemos llegado a la condición de querer alimentarnos físicamente de lo que los cerdos lo hacen, sin embargo, espiritualmente hemos hecho lo que este hombre, pues incluso siendo hijos de Dios, gracias a la fe que hemos depositado en Jesucristo, en momentos de nuestra vida hemos querido salir al mundo para experimentar y alimentarnos de lo que ellos hacen, y de esa forma hemos estado dispuestos a comer no solo algarrobas, sino las sobras que el mundo nos entrega, cuando lo que Dios siempre ha querido darnos es su palabra, como un alimento capaz de satisfacer por completo nuestra necesidad (Juan 6:32-33,35).

Si al igual que este hombre has malgastado lo que Dios te ha dado y te encuentras comiendo con los cerdos recuerda que no has sido creado para eso, sino, para vivir como hijo de Dios, así que levántate y ¡vuelve corriendo a los brazos de tu Padre!   Oración.

«Padre, no quiero experimentar lo que es vivir lejos de tu presencia, por eso pido tu ayuda y dirección pues no quiero verme atraído por lo que el mundo me ofrece sino por lo que tu palabra me enseña. Amén.   Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

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lunes, 7 de noviembre de 2022

Columnas falsas

 

Columnas falsas


Marcos 3:13-14 “Después subió al monte, y llamó a sí a los que él quiso; y vinieron a él. Y estableció a doce, para que estuviesen con él, y para enviarlos a predicar,”

Qué increíble pensar que Judas Iscariote, elegido por Jesús para ser uno de sus discípulos y enviado para predicar sobre el Señor, resultara siendo una columna falsa dentro de esta preciosa edificación de Cristo. Pensar en cómo habría sido el futuro de este hombre si hubiese decidido poner como cimiento en su vida a Jesús, ¡sería impactante!, pero lastimosamente su decisión fue otra y hoy lo conocemos como aquél que traicionó a nuestro Salvador.

¿Cuántas veces Jesús dedicó tiempo para enseñarle las Escrituras, no solo a las multitudes y a sus seguidores, sino también a Judas? ¡Muchas! Pues cada día, dice su palabra, que Jesús se sentaba en el templo y les enseñaba (Mateo 26:55); Judas no solo fue un oyente de las palabras de Jesús sino también un testigo de los milagros, prodigios y sanidades que realizó el Señor, y aunque presenció todo esto y vio al Mesías actuar, no creyó (Juan 6:36).

Cuántos de nosotros podríamos tener futuros extraordinarios si decidiéramos aceptar todo lo que Cristo nos entrega, seríamos como esas verdaderas columnas y experimentaríamos lo que esto significa. Si hoy al meditar en esta palabra has caído en cuenta que no has aceptado las enseñanzas de Jesús, haz un alto en tu camino y ora pidiéndole al Señor que entre en tu vida, ábrele las puertas de tu corazón y dale gracias porque has entendido que le necesitas y que sin Él nada puedes hacer, alábalo porque Él murió en una cruz saldando tus pecados y ahora puedes decir que tienes, gracias a Él, una vida eterna, por último, pídele que te permita ser de ahora en adelante esa columna verdadera en medio de tu casa, tu trabajo, tu escuela y aun iglesia, pues quieres llevar a otros, a que igual que tú, disfruten de una vida nueva.  Oración.

«Padre hoy quiero pedirte, al igual que el salmista, que me enseñes tus sendas y me encamines en tu verdad pues no quiero vivir en falsedad. Te lo pido en el nombre de Jesús, amén.  Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

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domingo, 6 de noviembre de 2022

Considerados como columnas

 

Considerados como columnas

“y reconociendo la gracia que me ha


bía sido dada, Jacobo, Cefas y Juan, que eran considerados como columnas, nos dieron a mí y a Bernabé la diestra en señal de compañerismo, para que nosotros fuésemos a los gentiles, y ellos a la circuncisión» Gálatas 2:9.

Alrededor del mundo hemos visto edificaciones asombrosas, de diferentes tamaños y alturas, todas ellas construidas bajo los más altos estándares de calidad para garantizar su permanencia a través de los años. Al analizarlas podemos notar que cada una de ellas tiene algo en común, columnas, pues es necesario que las tengan ya que son ellas las que soportan y transmiten las cargas del edificio para que en éste se genere estabilidad, firmeza y resistencia. De igual manera la palabra de Dios nos muestra que así como una edificación necesita columnas, la iglesia también debe tenerlas, pero no hablamos de las físicas sino de las espirituales, pues estas columnas espirituales servirán como soporte para los nuevos miembros que vayan conformando la edificación de Cristo.

El Señor Jesús tomó a doce personas para que fueran las columnas de lo que empezaría a conocerse como iglesia, los capacitó, se puso Él como cimiento para que todo lo que edificaran sus discípulos, en su Nombre, pudiera permanecer. Sin embargo, aunque todos fueron llamados a ser columnas verdaderas, podemos ver cómo uno de ellos (Judas Iscariote) prefirió ser una columna, pero falsa, y como dicen las Escrituras, cuando una casa o edificación no tiene a Cristo como cimiento, cae, y por eso es grande su ruina.

A través de estos siguientes devocionales meditaremos sobre qué tipo de columna estamos dispuestos a seguir siendo en nuestra casa, trabajo y aún en la iglesia, ¿columnas falsas?, o ¿columnas verdaderas?   Oración.

«Padre, gracias te doy porque me has dado de tu gracia y me has puesto como columna para que ayude a mis hermanos y juntos llevemos las cargas que diariamente nos asedian. Perdóname si no lo he estado haciendo, pero hoy quiero enmendar mi error y ser una verdadera columna para aquel que necesita ayuda y ya no tiene fuerzas. Amén.   Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

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sábado, 5 de noviembre de 2022

Un espíritu superior

 

Un espíritu superior


“En tu reino hay un hombre en el cual mora el espíritu de los dioses santos, y en los días de tu padre se halló en él luz e inteligencia y sabiduría, como sabiduría de los dioses; al que el rey Nabucodonosor tu padre, oh rey, constituyó jefe sobre todos los magos, astrólogos, caldeos y adivinos”. Daniel 5:11

\» Pero Daniel mismo era superior a estos sátrapas y gobernadores, porque había en él un espíritu superior; y el rey pensó en ponerlo sobre todo el reino\». Daniel 6:3

“Por tanto, nosotros todos, mirando a cara descubierta como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados de gloria en gloria en la misma imagen, como por el Espíritu del Señor”. 2 corintios 3:18

Daniel fue reconocido en el tiempo del rey Nabucodonosor y su hijo sucesor Belsasar, como un hombre con un espíritu superior, “un hombre en el cual moraba el espíritu de los dioses santos”. Ellos, en su paganismo, creyeron que se debía a la influencia de sus dioses, pero lo cierto es que Daniel marcó la diferencia por vivir en íntima comunión con el Dios verdadero, lo que hizo que el Espíritu Santo lo guiara en todo lo que hacía, estaba lleno de luz, sabiduría y entendimiento lo que lo distinguía de los otros consejeros del rey.

Recordemos que Romanos 8:14 dice: “Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios”. La verdad es que nuestro espíritu necesita la guía del Espíritu Santo, porque solo la luz de Dios penetra al espíritu humano y pone al descubierto cada intención de nuestra mente y corazón. Fuimos creados para depender de Dios, porque nosotros somos incapaces de gobernar nuestra propia vida.

Daniel que estuvo cautivo en Babilonia desde joven, supo que su misión en medio de ese imperio pagano era mantenerse alejado de la contaminación religiosa y se propuso no consumir la comida del rey que era prohibida para su cultura judía y mantuvo una ferviente comunión con Dios con una vida vigorosa en oración.

Así como Daniel los creyentes de hoy debemos buscar caminar en la plenitud del Espíritu, para encontrar sabiduría e inteligencia, para resistir las fuerzas ocultas que siguen influenciando este mundo caído y que se intensificarán antes del regreso del Señor Jesucristo.

Nuestro espíritu debe ser influenciado por Dios para que sea un espíritu superior, un espíritu recto como el rey David pidió en el salmo 51:10 “Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio, y renueva un espíritu recto dentro de mí”. Sólo el Espíritu Santo puede transformarnos a la imagen de Cristo, nuestro espíritu es superior cuando tenemos la presencia de Cristo en nosotros y estamos sujetos a Él. Como dice: 1 Corintios 6:17 “Pero el que se une al Señor, un espíritu es con Él.

Nuestra petición diaria debe ser entonces pedir un espíritu recto, fiel, uno que anhele la presencia de Dios, un espíritu dispuesto a obedecer, que influencie nuestro entorno y se levante por encima de cualquier circunstancia.   Oración.

«Señor Jesucristo, ayúdame a guardar mi espíritu para no exponerlo a cosas que lo debiliten o contaminen, que ni mis actitudes, ni las heridas de mi pasado, ni mi falta de perdón y las tentaciones de este mundo me impidan caminar en la plenitud de tu Espíritu, sino que tu influencia sea tan poderosa en mi vida, que marque la diferencia en mi entorno con un espíritu recto, para poder cumplir el propósito que tienes para mí dentro de tu glorioso plan divino. Amén.  Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

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viernes, 4 de noviembre de 2022

¿Me amas? - Parte 3

 

¿Me amas? - Parte 3


“Le dijo la tercera vez: Simón, hijo de Jonás, ¿me amas? Pedro se entristeció de que le dijese la tercera vez: ¿Me amas? y le respondió: Señor, tú lo sabes todo; tú sabes que te amo. Jesús le dijo: Apacienta mis ovejas.” Juan 21:17

Es increíble ver cómo las respuestas de Pedro fueron cambiando, no en su contenido, sino en su efusividad. En la primera parte vimos a un Pedro orgulloso, alardeando que él sí podía decir que amaba más a Jesús que los otros discípulos que estaban presentes en ese lugar. En la segunda parece que su ánimo sigue intacto, tal vez haya generado un poco de duda la insistente pregunta de Jesús, pero su respuesta sigue siendo la misma; pero en esta tercera parte vemos a un Pedro triste, tal vez recordando cómo dijo anteriormente que sería capaz de ir hasta la muerte si fuese necesario con el Señor Jesús, pero al oír cada canto del gallo en esa madrugada recordaría que horas después de haber declarado eufóricamente esto, lo negó. Lo puedes ver aquí en su tristeza, siendo consciente de sus fallas, pero reconociendo, a pesar de esto, que su amor por Jesús sigue intacto. Lo maravilloso de este pasaje es ver que, a pesar de que Pedro y aun nosotros mismos, hemos fallado al manifestar nuestro amor al Señor, su amor siempre ha estado a pesar de nuestras debilidades.

Lo que podemos concluir de este pasaje es que, cada vez que se nos pregunte si amamos al Señor, no puede salir de nosotros un “Sí yo lo amo” lleno de altivez y orgullo, como si el mérito de amarlo fuera nuestro, pues su palabra nos recuerda que si nosotros le amamos a Él es el resultado de que Él nos amó primero (1 Juan 4:19); Dios fue quien tomó la iniciativa de amarnos y demostrarnos su amor (aun cuando éramos pecadores) y lo manifestó cuando envió a su único Hijo Jesucristo para que fuera la propiciación por nuestros pecados (Romanos 5:8, 1 Juan 2:2).

Hermanos, si hay alguien que merece toda la gloria y honra es el Señor, pues hoy podemos decir que le amamos porque Él nos amó primero.   Oración.

«Padre, la gloria y la honra son para ti; hoy me siento más que agradecido porque si he podido experimentar tu amor fue porque tú tomaste la iniciativa, hiciste todo lo necesario para reconciliarnos contigo. Gracias porque hoy puedo decir con toda seguridad que te amo, pero solo porque tú me amaste primero, amén.   Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

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jueves, 3 de noviembre de 2022

¿Me amas? - Parte 2

 

¿Me amas? - Parte 2


“Volvió a decirle la segunda vez: Simón, hijo de Jonás, ¿me amas? Pedro le respondió: Sí, Señor; tú sabes que te amo. Le dijo: Pastorea mis ovejas.” Juan 21:16

Qué difícil escuchar por segunda vez la pregunta de Jesús: “¿me amas?”, pues daría a entender que la primera respuesta que se dio no fue lo suficientemente valedera o convincente. Estando en la situación de Pedro ¿qué pensarías al haber oído a Jesús realizando una vez más la misma pregunta?, ¿te cuestionarías y buscarías la falla a tu respuesta?, ¿le consultarías por qué duda sobre tu declaración? En el caso de Pedro, vemos que no hay un cuestionamiento a la pregunta de Jesús, sino más bien una reconfirmación de su respuesta inicial; y notamos cómo en ella ha recurrido a la Omnisciencia de Jesús, pues Él, conociéndolo todo, puede verificar que lo que Pedro ha manifestado es cierto, ya que ¿quién mejor que el Señor para comprobar lo que hay en lo profundo de nuestro corazón? (Jeremías 17:9).

La pregunta que puede surgir entre nosotros es ¿acaso Pedro no le amaba y esa era la razón del Señor para insistir con la misma pregunta? Claro que Pedro le amaba y aquí el Señor no está dudando de su amor, Él sabe lo que su discípulo ha hecho, conoce sus aciertos, sus desaciertos y aun las intenciones de su corazón; sin embargo, lo que quiere enseñarle a su discípulo es que el amor que espera y anhela recibir de parte de él no es uno que esté presente cuando haya euforia o emoción, pues amar de esa manera sería igual a un címbalo cuando retiñe, es solo ruido. Lo que verdaderamente el Señor busca en cada creyente es que le amemos con todo corazón, alma y mente, pero no ofreciéndole nuestro amor humano, cambiante e imperfecto, sino un amor puro y perfecto, que ya ha sido depositado en nuestros corazones, el amor de Dios (Romanos 5:5).  Oración.

«Padre, quiero aprender a amarte con integridad, porque no quiero darte de mi amor cambiante y pasajero, sino de tu amor puro y perfecto, ese gran amor que en mí ya has depositado, amén.  Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

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miércoles, 2 de noviembre de 2022

¿Me amas? - Parte 1

 

¿Me amas? - Parte 1


“Cuando hubieron comido, Jesús dijo a Simón Pedro: Simón, hijo de Jonás, ¿me amas más que estos? Le respondió: Sí, Señor; tú sabes que te amo. Él le dijo: Apacienta mis corderos.” Juan 21:15

¿Cuántas veces le hemos respondido a Dios, al igual que Pedro, de manera impulsiva e inmediata: “Sí, Señor; tú sabes que te amo”? ¡Muchas! y pensaremos que aquellas veces que le hemos dado esa respuesta entusiasta ha sido lo correcto, pues esa confesión solo es un reflejo de nuestra ardua pasión por el Señor; pero, analicemos este tipo de “amor entusiasta”, que no solo vemos manifestado en nuestras vidas, sino también en la de Pedro, porque si hay alguien que podría decir eufóricamente que amaba a Jesús ese sería Pedro. Quizá si le preguntaras si amaba a Jesús, te diría que le amaba tanto que dejó todo por ir tras el Señor, que fue el único “valiente” que se atrevió a desenvainar su espada para defender al Señor cuando iba a ser arrestado, además de ser el único que se atrevió a decir que estaría dispuesto a morir con Jesús si así fuese necesario; y así podríamos continuar escribiendo miles de razones más para justificar el amor de Pedro hacia Jesús. De igual forma podrías pensar, al autoevaluarte, en las grandes cosas que has estado dispuesto a hacer por amor al Señor; sin embargo, aunque todo esto suena maravilloso y ante los ojos de Pedro y de nosotros podría ser razón suficiente para decir de manera eufórica que le amamos, al comparar todas estas razones con lo que para Dios significa verdaderamente amarle, nos podríamos dar cuenta de cuán alejados podemos estar de hacerlo al ver nuestros actos, pues su palabra nos dice que aquel que le ama no es otro que aquel que guarda (obedece) sus mandamientos (Juan 14:15).

En esta conversación, expuesta en el evangelio de Juan, el Señor Jesús quiere cernir de nuestras mentes todo concepto erróneo que tenemos del amor, para dejar en nosotros el verdadero significado de amar ¿Quieres saber más? ¡No te pierdas el devocional de mañana!  Oración.

«Señor, enséñame a amarte, no conforme a lo que yo pienso que es correcto, sino conforme a la manera en que te agrada, guardando y obedeciendo tu palabra. Te lo pido en el nombre de Jesús, amén.  Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

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