martes, 12 de julio de 2022

La clave del éxito. Parte 1

 


La clave del éxito. Parte 1

«Palabras de Nehemías hijo de Hacalías. Aconteció en el mes de Quisleu, en el año veinte, estando yo en Susa, capital del reino, que vino Hanani, uno de mis hermanos, con algunos varones de Judá, y les pregunté por los judíos que habían escapado, que habían quedado de la cautividad, y por Jerusalén. Y me dijeron: El remanente, los que quedaron de la cautividad, allí en la provincia, están en gran mal y afrenta, y el muro de Jerusalén derribado, y sus puertas quemadas a fuego.», Nehemías 1:1–3.

Los Israelitas habían estado cautivos en Babilonia por 70 años; después de este período, Dios, por mano de hombres dispuestos, llevó a cabo la liberación de su pueblo y la reedificación de la arruinada Jerusalén. Zorobabel y Esdras lograron reconstruir el templo y restaurar el culto y los sacrificios a Dios, pero no lograron levantar los muros, ni las puertas de la ciudad, algo fundamental para la protección contra sus enemigos; es en este contexto cuando aparece Nehemías, un judio piadoso, que servía en las altas esferas de la corte del rey de Persia (Imperio dominante de la época).

Nehemías bien pudiera estar preocupado por cosas tales cómo obtener un ascenso, comprarse una mejor casa, mudarse a una mejor ciudad o simplemente mantener su estatus social. No obstante su preocupación principal era su pueblo “aquellos hijos de la cautividad” que habían regresado a Jerusalén para reconstruirla. Cuando se enteró de lo mal que lo estaban pasando y qué era lo que necesitaban, oró a Dios, se propuso un plan y se puso en acción liderando la reconstrucción del muro de Jerusalén y terminándolo en un tiempo récord de 52 días. Nehemías puso los intereses del Reino de Dios por encima de los suyos propios y el resultado trasciende hasta el día de hoy.

De igual forma, podemos elegir trabajar para nosotros mismos con resultados limitados y superfluos (aunque alcancemos el mundo entero) o disponer nuestro corazón para participar en la edificación del Reino de Dios con resultados que trascienden la eternidad. El poder ilimitado del Espíritu Santo nos guiará más allá de nuestras fuerzas y nos añadirá todo lo necesario para que tengamos éxito. ¿Los proyectos de Dios son mis proyectos?   Oración.

«Señor Jesucristo por mucho tiempo he perseguido mis intereses egoístas, hoy te pregunto: ¿Qué quieres que yo haga? Permíteme ser parte de los que edifican tu reino y logran, con la ayuda de tu Espíritu, un propósito eterno. Amén.   Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

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