jueves, 21 de marzo de 2024

Orar por quienes nos persiguen

 


Orar por quienes nos persiguen

“Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen;” Mateo 5:44

El amor es la mayor de todas las virtudes, puesto que como dice 1 Corintios 13:1-3 podemos hacer muchas cosas grandes, buenas y justas, pero si las hacemos sin amor de nada nos sirve y nada somos. De modo que, cuando leemos en la Palabra de Dios que oremos por quienes nos ultrajan y nos persiguen, debe ser una oración de amor.

Verdaderamente, el hecho de ser perseguidos no es para nada agradable y a primera reacción tampoco lo son quienes nos ultrajan, pues realmente no estamos recibiendo un trato bueno, justo o digno. Sin embargo, debemos comprender que como hijos de Dios, estamos llamados a ser perfectos como lo es nuestro Padre que está en los cielos, quien como dice su Palabra en Mateo 5:45, hace salir el sol sobre buenos y malos, y hace llover sobre justos e injustos.

Un principio que debemos tener claro para salir victorioso en esta y todas las situaciones de la vida, es que nuestro enfoque no tiene que estar puesto en nosotros mismos, es decir, en nuestra propia satisfacción, agrado o pensamiento, sino que indiscutiblemente nuestra mirada debe estar puesta en Cristo, en su obra, su propósito y su voluntad. Ciertamente los planes y pensamientos de Dios son mucho más altos que los nuestros, y nuestra tarea es aprender a confiar en su deidad, sabiduría y autoridad.

Y si realmente somos entendidos, conocemos que quien nos ofende, desprecia o nos hace algún daño, es alguien que necesita mucho de Dios, pues sus acciones denotan un total desconocimiento de la verdad y un gran faltante de amor. Así que, viendo el ejemplo de nuestro Señor Jesús en la cruz, que nuestra reacción cuando seamos ultrajados o perseguidos, sea una sincera y amorosa oración que diga “Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen.” (Lucas 23:34).   Oración.

«Bendito Dios, quiero ser como Tú; anhelo imitarte en todo, en tu manera de ver, pensar, sentir y actuar; gracias porque no solo me lo enseñas de manera teórica, sino que es un aprendizaje donde me permites experimentar en mi vida cada enseñanza que me das; gracias porque haces de tu verdad una realidad, por Jesucristo mi Señor, amén.