¿Quién es
sabio y entendido entre nosotros?
“¿Quién es
sabio y entendido entre vosotros? Muestre por la buena conducta sus obras en
sabia mansedumbre.” Santiago 3:13
“Someteos,
pues, a Dios; resistid al diablo, y huirá de vosotros.” Santiago 4:7
La sabiduría
del mundo y la sabiduría de Dios son dos conocimientos muy diferentes. De un
lado, como lo explica la Escritura en Santiago 3:14-16, 4:1-4, en la sabiduría
del mundo se considera inteligente acudir a iras, celos amargos, pleitos,
guerras, homicidios y toda clase de obras perversas para obtener las cosas que
se desean o los resultados que se esperan. Por otro lado, y contrario a esto,
la sabiduría que viene de lo alto, la sabiduría de Dios, expone en todas sus
obras virtudes tales como: pureza, paciencia, amabilidad, benignidad,
misericordia, imparcialidad, sinceridad, mansedumbre, y humildad (Santiago
3:17-18).
De manera
que, si alguna persona dice ser sabía y entendida en el conocimiento de Dios,
independientemente de la situación o circunstancia que esté viviendo o
presenciando, debe a través de su manera de actuar o reaccionar, manifestar que
tal conocimiento no es meramente intelectual. Es cierto que todos pasamos por
momentos incómodos, de desacuerdos, diferencias, entre otras circunstancias que
no son fáciles de manejar con nuestro prójimo, pero es esa la oportunidad
indicada para manifestar que el que está en nosotros (el Espíritu de Cristo) es
mayor que el que está en el mundo.
Por tanto,
como dice el texto bíblico de hoy, resistamos al enemigo y él huirá de
nosotros, en otras palabras, no nos dejemos tentar por los deseos de nuestra
carne o las conductas del mundo, sino que, seamos mansos y sabios al obedecer
en el poder del Espíritu Santo lo que Dios por medio de su Palabra nos enseña;
de este modo, daremos ejemplo y seremos testigos de que sólo mediante la
sabiduría que viene de lo alto es posible hacer y hallar verdadera justicia y
paz (Santiago 3:18). Oración.
«Padre
Celestial y Santo, qué privilegio es conocer y practicar lo que por medio de tu
Palabra me enseñas, pues me haces una persona sabia y sensata; sé que esto no
será posible sin la dirección y fortaleza que da tu Espíritu, por lo cual te
pido que cada mañana me lleves en intimidad contigo para avivar y fortalecer mi
relación con Él, por Jesucristo mi Señor, amén.