domingo, 28 de junio de 2020

¿Hablo de mí o hablo de Dios?


¿Hablo de mí o hablo de Dios?

“Más a la mitad de la fiesta subió Jesús al templo, y enseñaba. Y se maravillaban los judíos, diciendo: ¿Cómo sabe éste letras, sin haber estudiado? Jesús les respondió y dijo: Mi doctrina no es mía, sino de aquel que me envió. El que quiera hacer la voluntad de Dios, conocerá si la doctrina es de Dios, o si yo hablo por mi propia cuenta. El que habla por su propia cuenta, su propia gloria busca; pero el que busca la gloria del que le envió, éste es verdadero, y no hay en él injusticia”. Juan 7: 14-18
La persona de Jesús no era indiferente a nadie y traía mucha división en el pueblo. Algunos pensaban que era bueno, moralmente justo y que enseñaba bien las Escrituras, mientras que otros pensaban que era un impostor, un falso profeta que engañaba al pueblo. Siempre surgía la pregunta: ¿Quién es Jesús? Sólo Él tenía tanto poder y autoridad que podía proclamarse a sí mismo, Hijo de Dios.
Como nunca había asistido a una escuela rabínica, los líderes judíos cuestionaban su enseñanza: ¿Cómo sabe éste letras sin haber estudiado?, pues cuando Jesús enseñaba la doctrina los dejaba admirados con su sabiduría y porque hablaba con autoridad. Pensaban que Él promovía sus ideas para alcanzar fama y gloria para sí mismo, pero era lo contrario, no había nada en sus palabras y actitudes que hicieran sospechar esto, antes buscaba siempre dar gloria al Padre.
No deberían sorprendernos, en estos tiempos, las reacciones que encontramos cuando se predica el evangelio de Cristo. Algunos se muestran abiertos y receptivos mostrando un verdadero interés y fe en Jesús, mientras otros se cierran a la verdad del evangelio y lo rechazan con cinismo. Lo importante es entender que el evangelio siempre traerá controversia y confusión, porque es la Palabra Viva de Dios que puede transformar la vida de los que la oyen.
¿Cuándo hablamos, lo hacemos por nuestra propia cuenta, con nuestras ideas, opiniones y filosofías y estamos buscando nuestra propia gloria?, o ¿buscamos honrar a Dios con su Verdad? Los que buscan su propia gloria hablan de sí mismos, los que buscan la gloria de Dios hablan de lo que Él ha dicho. La meta de Jesús no era hablar lo suyo propio sino repetir fielmente lo que Dios Padre le decía.  Oración inicial
«Señor Jesús, cuando quiera hablar de ti permite que tu Palabra sea la que salga de mi boca para decir siempre la verdad y no hablar mentiras. Si soy tu hijo, Padre, mi meta es ser eco de tu voz hablando de lo que hay en tu corazón y glorificar así tu poderoso nombre. Espíritu Santo dame la sensibilidad para oír la Palabra de Verdad, para discernirla en mi corazón y enseñarla con autoridad a otros. Amén.   Difundiendo el mensaje de Jesucristo.
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