miércoles, 2 de diciembre de 2009

La medida de la madurez espiritual


La medida de la madurez espiritual

En esto me gozo, y me gozaré aún.

Filipenses 1:18

Puede medirse la madurez espiritual de un creyente por lo que puede quitarle el gozo. El gozo es un fruto de una vida guiada por el Espíritu (Gá. 5:22). Debemos regocijarnos siempre (Fil. 4:4; 1 Ts. 5:16). En todas las circunstancias el Espíritu Santo produce gozo, de modo que no debe haber ningún momento en el que no estemos regocijándonos de alguna manera.

El cambio, la confusión, las pruebas, los ataques, los deseos insatisfechos, el conflicto y las relaciones tirantes pueden quitarnos el equilibrio y despojarnos del gozo si no tenemos cuidado. Entonces hemos de llorar como el salmista: "Vuélveme el gozo de tu salvación" (Sal. 51:12).

Jesús dij "En el mundo tendréis aflicción" (Jn. 16:33), y el apóstol Jacobo dij "Tened por sumo gozo cuando os halléis en diversas pruebas" (Stg. 1:2). Dios tiene su propósito en nuestras aflicciones, pero nunca nos quita nuestro gozo. A fin de mantener nuestro gozo debemos asumir la perspectiva de Dios respecto a nuestras pruebas. Cuando nos rendimos a la obra de su Espíritu en nuestra vida, no nos agobiarán nuestras dificultades. El Lobo de la Muerte

Entonces me llamarán, y no responderé; Me buscarán de mañana, y no me hallarán.
Proverbios 1:28
Una de las fábulas de Esopo habla de un pastorcito que cuidaba un rebaño. Queriendo jugarles una broma a los pobladores, varias veces gritó: "¡Viene el lobo! ¡Viene el lobo!" y luego se rió cuando los pobladores vinieron corriendo ayudarle. Cuando un lobo en realidad atacó a su rebaño, el muchacho gritó pero no le hicieron caso. Su juego demostró ser su daño cuando la muerte llegó a su puerta.

Imagínese al muchacho pastor como la persona religiosa nominal de nuestro día y a los pobladores como el Dios de la Biblia. Algunos pasan toda la vida tratándola como si fuera un juego, jugando a la religión, pensando que cuando llegue el día del juicio, Dios los va a salvar de la destrucción. Piensan en el evangelio en sus momentos de ocio o cuando ocurren pequeñas crisis, pero en realidad nunca se entregan a una relación personal salvadora con Cristo.

Si usted ha estado viviendo en la periferia de la fe, no espere hasta el último día. Clame a Cristo por fe antes de que sea demasiado tarde. Es mejor que usted clame a Jesús mientras tiene su aliento antes que en el día en que lo pierda.