Invitación Divina
“De ella saldrá su príncipe, y de en medio de ella saldrá su
señoreador; y le haré llegar cerca, y él se acercará a mí; porque ¿quién es
aquel que se atreve a acercarse a mí? dice Jehová.” Jeremías 30:21
Cuando me dispuse a leer la Palabra de Dios me encontré con
este pasaje de Jeremías, al leerlo llamó mi atención la última parte del
pasaje, en donde el Señor a través del profeta, manifiesta que a aquél
gobernante que ha escogido para Israel lo invitará a que se acerque a Él,
porque ¿quién se atrevería a acercarse a Dios sin ser invitado? Esto me impactó
demasiado pues justamente días atrás el Espíritu Santo me había llevado a
meditar que si nosotros los creyentes podemos tener un tiempo de intimidad con
Dios y entrar al Lugar Santísimo, tan sólo es: Primero, por la obra de
Jesucristo, como lo dice Hebreos 10:19-22 “Así que, hermanos, teniendo libertad
para entrar en el Lugar Santísimo por la sangre de Jesucristo, por el camino
nuevo y vivo que él nos abrió a través del velo, esto es, de su carne, y teniendo
un gran sacerdote sobre la casa de Dios, acerquémonos con corazón sincero, en
plena certidumbre de fe, purificados los corazones de mala conciencia, y
lavados los cuerpos con agua pura.”
Y segundo, por la iniciativa que Dios ha tomado para
invitarnos a tener ese encuentro, como lo relata el pasaje de hoy. Ahora bien,
lo que a nosotros los creyentes nos corresponde hacer es aceptar o rechazar
dicho encuentro, como le pasó al profeta Samuel en 1 Samuel 3:1-10, quien al
escuchar la voz de Dios, sin saber que era Él, decidía levantarse de su cama
para ir al encuentro de quien lo llamaba, y de la misma manera deberíamos hacer
nosotros.
Hermanos, Dios nos revela a través de este pasaje que si tú y
yo podemos gozar y deleitarnos en esos encuentros con Él, no es porque lo
hayamos merecido, ganado, comprado o propiciado, sino por la iniciativa de
Dios, y por supuesto, por la obra de Jesús en la cruz, ¡tengámoslo muy
presente! y démosle la gloria al Señor, pues si podemos entrar a Su Presencia,
tan sólo es porque el Padre no nos ve a nosotros sino a Su Hijo Jesucristo en
nosotros, y en esta Verdad tú y yo hemos creído (Gálatas 2:20). Oración.
«Padre, gracias por llamarme en todo momento a tener esos
encuentros de intimidad contigo pues en ellos me enseñas y revelas la verdad de
tu Palabra, me alientas, reconfortas mi alma, me das descanso y nuevas fuerzas.
Gracias Señor Jesús porque Tú eres el único que abrió el camino para que todos
nosotros los creyentes pudiéramos conocer al Padre. Espíritu Santo pon en mí el
querer aceptar esa invitación Divina y llévame a buscarle en intimidad. Amén.