miércoles, 27 de septiembre de 2017

DÉBORA.  Jueces 4:4-5


DÉBORA.  Jueces 4:4-5

 “En aquel tiempo gobernaba a Israel una profetisa llamada Débora, que era esposa de Lapidot. Ella tenía su tribunal bajo la Palmera de Débora, entre Ramá y Betel,…… y los israelitas acudían a ella para resolver sus disputas.”- Jueces 4:4-5



Normalmente pensamos que los líderes militares son hombres, pero la Biblia narra la historia de una mujer que gobernó como juez sobre Israel, en un momento en que la nación estaba siendo oprimida cruelmente. Ella no solo fue una gran líder militar, sino una profetisa, una mujer de Dios. Su nombre fue Débora.



Durante los 400 años que los jueces gobernaron a Israel, hay un patrón que se repite varias veces, el cual comienza con una rebelión del pueblo contra Dios, que lleva a la reprensión, luego a la restauración y finalmente al reposo. Este ciclo se repite siete veces durante esos 400 años y cada vez que el pueblo clamaba a Dios, Él levantaba un juez para restaurar la nación y traerlos de nuevo al reposo y a la dependencia de Dios. Débora fue el juez que restauró al pueblo durante el tercero de estos siete ciclos. Ella es preciosamente descrita como “una de las madres del pueblo de Israel”.





Por veinte años los israelitas fueron cruelmente explotados por un rey cananeo, llamado Jabín. Los caminos eran tan peligrosos que las personas tomaban caminos serpenteantes y atajos a través de los bosques y las montañas. La vida del pueblo se apagó y la vida nacional de Israel llegó a un punto muerto. Débora envió llamar a Barac, oficial al mando de Israel y le dijo: —El SEÑOR, el Dios de Israel, ordena: “Ve y reúne en el monte Tabor a diez mil hombres de la tribu de Neftalí y de la tribu de Zabulón. Yo atraeré a Sísara, jefe del ejército de Jabín, con sus carros y sus tropas, hasta el arroyo Quisón. Allí lo entregaré en tus manos.” Barac le dijo: —Sólo iré si tú me acompañas; de lo contrario, no iré. — ¡Está bien, iré contigo! —Dijo Débora—. Pero, por la manera en que vas a encarar este asunto, la gloria no será tuya, ya que el SEÑOR entregará a Sísara en manos de una mujer. Así que Débora fue con Barac hasta Cedes,. (Jueces 4:6-9).



Débora no fue disuadida por el hecho de ser mujer, ni por el hecho de tener que enfrentarse a 900 carros de hierro, muchos de los cuales estaban atrapados en el pantano del río Quisón. Débora dijo a Barac: “— ¡Adelante! Éste es el día en que el SEÑOR entregará a Sísara en tus manos. ¿Acaso no marcha el SEÑOR al frente de tu ejército?” (Jueces 4:14). Y ese es un factor clave en nuestras propias luchas y conflictos. La confianza de Débora no estaba en su capacidad, ni en su propia fuerza, ni en la estrategia militar, sino estaba completamente en Dios. Ella sabía que estaba luchando desde una posición de victoria y bajo su reinado Israel disfrutó de 40 años de paz.



Todos necesitamos los ingredientes presentes en la vida de Débora – el coraje de dar un paso de fe y la valentía de confiar en Dios por lo que Él es. Al actuar en obediencia, Dios va delante de nosotros, preparando el camino para que podamos entrar en el reposo que Él nos promete.

ORACIÓN: Señor, dame el coraje de Débora, y un corazón en sintonía con el Tuyo, de manera que siempre pueda reconocer Tu voz.

PARA REFLEXIONAR: ¿En relación con mis propias luchas y batallas, estoy dispuesto a dar un paso de fe, confiando en que Dios está haciendo Su obra en mí?