lunes, 19 de septiembre de 2022

Mi casa y yo serviremos al Señor

 


Mi casa y yo serviremos al Señor

Y si mal os parece servir a Jehová, escogeos hoy a quién sirváis; si a los dioses a quienes sirvieron vuestros padres, cuando estuvieron al otro lado del río, o a los dioses de los amorreos en cuya tierra habitáis; pero yo y mi casa serviremos a Jehová” Josué 24:15.

Josué, terminando su misión de dirigir a Israel para poseer la tierra prometida, y al final de su vida, se dirigió al pueblo de Israel para recordarles cómo sus antepasados servían a dioses extraños, pero Dios llamó a Abraham y le dio una descendencia numerosa en Isaac y en Jacob. También les recordó cómo Israel descendió a Egipto y fue hecho esclavo, pero el Señor, por medio de Moises y Aarón, realizó muchas señales y prodigios, hiriendo a sus enemigos y sacándolos de la esclavitud. Luego de introducirlos en la tierra prometida, les dio la victoria contra todos los pueblos que la ocupaban, no con espada ni con arco, sino obrando poderosamente delante de ellos.

También les enfatizó que, estos pueblos conquistados, adoraban dioses falsos como los que servían sus antepasados antes de cruzar el río y debían quitarlos de entre ellos, por lo que, Israel no debía seguir su mal ejemplo, sino servir con integridad y en verdad a Dios, (Josué 24:14); en pocas palabras, dejar el pasado de pecado atrás, las viejas costumbres de idolatría, y recibir todas las bendiciones que el mismo Dios había conquistado para ellos. Pero, lastimosamente el pueblo hizo todo lo contrario y se alejó de Dios, aprendiendo las malas costumbres de otros pueblos, lo que trajo al tiempo, como consecuencia, el ser llevado cautivos a otra nación.

Por medio de la fe en Cristo, todo el que cree puede cruzar el río espiritual dejando atrás todo aquello que no agrada a Dios. El creyente puede, por fe, tomar posesión de la herencia incorruptible, incontaminada e inmarcesible, reservada en los cielos, y toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo. (1 Pedro 1:4, Efesios 1:3)

Las enseñanzas equivocadas del mundo y el maligno, de que podemos ser nuestros propios dioses, nos llevan a ser esclavos y a servir a falsos ídolos; el mundo puede estar tratando de quitar los límites morales y aceptando lo malo como bueno, pero cada uno de nosotros hoy está llamado a seguir el ejemplo de Josué y, confiando en Cristo, poder declarar: mi familia y yo serviremos al Señor.   Oración.

«Padre, hoy con toda convicción me dispongo a tu servicio, a ser apartado para tu gloria, no sirviendo al mundo, sino que mi casa y yo te serviremos, por amor a Cristo Jesús, amén.   Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

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