jueves, 9 de abril de 2015

1a Pedro 1:1-2

1a Pedro 1:1-2


Pedro, apóstol de Jesucristo, a los elegidos, extranjeros dispersos por el Ponto, Galacia, Capadocia, Asia y Bitinia, según la previsión de Dios el Padre, mediante la obra santificadora del Espíritu, para obedecer a Jesucristo y ser redimidos por su sangre: que abunden en ustedes la gracia y la paz.



¿A quién se dirige esta carta?  A los elegidos, según la previsión de Dios el Padre.  ¿Por qué resulta importante saber que han sido elegidos por el Padre?  Porque nosotros, a lo largo de nuestra vida, nos encontraremos con situaciones sumamente similares a las que hace referencia este pasaje.  Eran personas exiliadas.  Se encontraban como extranjeros en otra tierra.  Probablemente no la estaban pasando bien y su situación no era muy cómoda.  Muchas veces, los extranjeros no cuentan con los mismos beneficios que los locales.  Son señalados y discriminados.  Pero ellos tenían algo mucho más valioso a su favor: eran elegidos por Dios Padre.  ¡Maravilloso!  Mientras nosotros nos preocupamos por lo que pasa en esta tierra, Dios se encarga de recordarnos que somos turistas y que nos encontramos de paso.  Nuestra verdadera residencia está en el cielo.  Nuestra verdadera identidad es ser linaje de Dios.  ¿Lo puedes entender?  ¡Cuántas cosas nos agobian el día de hoy!  ¡Cuántos problemas!  ¡Cuántas preocupaciones!  Dinero.  Enfermedades.  Celos.  Orgullo.  Contiendas.  En fin, hay una infinidad de cosas que cada uno de nosotros atraviesa día con día.  Pero está en nosotros hacer una pausa y recordar quienes somos: extranjeros escogidos por Dios Padre.  No te desesperes.  No dejes que lo que sucede en este mundo te robe la paz y todo tu esfuerzo.  Nosotros debemos estar enfocados en dar testimonio de Cristo y ser luz para el mundo.  ¡Esa es nuestra misión!  Ninguna otra cosa debe de preocuparte más que el estar trabajando para la obra del Señor.  Leíste bien.  No hay nada más importante que debas dedicar toda tu atención que en servir a Cristo.  Tal vez hoy te encuentras “disperso y exiliado” y no sabes qué hacer.  Pedro nos dice: que abunden la gracia y la paz de Jesucristo en tu vida.  Respira.  Toma un momento y reflexiona en lo que acabas de leer.  Que la gracia y la paz abunden en tu vida.  ¿Cómo puede haber paz en medio de tanta tormenta?  Simple.  Cuando reconocemos que somos extranjeros y confiamos plenamente en que el Señor hará conforme a su voluntad y, por consecuencia, lo que será mejor para nosotros.  Allá afuera nos enseñan que la paz llega cuando estás sentado viendo el mar con una cerveza en la mano.  Nos enseñan que la paz llega cuando tu cuenta de banco tiene varios ceros.  Nos enseñan que la paz es tener una casa.  ¿Sabes?  ¡La publicidad puede decirte tantas mentiras con tal de convencerte de comprar algún producto!  Los hermanos a los que Pedro escribe la carta se encontraban en una situación difícil.  Por esta razón les recuerda que eran escogidos de Dios Padre y que, sin importar dónde y cómo se encontraran, la gracia y la paz podrían abundar en sus vidas.  ¿No quieres eso hoy para ti?

Oración
Padre: quiero que tu gracia y paz abunden en mi.  He confiado y buscado en muchas otras cosas para darme cuenta que no hay nada más allá que en Ti.  Te pido perdones mis pecados.  Te pido pueda entender y recordar siempre lo que significa ser tu hijo y escogido por Ti.  Gracias Señor en el nombre de Cristo Jesús.  Amén