lunes, 23 de enero de 2017

Gálatas 6:17-18

Gálatas 6:17-18
De aquí en adelante nadie me cause molestias; porque yo traigo en mi cuerpo las marcas del Señor Jesús. Hermanos, la gracia de nuestro Señor Jesucristo sea con vuestro espíritu. Amén.
Cada uno de nosotros tiene distintos recuerdos o experiencias que les podemos llamar cicatrices que nuestras decisiones nos han dejado. Buenas o malas. Cada una tuvo su consecuencia. Cada una dejó su marca. Pablo nos está diciendo que su cuerpo tiene todas las marcas (cicatrices) de lo que Dios ha hecho en su vida. Cada vez que veía una cicatriz en su cuerpo podía recordar mientras fue azotado en prisión o cuando fue golpeado mientras predicaba a Cristo. Le servían para recordar constantemente la dirección que su vida debe tomar. Le ayudaban a no desviarse. Le motivaban a no desesperarse. Le animaban a seguir amando y atravesar injusticias entendiendo que no pertenecemos a este mundo.
¿Qué cicatrices tienes? ¿Qué has aprendido de lo que has hecho?
La vida carnal y espiritual nos han dejado muchas cicatrices que debemos aprender a recordar y poner atención con la intención de continuar haciendo lo que trae bendición y edifica mientras que al mismo tiempo recordar los errores que hemos cometido y las consecuencias que tuvimos que atravesar por su causa. Pablo dice: déjenme tranquilo, ya he atravesado mucho y es tiempo de descansar. Sus cicatrices incluían toda una vida. Desde su feroz persecución a la iglesia de Cristo, su presencia mientras asesinaban a los seguidores, su afán por destrozar cada célula que se organizaba en nombre de Jesús, así como su encuentro con Cristo camino a Damasco. Su reconciliación. Su arrepentimiento. Su entrega. Su conversión a servidor. Su encarcelamiento. Su testimonio frente a gobernadores y emperadores. Finalmente llegó un día donde el Señor lo llamó. Pero cada etapa dejó marcas en él y así dejan marcas en nosotros. Reflexiona un poco en tu vida. Lo que hiciste hace años. Lo que haces ahora. Hacia dónde te diriges con las decisiones que hoy estás tomando. No se trata de sentirse mal por aquellos errores que hemos cometido. Al contrario, Dios nos ofrece su perdón y reconciliación. Tampoco se trata de omitir lo que ha pasado y solamente ver hacia el frente. Es un balance en el cual, puedes ser honesto y sincero. Puedes reconocer que pudiste haber tomado mejores decisiones o simplemente te das cuenta que hoy el Señor te ha rescatado de situaciones que jamás imaginaste poder salir. Sea como sea, es muy importante meditar y reflexionar sobre nuestro pasado, presente y futuro. Insisto, el Señor perdona a los que se han arrepentido. No sigas arrastrando tus errores del pasado. Simplemente utilízalos para no caer en situaciones similares nuevamente. Ahora, el versículo nos dice que Pablo tenía las marcas del Señor Jesús en su vida y concluye deseando que la gracia del Señor sea con cada uno de nosotros. ¿Por qué? Porque independientemente de lo que estemos viviendo, la gracia del Señor es lo que debe guiarte para seguir día a día. La gracia que Cristo nos ofrece es maravillosa y por ello Pablo concluye desando que nosotros, en lo individual, podamos experimentarla. Te animo a que así sea en tu vida. Que la gracia guíe tus decisiones. Que la gracia apacigüe tu ira. Que la gracia ponga perdón en tu corazón. Que la gracia sustituya al odio y al rencor.
Oración

Padre: te pido perdón por mis pecados. Sé que he tomado malas decisiones y quiero reconciliarme contigo. Te pido que pueda aprender de mis errores y pueda seguir tu camino con más fidelidad y entrega. Guíame. Renuévame. Heme aquí para servirte. Te lo pido en el nombre de Jesucristo. Amén