La obra del Espíritu Santo en el mundo
“Y cuando él venga, convencerá al mundo de pecado, de
justicia y de juicio. De pecado, por cuanto no creen en mí; de justicia, por
cuanto voy al Padre, y no me veréis más; y de juicio, por cuanto el príncipe de
este mundo ha sido ya juzgado”. Juan 16:8-11
Esta es la única referencia en la obra del Espíritu Santo en
relación con el mundo; las demás tienen que ver con su ministerio en y por
medio de los creyentes. Ya el Espíritu Santo vino al mundo en el Pentecostés
para morar en cada uno de los creyentes en Cristo. Su función ahora es en tres
áreas. La primera es: convencer al mundo de pecado, describe la función del
abogado acusador quien examina al acusado para descubrir y exhibir las
evidencias de su culpabilidad con el fin de convencerle; en otras palabras,
trae a la luz nuestras faltas y nos confronta para que reconozcamos que somos
pecadores. El Señor sabe que muchos viven en la ignorancia espiritual y no
conocen su verdadera condición espiritual, por eso ha dejado su Espíritu que es
el que tiene la misión de convencer al ser humano, que necesita arrepentirse y
volverse a Dios, es Él quien quebranta nuestros corazones para que podamos
convencernos de nuestra rebelión contra Dios.
En segundo lugar: el Espíritu convence al mundo incrédulo en
cuanto a la justicia. Juan se refiere a la justicia de Dios provista por Cristo
en la cruz, como dice Romanos 1:17 “Porque en el evangelio la justicia de Dios
se revela por fe y para fe, como está escrito: Mas el justo por la fe vivirá”.
La muerte de Jesucristo pagó el precio por el pecado de toda la humanidad,
haciendo posible la justicia de Dios para todo aquél que cree en Él.
En resumen, el pecado consiste en no creer y no obedecer al
Hijo de Dios; por otro lado, la justicia se logra por el creer en Jesús que
resulta en la obediencia de sus mandatos.
En tercer lugar: el Espíritu Santo convence al mundo también
en cuanto a juicio. Se refiere al acto de juzgar o dar una sentencia de
condenación para los que están separados de Dios. El mundo tiene sus propias
normas o criterios falsos de lo que es el pecado, la justicia y el juicio. El
Espíritu Santo tiene la enorme tarea, humanamente imposible, de convencer al
mundo del error de su pensar y actuar.
Seguramente los líderes judíos, y detrás de ellos el príncipe
de este mundo (Satanás), celebraron su “victoria” cuando Jesús fue crucificado.
Sin embargo, lo que parecía victoria para ellos fue en realidad su derrota en
que fueron juzgados y condenados. Jesús veía ese resultado como un hecho ya
realizado al decir que el príncipe de este mundo ha sido juzgado. Veamos Juan
12:31-33 “Ahora es el juicio de este mundo; ahora el príncipe de este mundo
será echado fuera. Y yo, si fuere levantado de la tierra, a todos atraeré a mí
mismo. Y decía esto dando a entender de qué muerte iba a morir”.
Los efectos de la cruz continúan, aunque Satanás sigue su
programa de engaño y conquista de los desprevenidos, pero lo hace aun sabiendo
que su condenación fue establecida en la cruz y con la resurrección de Jesús.
Lo hace para engañar a los incrédulos y ganar esas almas para sí.
El rol del Espíritu Santo es convencer al mundo incrédulo de
que está separado de un Dios de amor, que ya Jesús fue la respuesta a esa
separación porque con su muerte nos llevó nuevamente al Padre y que el juicio
de este mundo viene sobre los que rechazan a Jesús.
Recordemos entonces que la obra de evangelización es del
Espíritu Santo a través de nuestras vidas, dispongámonos a dejarnos llenar de
su presencia para llevar el mensaje del evangelio. El arrepentimiento es el
único camino de regreso a la verdad. Oración.
«Amado Jesús gracias por enviar a tu Santo Espíritu a mi
vida, cuando estoy convencido de mi pecado, de la justicia de Cristo y del
juicio venidero; sé que es la obra del Espíritu Santo en mí, que me da la
seguridad de que en la cruz de Cristo tengo perdón de pecados, salvación y vida
eterna. Gracias porque por el Espíritu puedo reconocerte como mi único y
suficiente Salvador, amén.