miércoles, 20 de marzo de 2024

Amar a nuestro enemigo

 


Amar a nuestro enemigo

“Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen;” Mateo 5:44

Un enemigo es la persona que directamente está en contra de lo que pensamos, creemos y practicamos, es alguien contrario a nosotros. Y lo podemos notar porque fácil y continuamente nos critica, ataca o rechaza. Ahora bien, como discípulos de Cristo, nuestros enemigos son aquellos que se oponen a su cruz, su verdad y su deidad. Sin embargo, a pesar de cualquier tipo de hostilidad que se nos manifieste, lo que nos dice nuestro Señor, es que amemos a nuestros enemigos.

Sin duda, es un hecho que a primera impresión nos puede parecer ilógico y hasta injusto, pero que ciertamente es un acto que manifiesta la gloria de Dios. Pues solo Dios, en su singularidad y santidad, puede dar gratuitamente a alguien, lo que este no se merece; entonces, a su ofensor le da amor; Y esta es su gloria. Gloria, que como dice la Escritura en 2 Corintios 3:18, al nosotros verla tan claramente en nuestra vida, vamos siendo transformados por el Espíritu Santo, en su misma imagen. La Escritura en Romanos 5:10 dice que cuando éramos enemigos de Dios, Él envió a su único Hijo a que fuera crucificado y así reconciliarnos con Él. Y ahora nosotros somos embajadores de esa reconciliación, donde en el nombre de Jesucristo podemos amar a nuestros enemigos y manifestarles así que Dios quiere que también ellos se reconcilien con Él (2 Corintios 5:20). De modo, hermanos, que no se trata de méritos ni lógicas, simplemente es dar en el poder del Espíritu Santo, gratuita e incondicionalmente lo que asimismo hemos recibido, el amor inagotable de Dios.   Oración.

«Padre Dios, gracias porque cuando menos lo merecía, por medio de tu Hijo me manifestaste tu amor; me abrazaste, me perdonaste y me cambiaste. Y ahora sé que de la misma manera en que lo recibí, quieres que lo dé. Así que, gracias por mis enemigos y por la oportunidad que me das de amarlos, así como Tú me has amado, por Jesucristo mi Señor, amén.