domingo, 21 de abril de 2019

CRISTO VIVE Y VIVE PARA SIEMPRE


CRISTO VIVE Y VIVE PARA SIEMPRE
“Después de todo esto, José de Arimatea, que era discípulo de Jesús, pero secretamente por miedo de los judíos, rogó a Pilato que le permitiese llevarse el cuerpo de Jesús; y Pilato se lo concedió. Entonces vino, y se llevó el cuerpo de Jesús. También Nicodemo, …. Tomaron, pues, el cuerpo de Jesús, y lo envolvieron en lienzos con especias aromáticas, según es costumbre sepultar entre los judíos. Y en el lugar donde había sido crucificado, había un huerto, y en el huerto un sepulcro nuevo, en el cual aún no había sido puesto ninguno. Allí, pues, por causa de la preparación de la pascua de los judíos, y porque aquel sepulcro estaba cerca, pusieron a Jesús”, Juan 19:38-42
La muerte y resurrección de Jesús sellan el acontecimiento más importante de toda la historia, dividiendo el tiempo en un antes y un después. Pilato, los sacerdotes, y fariseos aseguraron la tumba con una gran piedra, un sello romano y enfilando una guardia romana de soldados en la entrada, garantizando la máxima seguridad, de manera que Jesús no tenga opción de volver a la vida, pero nadie se antepone a los Planes de Dios.
Pensemos en el cuerpo de Jesús yaciendo en una tumba, que momento tan lúgubre, sus amigos más íntimos llenos de miedo habían huido despavoridos. Aparentemente Anás, Caifás, Pilato, Judas, Barrabás han triunfado; la mentira ha prevalecido sobre la verdad, la injusticia sobre la justicia, la traición sobre la lealtad, el bien sobre el mal, la muerte sobre la vida, los designios del hombre sobre la voluntad de Dios y cuántos se habrán preguntado ¿no era este el que se creía Hijo de Dios? ¿Dónde quedó el poder de hacer milagros? En ese momento cuántas preguntas sin respuesta había.
Tristemente, aún hoy, muchos siguen viviendo como en aquel sábado lúgubre, en angustia, sin esperanza, sin Dios, en derrota total, pero Jesús no se quedó allí, dice la biblia: “Y hubo un gran terremoto; porque un ángel del Señor, descendiendo del cielo y llegando, removió la piedra y se sentó sobre ella” (Mateo 28:2). Dios levantó a Jesús de la muerte, Él resucitó con gran poder para darnos vida y vida en abundancia. Por tanto, en medio de cualquier penumbra, desilusión o frustración debemos razonar que hay un nuevo día y un nuevo amanecer. La luz triunfa sobre las tinieblas, la vida sobre la muerte, la justicia sobre la injusticia, la verdad sobre la mentira y el amor sobre el odio. Cristo vive y vive para siempre, busquémoslo, sigamos sus pasos y así viviremos.  Oración.
"Señor Jesús, mucho tiempo viví en derrota, pero, así como te levantaste triunfante, me has sacado del pozo de la desesperación, del lodo cenagoso y me has coronado de favores y misericordias. Viviré para tu servicio. Te amo Señor, amén."                                                        Difundiendo el mensaje de Jesucristo.
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