La regla de oro
“Así que, todas las cosas que queráis que los hombres hagan
con vosotros, así también haced vosotros con ellos; porque esto es la ley y los
profetas.” Mateo 7:12
“Cualquiera, pues, que me oye estas palabras, y las hace, le
compararé a un hombre prudente, que edificó su casa sobre la roca.” Mateo 7:24
“Y cuando terminó Jesús estas palabras, la gente se admiraba
de su doctrina; porque les enseñaba como quien tiene autoridad, y no como los
escribas.” Mateo 7:28-29
El pasaje de Mateo 7:12 es conocido como la regla de oro, y
nos enseña que así como queremos ser tratados debemos tratar a los demás, es
decir que nuestro trato con las demás personas debería ser con el mismo amor y
respeto con el cual nos gustaría que nos trataran.
Es maravilloso ver cómo Jesús relaciona en el sermón del
monte este principio básico, con el cumplimiento de la ley y los profetas,
dándonos a entender la profundidad de la ley, que si bien en nuestras fuerzas
es imposible de cumplir en su totalidad, gracias a la obra de Cristo, ahora esa
ley se convierte en espíritu y vida para el creyente, como dice Juan 6:63b “las
palabras que yo os he hablado son espíritu y son vida”, y por eso ahora en
Cristo, y gracias a que su amor ha sido derramado en nuestros corazones,
podemos tratar a los demás con el mismo amor que nos gustaría recibir en el
trato de nuestros semejantes para con nosotros, cumpliendo así con esta regla
de oro.
Por eso hermanos a la hora de actuar, tengamos en cuenta las
palabras de Jesús en Mateo 7:24, para oírlas y hacerlas, pues así con la ayuda
del Espíritu Santo podremos tratar a las personas con el amor de Dios, y
entonces podremos edificar relaciones sanas y fuertes sobre la Roca, teniendo
amistades verdaderas, matrimonios estables y familias sólidas.
Hermanos al igual que Jesús, aprendamos a tener vidas
coherentes, pues de Él se admiraban por que enseñaba con autoridad como declara
Mateo 7:28-29, y esta autoridad se la daba su integridad, pues lo que enseñaba
era lo que él mismo practicaba. Así que como seguidores de Cristo que
predicamos su amor, apliquemos en nuestro diario vivir la regla de oro, amando
a los demás de la misma manera como Cristo nos ha amado a nosotros. Oración.
«Espíritu Santo, ayúdame para que tu amor se manifieste en el
trato diario que tengo con mis semejantes, que pueda amarlos como Jesús me ha
amado y me ha enseñado a hacerlo, que tu amor sea brotando de mi vida como ríos
de agua viva. Amén.