sábado, 18 de noviembre de 2017

Fíjate en esto


“EL SEÑOR DIOS PLANTÓ UN HUERTO EN EDÉN… Y PUSO ALLÍ AL HOMBRE QUE HABÍA FORMADO” (Génesis 2:8)

Fíjate en esto: Dios “…puso…” al hombre en el huerto, “…al oriente…” (Génesis 2:8b). No es suficiente estar en el “huerto”, debes estar en el lugar preciso. Hace falta que ores: “Señor, ponme en el “huerto” que planeaste para mí.

Educando a los hijos se aprende muchas cosas. Nos hemos hecho mayores y somos más sabios diciendo: “No hagas eso” y “No vayas hacia allá”. Pero no puedes acortar el proceso; tendrán que tropezar, porque así es como aprenderán a funcionar y a encontrar su propio camino. Tal vez tú mismo trabajaste en varios empleos antes de que sacaste en claro lo que se supuso que hicieras. Eso es porque todavía no estabas “en tu lugar”. Si eres sabio, en algún momento comenzarás a orar: “Señor, no dejes que pase la vida probando cosas; ponme en el lugar que tengas para mí”.

Sin saberlo, puedes estar en el lugar correcto porque Dios lo ha “plantado” y no “creer [es decir, necesitas tiempo para poder darte cuenta de ello]. No importa donde empecemos; lo importante es dónde terminemos. Debes mirarte en el espejo y decir: Hay algo en mí que todavía no ha salido fuera. Señor, ayúdame a mantenerme firme hasta que saques de mí lo que plantaste dentro”. No dejes que nadie te convenza que eres un fracaso por “no llevar puestos los zapatos apropiados” o porque ahora mismo no lo tengas todo tan claro. Dios tiene un lugar en mente para ti; simplemente camina con Él y Él te llevará allí.