Prepara el
camino, siendo luz
“Y tú, niño,
profeta del Altísimo serás llamado, porque irás delante de la presencia del
Señor para preparar sus caminos, para dar conocimiento de salvación a su
pueblo, para perdón de sus pecados, por la entrañable misericordia de nuestro
Dios, con que nos visitó desde lo alto la aurora, para dar luz a los que
habitan en tinieblas y en sombra de muerte, para encaminar nuestros pies por
camino de paz. El niño crecía y se fortalecía en espíritu, y estuvo en lugares
desiertos hasta el día de su manifestación a Israel”. Lucas 1:76-80
El
nacimiento de Juan Bautista estuvo rodeado de eventos asombrosos. Era evidente
que Juan iba a ser un niño fuera de lo común, sobre el cual Zacarías su Padre,
había dicho una profecía a través de un salmo, que se conoce como el
Benedictus, Lucas 1:68-79. Ese cántico profético de Zacarías significa,
alabado, bendito. Hace alusión al Antiguo Testamento donde se dice que el
Mesías sería un “poderoso Salvador”, en el hebreo original literalmente,
“cuerno de salvación”, simbolizando fuerza y poder. Juan fue llamado por
Zacarías “profeta del Altísimo”, precursor de Jesucristo. Recordemos que
después de 400 años de silencio de Dios, Juan sería el profeta que anunciase la
llegada del Mesías.
Y así fue
que Zacarías profetizó en forma muy descriptiva el ministerio que tendría Juan.
Iría delante del Señor preparando sus caminos, como habían profetizado los
profetas en Isaías 40:3 y Malaquías 3:1. Juan iba adquiriendo vitalidad y
fortaleza en su espíritu humano. Su vida en los lugares desiertos hasta el
tiempo de su aparición pública, aunque no fue normal para un joven, puesto que
era Nazareo de nacimiento y tenía que cumplir ciertas normas, fue realmente
extraordinaria. En su soledad se estaba preparando para llevar a cabo una
misión especial para la causa de Dios en este mundo. Cuando su ministerio fue
manifiesto, fue corto pero contundente, llevando a muchos al arrepentimiento y
preparando sus corazones para la llegada del Mesías.
Dios había
hecho estas promesas a Abraham. María, Elisabet y Zacarías creían que las
promesas serían cumplidas. Evidentemente así fue, porque se cumplieron a
cabalidad cuando Jesús nació.
Ahora
nuestra esperanza es el regreso de Jesús en su Segunda Venida, y nosotros los
precursores del Rey de reyes y Señor de señores, que volverá pronto para juzgar
las naciones y para establecer su reino en esta tierra. Ante tanta tribulación,
conflictos y caos por doquier en el mundo de hoy, muchos han abandonado esta
esperanza y no creen que Dios confirmará lo que ha prometido y lo hará
realidad.
Esta
profecía nos hace recordar que nuestro Dios, en su gran misericordia, antes de
su regreso iluminará a través de su iglesia, somos la luz para los que viven en
la más profunda oscuridad, para darles el conocimiento de la salvación que es
por Jesús, para que se arrepientan de sus pecados y vuelvan al Dios Santo que
quiere perdonarlos y darles vida eterna.
Dios es
digno de alabanza porque ha actuado de acuerdo a sus promesas, por eso
preparemos el camino para su regreso, crezcamos y fortalezcamonos en el
Espíritu, compartiendo las buenas nuevas del evangelio para salvación y
esperemos como su amada iglesia la pronta venida del Rey de reyes y Señor de
señores. Recuerda que somos la luz de Cristo en esta tierra, iluminamos a otros
con su Presencia. Oración.
«Señor, quiero que tu vida se manifieste a través de mí. Como Juan el bautista ayúdame a caminar en santidad, justicia y en la plenitud de tu Espíritu, para que me lleves a compartir el mensaje de salvación a muchos, preparando el camino para tu regreso, siendo la luz para este mundo en oscuridad, para que se acerquen a ti en arrepentimiento, perdones sus pecados y los conduzcas a la vida eterna, amén.