martes, 17 de febrero de 2009

Sublime Misericordia y Gracia












Sublime Misericordia y Gracia

Por tanto, hermanos míos, les ruego por la misericordia de Dios que se presenten ustedes mismos como ofrenda viva.
Romanos 12:1, vp.

Un joven inglés quería ser marino como su padre, pero la Armada Real Británica no lo aceptó. Acabó en África Occidental trabajando para un traficante de esclavos, un "miserable," como un escritor lo llama, mendigando comida para poder vivir. Escapando de África, lo arrastró de la cubierta del barco una tormenta y casi se ahoga. Después de que lo rescataron, las palabras de Imitación de Cristo de Tomás Kempis le vinieron, y él clamó a Dios pidiendo salvación. Años más tarde, John Newton compuso un himno de alabanza de la "sublime gracia" que salvó a un miserable como él.

No todos hemos atravesado las profundidades de miseria que John Newton conoció antes de ser salvado; o como el rey Nabucodonosor, ya que estamos en eso. Perdió su dignidad y cordura; y felizmente, su orgullo, antes de volver en sí (Daniel 4:33-37). Sea que vengamos de un trasfondo de maldad y obstinación, nuestro pecado merece la misma respuesta a los ojos de Dios: condenación. Es sólo la sublime gracia y misericordia de Dios que puede salvarnos de nosotros mismos.

Es fácil distinguir a quienes han recibido la gracia de Dios; son los que tienen una mirada de agradecimiento en su cara y palabras de agradecimiento sus labios.

Nuestro mecanismo de defensa




Nuestro mecanismo de defensa
Si en mi corazón hubiese yo mirado a la iniquidad, el Señor no me habría escuchado.

Salmo 66:18

Según el versículo de hoy, ni siquiera se puede conversar con Dios, mucho menos crecer espiritualmente, si se albergan pecados en el corazón. Por eso es tan esencial la confesión.

Primero tiene que estar dispuesto a aceptar el castigo de Dios por su pecado. Si piensa que Él está obrando con rudeza, debe examinar su vida para ver si lo merece. Por la misma razón que los padres deben castigar la mala conducta de un hijo, Dios lo castiga a usted para que no repita sus errores.

Dios también ha puesto un sistema de sentido de culpa en usted para su propio bien. La vida espiritual sin sentido de culpa sería como la vida física sin dolor. El sentido de culpa es un mecanismo de defensa; es como una alarma que funciona para guiarlo a la confesión cuando usted peca. Es cuando usted tiene que confrontar su pecado y reconocer delante de Dios que es una afrenta para Él. Ese reconocimiento debe ser parte de su vida antes de que pueda crecer espiritualmente, ya que elimina el pecado que lo detiene a usted.