martes, 28 de mayo de 2024

Campo espiritual en espinos

 

Campo espiritual en espinos


«Y parte cayó entre espinos; y los espinos crecieron, y la ahogaron.» Mateo 13:7

La palabra de Dios no solo cae entre Pedregales, sino también entre espinos y estas personas representan a aquellos que escuchan la palabra, pero el afán de este siglo y el engaño de las riquezas la ahogan y terminan impidiendo que en sus vidas se pueda dar fruto (Marcos 4:18-19), pues fijan la mirada en el dinero, trabajo, estudio, familia, o en cualquier otra cosa o persona que no sea Jesús (Lucas 9:59, 61), y esto sucede porque quizás las cosas del mundo aparentemente tienen “más valor o importancia” que el ir a la iglesia, el orar, cultivar mi intimidad con Dios, entre otras cosas importantes, pues suelen pensar: “Dios tú puedes esperar, pero mi trabajo y oficios en la casa no; seguiré tu enseñanza pero primero haré otra cosa, solo te estoy pidiendo un poco de tiempo, de paciencia, ya llegaré ¡Tu tranquilo!”

Sin embargo, ¿el Señor qué es lo que espera de nosotros? que cuando nos enseñe algo a través de Su Palabra, lo tomemos inmediatamente y veamos su valor, obedeciendo a su llamado sin sacar excusas; pero para que esto pueda suceder es necesario comprender lo que se nos está enseñando, como Pablo lo comprendió, pues manifiesta ¿cuántas cosas, antes de su conversión, para él eran importantes? Muchas, no obstante cuando conoce a Jesús se da cuenta que esto que él ha logrado anteriormente y lo que le ofrece este mundo, es como basura comparado con el amor de Jesucristo y de Su conocimiento (Filipenses 3:7-8) Ahora, para que personas como, Pedro (que vimos ayer) y Pablo (quien acabamos de mencionar), terminaran experimentando un cambio en sus vidas y viviendo con campos espirituales de buena tierra tuvieron que identificarse con Jesucristo, pero de esto hablaremos en el devocional de mañana.   Oración.

«Señor, no quiero poner otras cosas por encima de ti, pues entiendo que tuyo es el primer lugar en mi corazón, lo pagaste con un alto precio, tu sangre preciosa, y yo quiero honrar lo que has hecho dándote el lugar que te corresponde, respetando y obedeciendo tu palabra, amén.