El toque del Amor
“Cuando descendió Jesús del monte, le seguía mucha gente. Y
he aquí vino un leproso y se postró ante él, diciendo: Señor, si quieres,
puedes limpiarme. Jesús extendió la mano y le tocó, diciendo: Quiero; sé
limpio. Y al instante su lepra desapareció.” Mateo 8:1-3
“Entonces Jesús dijo al centurión: Ve, y como creíste, te sea
hecho. Y su criado fue sanado en aquella misma hora.” Mateo 8:13
“Y tocó su mano, y la fiebre la dejó; y ella se levantó, y
les servía.” Mateo 8:15
Mateo nos menciona cómo, después de que Jesús bajó del monte,
un hombre con lepra se postró delante de Él, y le dijo: “Señor, si quieres,
puedes limpiarme”, pero lo más sorprendente es la declaración de Jesús y su
acto de amor, “Jesús extendió la mano y le tocó, diciendo: Quiero; sé limpio”,
ese acto sencillo pero poderoso de tocar a aquel hombre leproso nos deja ver
cómo Jesús pone en práctica el amor; lo mismo ocurrió con el criado del
centurión, el cual no recibió un toque físico sino el toque sanador del amor de
Dios, de igual manera ocurrió con la suegra de Pedro, quien pudo experimentar
la ternura del toque sanador de Jesús.
Hermanos, de estas tres personas que tuvieron su encuentro
con Jesús podemos aprender: 1) que al igual que aquel hombre leproso, es
necesario reconocer a Jesús como Dios, y llegar a él en esa maravillosa actitud
de adoración, postrándonos ante Él, reconociendo que todo lo puede hacer, pero
pidiéndole con total humildad que se haga de acuerdo a su voluntad, es decir,
si él así lo quiere; 2) que para acercarnos a Jesús, necesitamos fe, pues como
dice la escritura, sin fe es imposible agradar a Dios; y 3) que en
agradecimiento a lo que Jesús ha hecho en nuestras vidas debemos ser
intencionales en servir con amor.
Además, al igual que Jesús, cada uno de nosotros debe ser
sensible ante las necesidades de nuestros semejantes, pues muchos como aquel
hombre leproso, están marginados por causa del pecado; otros están como el
centurión, sufriendo porque algún ser querido está padeciendo alguna
enfermedad; y tal vez unos cuantos más se encuentren postrados en cama sin
poder pararse como la suegra de Pedro; por eso al compartir del evangelio
también extendamos nuestras manos permitiendo que Jesús siga manifestando ese
toque de amor por medio de nosotros. Oración.
«Señor Jesús, hoy anhelo un toque de tu amor, me rindo ante
ti en adoración, lléname con tu Santo Espíritu y permíteme ser ese instrumento
para que tú sigas llevando ese toque de amor al perdido y necesitado. Amen.