viernes, 7 de agosto de 2015

Salmos.10.v4-11

Salmos.10.v4-11 Algunas personas triunfan en todo lo que emprenden, y se jactan de que nadie, ni siquiera Dios, los puede derribar. Podemos preguntarnos por qué Dios permite que esa gente amase grandes fortunas siendo que lo desprecian en la forma en la que lo hacen. Pero, ¿por qué nos molestamos cuando el malvado prospera? ¿Nos enojamos por el daño que causan, o nos sentimos celosos de su prosperidad? Para responder estas preguntas debemos tener la perspectiva adecuada de la maldad y de la riqueza. Con certeza el malvado será castigado debido a que Dios odia sus acciones perversas. La riqueza solo es temporal y no es un símbolo de la aprobación de Dios de la vida de una persona, como tampoco la falta de ella será una señal de la desaprobación de Dios. No permita que la riqueza o la falta de ella se vuelvan una obsesión. Véase Pro_30:7-8 donde encontrará una oración que puede elevar.

10.11 Hay incompatibilidad entre la arrogancia ciega y la presencia de Dios en nuestros corazones. La gente soberbia depende de sí misma y no de Dios. Esto provoca que las influencias que Dios usa para guiarlo abandonen su vida. Cuando la presencia de Dios es acogida, no hay lugar para la soberbia ya que El nos hace conscientes de nuestro verdadero yo.