martes, 5 de mayo de 2020

Deléitate en Dios


Deléitate en Dios
“Deléitate asimismo en Jehová, y él te concederá las peticiones de tu corazón.” Salmo 37:4
“Porque entonces te deleitarás en el Omnipotente, y alzarás a Dios tu rostro” Job 22:26
El deleite con Dios comienza cuando arrepentidos de nuestros malos caminos, buscamos su rostro, buscamos su misericordia y volvemos en amistad con Él; cuando oímos su voz y ponemos sus palabras en nuestro corazón y las cumplimos; cuando nos rendimos delante de su presencia y sujetamos a su voluntad nuestro corazón y nuestra vida para honrarle y glorificarle en todos los tiempos, momentos y circunstancias, y esto solo es posible viviendo en el Espíritu, porque Dios es Espíritu. “Porque los que son de la carne piensan en las cosas de la carne; pero los que son del Espíritu, en las cosas del Espíritu.” (Romanos 8:5)

Cuando vivimos en el Espíritu y nos deleitamos en Dios, Él concede los deseos de nuestro corazón y no niega las peticiones de nuestros labios. (Salmo 21:2) Porque cercano está a todos los que le invocan, a los que le invocan de veras, cumple el deseo de los que le temen, oye el clamor de ellos y los salva, guarda a todos los que le aman y destruye a todos los impíos. (Salmo 145:18-20)

En estos momentos angustiosos del mundo, nada mejor, que buscar ese alto refugio, esa torre fuerte, ese Dios incomparable que nos ama con un amor que supera nuestro propio entendimiento y deleitarnos en Él, andando en sus caminos, obedeciendo su voz y apropiándonos de su promesa que nos dice: “Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad y se os abrirá. Porque todo aquel que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá.” (Mateo 7:7-8) Encontraremos en su cumplimiento esa paz, consuelo, esperanza, esa mano poderosa, creadora de los cielos, de la tierra, de la mar y de las fuentes de las aguas, que nunca nos soltará, aunque estemos atravesando por valle de sombra de muerte. (Salmos 23:4).  Oración.
«Padre, Señor y Dios mío, el anhelo más grande de mi corazón es que real y verdaderamente seas para mi ser y para mi vida; mi Señor, mi Dios, mi Rey y mi todo, de modo que me deleite en ti, adorando, alabando, bendiciendo, exaltando tu santo nombre, obedeciendo la voz de tu palabra y honrando y glorificando tu nombre en todos los tiempos, en todos los momentos y en todas las circunstancias de esta vida, que tú me permitas vivir. Amén.  Difundiendo el mensaje de Jesucristo.
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