Amigos de Dios. Parte 1
“Pero tú, Israel, siervo mío eres; tú, Jacob, a quien yo
escogí, descendencia de Abraham mi amigo.” Isaías 41:8
Quizás si has tenido una figura paterna ausente, o “no tan
buena”, se te dificultará ver a Dios como Padre y entender el concepto de que
eres su hijo, lo mismo podría pasar si viéramos a Dios como esposo y no
hubiésemos tenido una buena experiencia en el matrimonio; por eso puedo llegar
a pensar que Dios también aparte de Padre se nos presenta como amigo, pues
¿quién de nosotros no ha tenido un buen amigo? Quizás por esta razón esta
figura de Dios como amigo sea la más fácil de entender, pues si ni siquiera has
tenido buenos amigos, seguramente tú sí lo has sido.
A través de Jesús se nos presenta a Dios como amigo y me
parece este concepto extraordinario, lo hace más cercano, como si relacionarnos
con Él fuera más fácil de esta manera, aunque no quiero decir que no lo sea en
los otros sentidos que mencionamos anteriormente. La Palabra de Dios nos revela
en Isaías 41:8 que Dios mismo describía a Abraham como su amigo, y cuando
leemos éste pasaje nos puede impactar demasiado pues ¡qué hermoso es esto!
imaginar o pensar que somos considerados, por el Gran y único Dios verdadero,
como sus amigos ¡Wow! ¡Qué honor y privilegio!
Algunos pensarán que dicho concepto de, amigos de Dios, sólo
se dará a hombres de la talla de Abraham, pero cuando vemos las Escrituras
quedamos maravillados al conocer que nosotros, aunque no merecemos esa amistad
con Dios, también somos considerados sus amigos (Juan 15:14-15); Por gracia,
Dios nos ha permitido pasar de ser enemigos a amigos suyos y todo esto como
resultado de haber creído en la obra redentora de nuestro Señor Jesús (Romanos
5:10-11)
Oración.
«Padre, ¡qué privilegio es saber y conocer que me has
considerado como tu amigo!, es un título que no merezco pero entiendo que solo
lo tengo por la gracia de tu Hijo Jesucristo, pues es por su obra en la cual he
creído que me puedo acercar a ti. Gracias por revelarte a mí como amigo.