domingo, 23 de julio de 2017

PERDER LA ESPERANZA

PERDER LA ESPERANZA
Mcs. 16:14 14Finalmente se apareció a los once mismos, estando ellos sentados a la mesa, y les reprochó su incredulidad y dureza de corazón, porque no habían creído a los que le habían visto resucitado.

Si algo tiene la iglesia de Jesucristo como esperanza desde su fundación narrada en el capítulo dos de Hechos de los apóstoles es la esperanza del retorno de Nuestro Señor a la tierra. Esta esperanza es el ancla de la iglesia, sin embargo, cuando la dureza del corazón se da, se pierde, y esto si es peligroso, porque el creyente que pierde la esperanza de la parusía peligra en volverse un materialista, carnal, cuyos ojos son solo las vanidades de la tierra.

Cuando Jesús resucitó la dureza del corazón de los discípulos era extrema, a tal grado de olvidar la esperanza de la resurrección, que Jesús tiempo atrás les había anunciado. Cuando un hombre endurece el corazón se olvida de la palabra profética.

PERDER EL AMOR
Por la dureza del corazón se pierde el amor a tal grado que fue el motivo por el cual permitió la carta de repudio o divorcio en la sociedad de Israel, Mt. 19: 8El les dijo: Por la dureza de vuestro corazón Moisés os permitió repudiar a vuestras mujeres; mas al principio no fue así.

Una persona endurecida carece de misericordia y por tal motivo no puede perdonar, se cree tan justo que rechaza al pecador, lo juzga, lo señala y lo rechaza.

Una persona con el corazón endurecido no evangeliza porque no siente amor por las almas perdidas

Cuando un creyente endurece el corazón pierde el amor a Dios, y si pierde el amor a su Señor es consecuente perder el amor a los hermanos en la fe y hasta a la familia, es difícil decir que amamos a Dios y aborrecemos al hermano.

Por eso el que pierde el amor por Dios será fácil que pierda el amor a la iglesia, a los hermanos, a los ministerios, a la palabra, a la familia. Es como entrar en un estado depresivo.